Javier Milei ha viajado al exterior más que ningún otro presidente argentino en el inicio de su mandato: nueve viajes en poco más de seis meses. En total, ha pasado fuera 38 días, lo que da en promedio, uno de cada cinco días de su gestión. Esas giras internacionales han roto con la tradición de empezar por Brasil, el gran socio comercial de Argentina, y han ignorado también a los otros países vecinos, centrándose casi en exclusiva en Estados Unidos y Europa. El último viaje lo llevó por España, Alemania y la República Checa y concluyó este martes envuelto en críticas por el gasto y con un escándalo inesperado: la dirección del Instituto Liberal de Praga acaba de desmentir haberle concedido ninguna distinción. Según su director, Martín Pánek, el premio que recibió el presidente argentino fue otorgado por un grupo disidente y no por las autoridades del instituto.
“Es prematuro conceder este premio a Milei”, declaró a EFE Pánek, que además se ha distanciado del presidente argentino por su agenda conservadora. “Estamos en contra de sus medidas contra las drogas, el aborto y las manifestaciones públicas; nosotros estamos a favor de la legalización de la marihuana y del aborto”, precisó. Pánek anticipó que estudia denunciar al fundador del Instituto, Jiri Schwarz, por haber organizado un acto en nombre de la institución cuando ya no forma parte de ella. En su página web, la institución aclara que el galardón anual de este año ya fue otorgado al urbanista Alain Bertaud.
El mandatario ya había recibido otra distinción polémica durante el viaje, la medalla de la Sociedad Hayek en Hamburgo. Aunque esa organización se define como liberal y continuadora del pensamiento del famoso economista austriaco, cuenta con destacados miembros de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
“Probablemente me den el Nobel”
La Presidencia argentina difundió el discurso íntegro de Milei al recibir el supuesto premio del Instituto Liberal de Praga. Desde el atril preparado para la ocasión, el mandatario volvió a despotricar contra el socialismo y contra el Estado, como lo había hecho días antes en Madrid, cuando fue condecorado con la medalla de la comunidad de Madrid por su presidenta, Isabel Díaz Ayuso. Vendió con entusiasmo el modelo económico ultraliberal con el que aspira a convertir a Argentina en el país en el “más libre del mundo” y, en el largo plazo, también en el más rico, y se permitió soñar a lo grande en voz alta: “Si nos termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demián [Reidel, su jefe de asesores]”.
Poco después de pronunciar esas palabras, desde Argentina llegaron datos económicos poco alentadores: la economía se contrajo un 5,1% interanual en el primer trimestre del año en medio de una caída generalizada del consumo, la producción industrial y la inversión. El desempleo trepó dos puntos en los primeros tres meses del año, hasta el 7,7%, una cifra que ha empeorado desde entonces.
Los viajes de Milei han sido variopintos. Algunos han revestido carácter de viaje de Estado, como el que lo llevó en febrero a Israel, Italia y El Vaticano, pero otros no. Por ejemplo, ha visitado en cuatro ocasiones Estados Unidos sin ser recibido en ninguna de ellas por el presidente Joe Biden ni por sus ministros. La primera vez viajó a Washington para participar en una cumbre conservadora en la que saludó al expresidente Donald Trump. La segunda, fue distinguido como embajador de la luz en Miami por la congregación judía ortodoxa Jabad Lubavitch y luego se reunió con el empresario Elon Musk en su fábrica de Tesla. La tercera vez, en Los Ángeles, combinó encuentros de negocios con exposiciones públicas y la cuarta, en San Francisco, visitó las grandes compañías de Silicon Valley para vender Argentina como polo regional de tecnología e inteligencia artificial.
En Europa, arrancó con su participación en Davos en diciembre y días atrás estuvo en Italia para asistir como invitado al G7. Otros de sus viajes han sido planificados como visitas privadas, como su primera estancia en Madrid el mes pasado, cuando participó de un mítin del partido ultra Vox y aprovechó ese altavoz para atacar al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y a su esposa, Begoña Gómez. Esas declaraciones reabrieron una crisis diplomática que había comenzado antes y aún continúa: España mantiene descabezada su embajada en Buenos Aires.
Los numerosos viajes del presidente chocan con el mensaje oficial de que “no hay plata” y que es necesario recortar el gasto público de todos lados, en especial de la política. Sus cinco primeras salidas al exterior costaron 218.000 dólares a las arcas públicas de Argentina, según los datos facilitados por el Gobierno a Chequeado. Falta saber el costo de los cuatro últimos, mucho más caros dado que Milei dejó de viajar en vuelos comerciales en abril y comenzó a moverse en el avión presidencial por motivos de seguridad.
A raíz de una denuncia ante la Justicia, Milei es investigado por presunta malversación de fondos en viajes para fines privados. La comitiva que lo acompaña varía cada vez, a excepción de la presencia fija de su hermana y secretaria de la Presidencia, Karina Milei.
“Viaja para mostrar que en la Argentina queremos ser un país normal”, lo defendió este martes Reidel. “La gente le tendría que agradecer y no quejarse de que va a recibir un premio, sino pensar por qué hace esto. Porque todas estas cosas ponen a la Argentina nuevamente en el mapa de los países normales. Es como un CEO que va a hacer la presentación de marketing para mostrar sus productos”, continuó su jefe de asesores.
El futuro próspero de Argentina que vende Milei en el exterior contrasta con un presente difícil. Uno de cada dos habitantes son pobres, la inflación interanual es del 276,4% y la economía, que lleva más de doce años sin crecer, sigue sin tocar fondo y se contraerá este año más de un 3%, según los organismos internacionales.
Fuente: EL PAÍS