Un intensísimo dolor durante la regla acostumbra a ser la carta de presentación de la endometriosis, una enfermedad, a priori benigna, que afecta al 11% de las mujeres en edad reproductiva en el mundo y que se produce cuando el endometrio, que recubre la cavidad uterina, crece donde no debe. Ese malestar pélvico desenmascara la dolencia, pero el impacto global de la endometriosis no acaba ahí: el dolor se traslada también al orinar o al tener relaciones sexuales, y la enfermedad puede traer consigo infertilidad o, incluso, cáncer. Una revisión científica reveló en 2021 que las mujeres con endometriosis tenían casi dos veces más riesgo de tener un tumor de ovario, aunque el peligro variaba según el subtipo oncológico. Ahora, una nueva investigación publicada este miércoles en la revista Jama profundiza en este vínculo con el cáncer y reporta que las personas con los tipos de endometriosis más grave, como los endometriomas ováricos o la endometriosis infiltrante profunda, tienen casi 10 veces más de probabilidad de desarrollar un tumor en el ovario que una persona sana. Los autores matizan, eso sí, que el riesgo general, incluso en este perfil de pacientes, es bajo.
La investigación analizó los datos de una cohorte de Utah (Estados Unidos) con cerca de medio millón de mujeres que fueron seguidas durante 20 años. El estudio reveló que la endometriosis, de forma global, estaba relacionada con un riesgo cuatro veces mayor de desarrollar cáncer de ovario, aunque el impacto fluctúa según el subtipo de tumor y el perfil de endometriosis. “Dada la rareza del cáncer de ovario, el exceso de riesgo era relativamente pequeño, con entre 10 y 20 casos adicionales por cada 100.000 mujeres. Sin embargo, las mujeres con endometriosis, en particular los subtipos más graves, pueden ser una población importante para estudios específicos de detección y prevención del cáncer”, ha explicado en un comunicado Karen C. Shliep, investigadora del Área de Salud Pública de la Universidad de Utah (Estados Unidos) y autora del estudio.
Al desmenuzar los datos, los científicos encontraron que el mayor riesgo de cáncer de ovario se dio en las mujeres con endometriosis infiltrante profunda o aquellas que tenían endometriomas de ovario, las manifestaciones más severas de la enfermedad, en las que el daño va más allá del peritoneo pélvico. En la endometriosis infiltrante, por ejemplo, las lesiones llegan a penetrar en los órganos pélvicos (como la vagina, el intestino o el recto) y su abordaje es mucho más complejo, pues la afectación y los síntomas son mayores. Los endometriomas, por su parte, son una especie de quistes que se forman en el ovario y, por su incidencia, se trata de una de las lesiones más comunes de la endometriosis (hasta un 70% de las pacientes afectadas tienen este cuadro). Las mujeres con una de estas manifestaciones o las dos a la vez tenían 10 veces más riesgo de desarrollar tumores de ovario que aquellas sin endometriosis.
Según el estudio, en concreto, estos perfiles llegaron a tener un riesgo hasta 19 veces mayor de sufrir el cáncer de ovario tipo I, que es un tumor epitelial que se origina en las células que cubren la superficie externa de los ovarios y suele crecer de forma lenta y causar menos síntomas, por lo que tiene también mejor pronóstico. Las pacientes con endometriosis infiltrante o endometriomas (o los dos a la vez) también tenían un riesgo cuatro veces mayor de desarrollar un cáncer de ovario tipo II, que se caracterizan por crecer más rápidamente, propagarse más rápido y responder peor a la quimioterapia.
Para explicar los mecanismos que subyacen a esta asociación entre distintos perfiles de endometriosis y diversos tipos de cáncer de ovario, los autores señalan que la propia endometriosis conforma un tejido de origen tanto para el cáncer de ovario endometrioide como para el de células claras. Los investigadores también apuntan a una “predisposición genética superpuesta” entre ambas patologías y a la confluencia de marcadores “hormonales, inmunológicos e inflamatorios” que se asocian a ambas dolencias. Con todo, advierten de la necesidad “urgente” de estudios que puedan caracterizar mejor la biología de este vínculo “para guiar mejores estrategias de detección y prevención del cáncer de ovario entre mujeres con endometriosis grave, con o sin otros factores de riesgo importantes de cáncer de ovario”.
Francisco Carmona, jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínic de Barcelona, destaca que, si bien el vínculo entre endometriosis y cáncer de ovario ya era conocido, este estudio, en el que no ha participado, arroja un incremento del riesgo más alto de lo que pensaban. “Es curioso. Se pensaba que el incremento era de 1,5 o dos, como máximo”, apunta. El ginecólogo pone el foco, no obstante, en cómo se hizo el diagnóstico de endometriosis en esa cohorte y los sesgos que puede tener: “Cogen los datos de una base del estado de Utah, donde el diagnóstico seguro que se ha hecho por laparoscopia [ahora se prefiere ecografía porque es más preciso]. Es posible que haya más mujeres con endometriosis no identificadas y, si hay más casos, la asociación con el cáncer sería mucho menor”, plantea.
Carmona también cuestiona la clasificación tan estanca de tipos de endometriosis. “Es superficial. Lo raro es ver una forma pura de endometriosis. Lo habitual es que todas tengan un poco de todo”, advierte. El médico insiste, en cualquier, caso, que el riesgo absoluto de cáncer de ovario es bajo.
Un potencial cribado
Por su parte, Alejandro Pérez Fidalgo, oncólogo del Hospital Clínico de Valencia, destaca, en declaraciones al portal científico Science Media Center España, que los resultados de este análisis son “novedosos”, tanto por el tamaño de la muestra, como por el análisis por tipos de cáncer de ovario. “Se confirma que la endometriosis aumenta el riesgo en prácticamente todos los subtipos de cáncer de ovario, pero de forma especialmente importante incrementa el riesgo de cáncer de estos tipos: células claras, serosos de bajo grado, carcinosarcoma y cáncer endometrioide de ovario. En estos subtipos, las personas que han tenido endometriosis presentan entre siete y 11 veces más riesgo de desarrollarlos que la población normal. Además, si nos limitamos a las pacientes con endometriomas infiltrantes, excluyendo las que padecían endometriosis superficial, el riesgo de desarrollar alguno de los mencionados subtipos de cáncer de ovario es especialmente elevado”, expone el científico.
Pérez Fidalgo también pone en valor que “el estudio muestra que el riesgo aumentado de cáncer se observa hasta incluso 20 años después del diagnóstico de endometriosis”. “Esto ha llevado a los autores a concluir que dado el relevante incremento del riesgo en estas pacientes, se podrían proponer medidas de diagnóstico precoz en esta población. Los estudios de diagnóstico precoz en cáncer de ovario no demostraron que fuera una medida coste-efectiva, muy probablemente debido a que la proporción de tumores de ovario afortunadamente es muy baja en la población general. Sin embargo, cobra sentido plantear un cribado dirigido específicamente a esta población con un riesgo mayor”, sopesa.
Fuente: EL PAÍS