Expertos dicen que amerita levantar las subvenciones de a poco para no generar inflación. Esta decisión se vuelve importante en medio de la falta de dólares para importar el carburante
La subvención a los precios de los hidrocarburos en Bolivia (diésel y gasolina) y de alimentos es una práctica que se ha consolidado en el gobierno del Movimiento Al Socialismo. Esta política estatal ha aliviado a las familias y a otros sectores, tiene efectos positivos para los hogares, pero también tiene consecuencias negativas, más cuando el Estado ve complicadas sus finanzas.
En tiempos de bonanza, para el Estado no significa un problema mantenerla, pero la situación se complica ante la caída de los ingresos y en el caso de Bolivia, el déficit en la balanza comercial, las importaciones de carburantes y la falta de dólares, generan un escenario complejo.
“Es una locura mantener la subvención en Bolivia”, advierten los expertos. Para entender el problema, es importante conocer de qué trata. El subsidio es una ayuda estatal de parte del Gobierno a empresas y sectores, tiene el objetivo de bajar los costos, en cuanto al transporte público, la producción para empresarios y beneficiar a los consumidores.
¿Cómo funciona? En el caso de los hidrocarburos, se importa el carburante a un precio internacional, que es más elevado, pero en el país se vende a un precio subvencionado, es decir, el Estado paga dos tercios y el consumidor, un tercio de ese precio.
El economista Gonzalo Chávez expone que en el país hay dos tipos de subsidio en hidrocarburos, y afectan o benefician a dos grupos sociales distintos. El primero es la subvención del diésel, que está destinado o vinculado al sector productivo y de transporte. Ha beneficiado a grupos que, en los últimos años, se han convertido en los “nuevos ricos creados en Bolivia”. Chávez pone como ejemplo a los cooperativistas mineros del oro, grandes transportistas, sectores de la agroindustria y otros.
“Por supuesto, hay que considerar en estos grupos a gente vinculada a la pequeña producción, a los pequeños transportistas (…) el subsidio al diésel es mucho más grande que el subsidio a la gasolina”, menciona.
El segundo tipo de subvención en hidrocarburos es la gasolina, por el cual el Gobierno llamaría al referéndum, ya que representa un valor mucho más pequeño en esta medida, explica Chávez.
El Gobierno aplica la subvención al trigo, y con él la harina nacional que está destinada a la elaboración del pan.
Subvenciones no baratas
En Bolivia, el Estado subvenciona alimentos e hidrocarburos, a la par, entrega bonos como el Juancito Pinto, Juana Azurduy y la Renta Dignidad. Para dichos beneficios, el 2023 inyectó 17.656 millones de bolivianos.
El exministro de Hidrocarburos y Energías, Franklin Molina, expone que la subvención, que fue creciendo en los últimos 15 años, representaba un gasto de aproximadamente 200 millones de bolivianos, y hoy significa un monto cercano a los 2.000 millones de dólares anuales. “Esto no solo está afectando la economía del tesoro, del Estado, sino a la economía del pueblo”.
No obstante, el analista económico Enrique Velasco indica que en Bolivia no se cuenta con cifras creíbles y confiables disponibles en cualquier momento, pero calcula un gasto es de 3.000 millones de dólares anuales en subvención.
Para el 2024, el Gobierno destinó Bs 331 millones para la subvención del trigo. En enero de este año, el Ministerio de Desarrollo Productivo firmó un acuerdo con la Confederación de Panificadores de Bolivia para la subvención de harina de parte de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa). La idea fue conservar el precio del pan a Bs 0,50.
Subvención insostenible
El economista Bruno Sanguino expone que hace años, el Gobierno ha podido solventar las subvenciones gracias a los altos ingresos generados por la venta de gas. Bolivia era un país exportador de hidrocarburos, pero desde el 2023, se ha convertido en importador neto. “Cuando Bolivia tenía estos ingresos significativos podía desarrollar este tipo de subvenciones, ahora el problema es que esos recursos se han reducido y ya no encuentra ingresos para seguir manteniendo esta subvención”, indica Sanguino.
Velasco coincide, indica que, ante la falta de divisas porque no se incentivó la exploración, la subvención ya no se puede mantener, y, por lo tanto, “es una locura conservarla”.
“En la medida en que no se tenga una fuente de dólares, es insostenible la subvención, porque como no se produce los hidrocarburos, tenemos que comprarnos del exterior. Entonces, en la medida en que el Gobierno no tenga una fuente confiable, permanente y creíble para aprovisionamiento de dólares, es imposible mantener la subvención”, indica el economista.
El precio internacional del diésel debería ser de Bs 10 y Bs 8, pero con la subvención se ofrece a menos de Bs 4, entonces, es un impacto fuerte en la economía, dice Velasco.
¿Levantar la subvención?
El 6 de agosto, el presidente Luis Arce anunció un referendo para consultar a la gente sobre si la subvención a los hidrocarburos se debería mantener o no. Las reacciones han sido diversas, mientras los dirigentes de transporte pesado apoyan la supresión de este beneficio, la federación de choferes advirtió de consecuencias; por ejemplo, la subida de pasajes y de la canasta familiar.
“La mayoría del transporte pesado estamos de acuerdo con que se levante la subvención, para nivelar los costos, estamos pasando por una situación bastante complicada en cuestión de la subvención, lo mejor sería que se levante para evitar estos problemas, aunque va a subir todo, pero automáticamente va a subir el salario”, dijo el ejecutivo de Choferes Asalariados de Transporte Nacional e Internacional de Camioneros, Buses y Transporte Pesado, Nelson Carrillo.
El economista Velasco sostiene que, incluso, los países productores y autosuficientes en hidrocarburos, como Venezuela y Ecuador, decidieron levantar las subvenciones porque es una política que afecta al conjunto de la economía.
Ante todo lo expuesto, Velasco indica que “hay que levantar la subvención, a menos que se tenga una claridad respecto a quiénes podrían todavía ser subvencionados, de alguna manera, desde el Estado en función de algún objetivo superior”.
Desde su punto de vista, no hay argumento que justifique la continuidad de las subvenciones, aunque, sospecha que busca no afectar a los choferes sindicalizados o al transporte público, en el marco de una “fidelización política que con un objetivo económico”.
Sobre el referendo anunciado por el Gobierno, el exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, menciona que no hace falta consultar a la gente si las subvenciones se levantan o no. “Si hay que quitar subsidios cuando se debe hacerlo, hay que hacerlo”.
Sin embargo, quitar la subvención podría suponer que se duplique el precio del diésel y eso afectará a todas las actividades económicas y se acompañaría de un efecto inflacionario.
Aunque, levantarla podría frenar un incentivo a negocios fuera de la ley, pues se cuenta con el combustible más barato de la región. “Llevan el combustible subvencionado a países vecinos, tengo la certeza porque ya ha habido reportes. La gente acopia combustible para venderlo a un precio superior”, sostiene Akamine.
Ríos indica que, si no se toman medidas urgentes en la economía, es probable que haya efectos negativos y que las filas en los surtidores no solo se deban al diésel. “Ya no será solo filas por el diésel, sino también con el GLP, hay que quitar subsidios, pero esa decisión debe ser tomada por los gobernantes, pero no por la gente porque desconoce. El problema de Bolivia de fondo es el modelo estatista con el Estado empresario”, sentencia.
Fuente: URGENTE.BO