No solo Rafah. Norte, centro y sur de Gaza sufren una de las oleadas de bombardeos israelíes más letales de las últimas semanas, mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, denuncia el “caos” y “anarquía total” provocados por ocho meses de invasión israelí. El Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en la Franja ha informado de 101 muertos en las últimas 24 horas. Más de un tercio (42) este sábado, en dos ataques en zonas residenciales de la capital. El ejército ha identificado los objetivos como “sitios de infraestructura militar de Hamás”.
Con escasos avances en la negociación de un alto el fuego y todos los ojos en la frontera de Israel y Líbano, por temor a una segunda guerra (esta con Hezbolá), las tropas israelíes vienen incrementando los bombardeos en Gaza e intentan tomar toda la ciudad de Rafah. Mientras, dos imágenes han recordado el potencial explosivo de Cisjordania. Una muestra a un palestino herido atado al capó de un vehículo militar israelí, para que sirva como escudo humano en la retirada. Otra es un coche ardiendo en la ciudad de Qalqilia. Pertenecía a un civil israelí sexagenario que había entrado a comprar verduras para su tienda y fue asesinado poco antes, según el ejército.
Las últimas cifras en Gaza suponen el mayor número de muertos desde el 7 de junio, cuando los bombardeos masivos para facilitar a las fuerzas especiales israelíes el rescate de cuatro rehenes se llevaron 274 vidas (el ejército reconoció al menos 100) en el campamento de refugiados de Nuseirat.
El ejército ha anunciado que dará detalles más adelante sobre los objetivos de los ataques. Medios locales apuntan al asesinato selectivo de Raad Saad, un comandante del brazo armado de Hamás que Israel describe como su jefe de operaciones.
Con el bombardeo este sábado en Al Shati, un conocido campamento de refugiados en la capital, los cazabombarderos dejaron 24 muertos, un cráter con los escombros de un inmueble y los cinco edificios de alrededor sin muros, según se puede ver en las imágenes de televisión. Hay, asimismo, al menos una decena de cadáveres en el hospital, dos de ellos niños, que elevan el total de fallecidos en la guerra a 37.551, según los datos de las autoridades sanitarias de la Franja.
El edificio atacado tenía tres plantas, ha señalado en el lugar el corresponsal de la cadena Al Jazeera. Los servicios de emergencia están teniendo problemas para llegar a los cuerpos sin vida y rescatar supervivientes de entre los escombros. Los misiles lanzados por los cazabombarderos generaron tres incendios y levantaron una nube de polvo de la que se veía salir a gente. El otro ataque en la capital, en el barrio de Al Tuffah, causó 18 muertos, según el Ministerio de Sanidad.
El doble bombardeo se produce un día después de que la Media Luna Roja palestina informase de una matanza en Al Mawasi, la zona definida por Israel como humanitaria y a la que ordena a la población dirigirse. Los familiares lloraban aún este sábado a las 25 víctimas mortales, que abrazaban antes de los entierros.
El Comité Internacional de la Cruz Roja indicó que su oficina en Al Mawasi, “rodeada por cientos de civiles desplazados que viven en tiendas de campaña”, resultó dañada por “proyectiles de gran calibre”. No apuntó a Israel, pero es el único de los dos bandos en Gaza que los emplea. “Disparar tan peligrosamente cerca de estructuras humanitarias pone en riesgo la vida de civiles y trabajadores humanitarios”, señaló. El ejército está “revisando” lo sucedido. Su comunicado del viernes sobre la investigación preliminar apuntaba a que no atacó en Al Mawasi, pero el de este sábado niega en concreto “un ataque directo contras las instalaciones de la Cruz Roja Internacional”.
Saqueos
Todo ello en un entorno de “caos” y “anarquía total”, que afecta a muchas bocas y que ha denunciado este sábado el secretario general de Naciones Unidas. “Tenemos ataques, bombardeos y luego las tropas se trasladan a otros lugares”, ha asegurado Guterres. “Hamás vuelve a los lugares originales y hay un caos total en Gaza. No hay autoridad en la mayor parte del territorio”. Desde el viernes, los milicianos palestinos tratan de frenar con lanzagranadas y explosivos trampa escondidos en el camino el ingreso de los blindados a las dos zonas de Rafah que no controlan. Es donde el ejército centra su avance, junto con las zonas en torno a Deir al Balah, en el centro, que no ha invadido.
