* Un nuevo estudio describe una insólita idea para mantener fríos y proteger de la radiación solar los polos norte y sur. Según los expertos, sería factible y barato.
Muy Interesante
Los científicos quieren rociar con dióxido de azufre la atmósfera para volver a congelar los polos terrestres. ¿Una locura o un plan muy inteligente?
Objetivo: ralentizar el calentamiento global
El plan, dirigido por Wake Smith de la Universidad de Yale para volver a congelar los polos y revertir la pérdida de hielo es audaz y ambicioso. El concepto, llamado inyección de aerosol estratosférico (SAI), costaría más de 11 000 millones de euros al año, pero los investigadores afirman que, aún así, seguiría siendo más barato que otros métodos de mitigación climática propuestos anteriormente.
La técnica “reduciría el cambio climático al desviar hacia el espacio una pequeña fracción de la radiación solar entrante”, dicen los científicos.
¿CÓMO FUNCIONARÍA?
En un nuevo estudio publicado en la revista Environmental Research Communications, los expertos exponen que los aviones que vuelan a gran altura podrían rociar partículas de aerosol microscópicas en la atmósfera en latitudes de 60 grados norte y sur. Al ser liberados estos aerosoles químicos por encima de las altitudes de crucero de los aviones, se desplazarían lentamente hacia el polo, sombreando ligeramente la superficie, lo que permitiría que los polos se vuelvan a congelar, aliviando los problemas del derretimiento del hielo glacial y el aumento del nivel del mar. Un proyecto controvertido en el que plantean que los aviones cisterna de reabastecimiento de combustible aire-aire militares ‘heredados’ (reutilizados) como el antiguo KC-135 y el A330 MMRT no tienen suficiente carga útil a las altitudes requeridas y, por lo tanto, presentan el SAIL-43K como un candidato eficiente para la misión subpolar.
¿Cuántos aviones serían necesarios?
La flota de 125 aviones cisterna SAIL-43K liberaría una nube de partículas microscópicas de dióxido de azufre que, a una altitud de 13 kilómetros que podría elevar una carga útil suficiente para enfriar las regiones dos grados por año, lo que acercaría a muchas zonas a sus temperaturas promedio preindustriales (como Alaska).
Según Smith y sus colegas, las inyecciones de partículas de los chorros se realizarían estacionalmente en los largos días de la primavera local y principios del verano. La misma flota de jets podría dar servicio a ambos hemisferios, transportando al polo opuesto con el cambio de estaciones.
PERO…
Como idea valiente y arriesgada, también tiene sus inconvenientes. La aeronave, por supuesto, liberaría sus propias emisiones, lo que contribuiría también al calentamiento global. El documento destaca que tal operación equivaldría a más de dos días de tráfico aéreo comercial mundial en 2021. Además, el aerosol estaría compuesto por dióxido de azufre, que en niveles altos puede causar náuseas, vómitos, dolor de estómago y daños en las vías respiratorias y los pulmones. Huelga decir que las micropartículas se extenderían por al menos seis países, afectando los cultivos y la población que viva en estas áreas. Aparte que la infraestructura terrestre necesaria para este gran proyecto, debería mejorarse para acomodar el programa.
“Aunque podría ser un cambio de juego en un mundo que se calienta rápidamente, las inyecciones de aerosoles estratosféricos simplemente tratan un síntoma del cambio climático, pero no la enfermedad subyacente. Es aspirina, no penicilina. No es un sustituto de la descarbonización“, concluye Smith.