Necesitaba el milagro en Alemania, pero el Bayern Munich fue mucho mejor equipo, ganó bien 2-0 y se cargó a Leo y a Mbappé.
Duele. Y claro que duele. Que Lionel Messi no esté presente en los grandes escenarios de la Champions es un golpe duro. Pero que duela no signifique que no sea justo: en Alemania, el PSG cosechó lo que fue sembrando a lo largo de toda la tempora y, frente a un equipo como el Bayern Munich, trabajado, comprometido, convencido, mejor físicamente, está claro que las chances son pocas.
El sorteo emparejó al PSG con el Bayern Munich. Pero no fue mala suerte: en la fase de grupos, demostró estar muy lejos del nivel esperado y fue superado ampliamente por el Benfica, tanto en París como en Lisboa. Y en el Allianz Arena, Messi se volvió a despedir del sueño de la Orejona: derrota contundente 2-0, con tantos de Chupo-Moting y Gnbary, que seguramente marcará el final de ciclo para muchos. ¿De Campos? ¿De Galtier? ¿De Lionel?
¿A qué juega el PSG? Es difícil dilucidarlo. Dispone un equipo para jugar de contragolpe, pero recurre a la tenencia de la pelota. Tiene tres centrales para darle suelta a los laterales y no quedar desabrigado en la périda, pero ni ataca con los carrileros ni da seguridad cuando defiende con espacios. “No voy a cambiar el sistema ahora que ganamos”, había expresado Galtier, tras ganarle al Lille y cortar una racha de tres derrotas. 5-3-2, 4-3-3, 4-3-1-2. Ningún número de teléfono contrarresta la falta de ideas.
Ahora. ¿A qué juega el Bayern Munich? Es claro como el agua: tenencia de balón, desmarque, movilidad, apoyo de los carrileros, rotación de los volantes, marcaje en ataque y presión en salida. Para colmo, lo combina con una capacidad física sin igual. Entonces, el motivo de la derrota del PSG es notorio: la espectacularidad de Mbapé y Messi no significa nada si atrás no hay un equipo con ideas. Y menos si, en frente, tenés al conjunto de Nagelsmann.
Fuente: OLÉ