Parece demasiado bonito para ser cierto, pero el bioquímico Jesús Gil habla con entusiasmo desde su laboratorio en Londres. “No hay razón para pensar que lo que hemos visto en los ratones no va a funcionar en las personas”, proclama. Lo que han observado en los roedores es casi milagroso. Un equipo de científicos ha aplicado inyecciones mensuales de un simple anticuerpo a ratones de casi un año y medio, una edad equivalente a 55 años humanos. Esos animales han vivido hasta un 25% más que sus congéneres y con salud: menor incidencia de cáncer, menos colesterol, mayor fortaleza muscular. Es como si la esperanza de vida humana se disparase hasta los 104 años, en vez de los 83 actuales en España.
Los resultados se perciben a simple vista, según explica el cardiólogo Stuart Cook, codirector de la investigación en el Laboratorio de Ciencias Médicas de Londres. “Los ratones que recibieron el anticuerpo X203 se veían más delgados y activos, con mejor color del pelaje —menos pelos grises— y mejor visión, audición y capacidad para caminar”, aplaude Cook. Los anticuerpos son proteínas que circulan por la sangre para defender al organismo de sustancias extrañas, como virus y bacterias. En el caso del X203, está diseñado para bloquear a otra proteína natural con potentes efectos en el envejecimiento: la interleuquina 11, cuya concentración aumenta con la edad, haciendo que las células dejen de multiplicarse, se acumulen y liberen sustancias nocivas que provocan inflamación y daño en las células cercanas.
Cook subraya que ya hay ensayos en personas de tratamientos experimentales para bloquear la interleuquina 11, pero no están enfocados a estudiar el envejecimiento durante años o décadas. Él mismo ha fundado una empresa, Enleofen, que colabora con la farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim en las primeras pruebas de un anticuerpo similar en voluntarios sanos. Otras dos compañías, la estadounidense Lassen y la china Mabwell, también han iniciado proyectos semejantes, con el objetivo de curar la fibrosis pulmonar y otras enfermedades asociadas a la edad.
Los resultados se perciben a simple vista, según explica el cardiólogo Stuart Cook, codirector de la investigación en el Laboratorio de Ciencias Médicas de Londres. “Los ratones que recibieron el anticuerpo X203 se veían más delgados y activos, con mejor color del pelaje —menos pelos grises— y mejor visión, audición y capacidad para caminar”, aplaude Cook. Los anticuerpos son proteínas que circulan por la sangre para defender al organismo de sustancias extrañas, como virus y bacterias. En el caso del X203, está diseñado para bloquear a otra proteína natural con potentes efectos en el envejecimiento: la interleuquina 11, cuya concentración aumenta con la edad, haciendo que las células dejen de multiplicarse, se acumulen y liberen sustancias nocivas que provocan inflamación y daño en las células cercanas.
Cook subraya que ya hay ensayos en personas de tratamientos experimentales para bloquear la interleuquina 11, pero no están enfocados a estudiar el envejecimiento durante años o décadas. Él mismo ha fundado una empresa, Enleofen, que colabora con la farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim en las primeras pruebas de un anticuerpo similar en voluntarios sanos. Otras dos compañías, la estadounidense Lassen y la china Mabwell, también han iniciado proyectos semejantes, con el objetivo de curar la fibrosis pulmonar y otras enfermedades asociadas a la edad.
Jesús Gil nació en Zaragoza hace 50 años, pero se crio en Logroño. Lleva media vida en Londres y dirige su propio grupo en el Laboratorio de Ciencias Médicas, un centro nacional del Consejo de Investigación Médica de Reino Unido. Su equipo estudia la senescencia, ese estado en el que las células dejan de reproducirse, pero no se mueren, y al acumularse favorecen la inflamación, el envejecimiento y el cáncer. “Inhibir la interleuquina 11 puede inhibir la senescencia”, sentencia Gil, que también ha hecho experimentos con células humanas. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature, ariete de la mejor ciencia mundial.
El biólogo español Rafael de Cabo, jefe de Gerontología Traslacional en el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de EE UU, aplaude el nuevo trabajo, en el que no ha participado. “La magnitud de la extensión de la vida de los ratones es bastante impresionante”, señala De Cabo, nacido en Córdoba hace 56 años. El biólogo, sin embargo, es cauteloso. “Los datos son supersólidos, pero hay detalles que podrían cuestionar un poco la interpretación. Por ejemplo, solo utilizan una línea genética de ratones: los C57BLACK6, que son muy comunes. Para hacer estudios de longevidad tienes que emplear varias estirpes de ratones, en varios sitios, para evitar que, como ha ocurrido en mil ocasiones, sea una observación puntual”, advierte.
De Cabo, no obstante, es optimista. “Está claro que jugar con la inhibición de la interleuquina 11 tiene efectos beneficiosos para la salud de los ratones. La acumulación de datos de este y otros estudios indica que, probablemente, se podrá utilizar para tipos específicos de enfermedades en humanos”, opina. “El problema que tenemos ahora mismo en el campo de la investigación del envejecimiento es que todo el mundo quiere vivir mucho más tiempo, pero nadie tiene la paciencia que hace falta para hacer bien los estudios. Tenemos que hacer estudios largos en humanos, porque no están hechos”, recalca.
La comunidad científica mundial trabaja en varias estrategias prometedoras para alargar la vida con salud, como la rapamicina y la metformina, e incluso para revertir el envejecimiento, que es el ambicioso objetivo de Altos Labs, una empresa estadounidense creada en 2022 con un descomunal presupuesto de 2.700 millones de euros. Para Rafael de Cabo, todavía no hay certezas. “En humanos todavía no hay datos suficientes para predecir cambios positivos en la salud con ninguna de las intervenciones que hemos hecho. Las más sólidas son la restricción calórica y el incremento de la actividad física”, apunta. Comer menos y moverse más, sin necesidad de inyecciones.
Fuente: EL PAÍS