Guterres ha lamentado el saqueo de “la mayoría de los camiones con ayuda humanitaria en Gaza”, porque “esta es una guerra diferente a cualquier otra”, en la que Israel “ni siquiera permite que la llamada ‘policía azul’ escolte los convoyes” de ayuda, lo que genera una “extrema dificultad” para distribuirla. Esos agentes de policía de la administración local son objetivo de Israel, que tiene entre sus planes la eliminación completa de las capacidades del movimiento islamista no solo de combatir, sino también de gobernar la Franja.
La invasión israelí ha generado un círculo vicioso en torno al orden y la autoridad que afecta a la distribución de ayuda humanitaria y al día a día. Además de emplear el hambre como arma de guerra en mayor o menor medida, según el contexto, el ejército controla la mayoría de la Franja. Pero no se hace cargo de la protección de los convoyes —que depende en gran medida de acuerdos con las comunidades locales—, ni reparte la ayuda humanitaria. “Que nuestros soldados pongan su vida en riesgo para rescatar rehenes, sí; para repartir comida, no”, resumía la semana pasada en una entrevista con el canal 14 de televisión Benny Gantz, recién salido del Gobierno de guerra del primer ministro, Benjamín Netanyahu, por la ausencia justamente de una brújula estratégica.
Las tropas no gobiernan Gaza (como querría la ultraderecha israelí), pero tampoco existe autoridad civil. Por un lado, matan o arrestan a todo aquel que lleve la etiqueta de Hamás (como los agentes de la policía azul citada por Guterres, que tienen miedo a escoltar los convoyes porque Israel los identifica y bombardea). Por otro, el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, se opone a dejar las llaves del control civil de Gaza en manos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), a quien le correspondería por los Acuerdos de Oslo de 1993.
Netanyahu asegura que nadie se atreverá a ofrecerse voluntario hasta que Israel “acabe con Hamás”, algo que veía hace meses “al alcance de la mano”. Su plan consiste en convencer a gazatíes sin vinculación con Hamás ni con la ANP para encargarse del día a día (burocracia, alcantarillado, seguridad interior…) bajo el paraguas ―político y económico― de una coalición de países árabes y con las tropas israelíes haciendo las redadas en Gaza que considere necesarias. En una entrevista este jueves, Netanyahu habló de una “administración civil” que cuente con “respaldo” y dinero de países árabes y que aplique “algún tipo de proceso de desradicalización, que comenzaría en las escuelas y las mezquitas para enseñar a esa gente un futuro diferente a aniquilar Israel y matar a todos los judíos del planeta”.
Escudo humano
La tensión ha llegado en los últimos dos días en Qalquilia, una ciudad de Cisjordania que no suele ser objetivo de redadas habituales. El viernes, fuerzas especiales israelíes mataron allí a dos milicianos. Este sábado, un civil israelí sexagenario de 67 años ha aparecido asesinado y el ejército sospecha que se trata de un atentado terrorista. El coche, con las verduras que había adquirido para su tienda en la localidad de Petaj Tikva, cerca de Tel Aviv, fue posteriormente incendiado. Israel prohíbe a sus ciudadanos entrar en las ciudades palestinas, pero unos pocos lo hacen de todos modos, sobre todo para comprar más barato.
La otra imagen de la jornada en Cisjordania es la de un vehículo militar israelí en la zona de Wasi Burqin desplazándose con un palestino herido y atado al capó. Lo usaban como escudo humano, para evitar ataques en la retirada. Tras horas circulando por redes sociales, el ejército ha confirmado la veracidad del vídeo. Señaló que el incidente “será investigado y tratado en consecuencia”, que “la conducta de las fuerzas no se ajusta a los valores del ejército israelí” y que vulnera las “órdenes y los procedimientos operativos estándar”. Los relatos y documentos gráficos en los territorios palestinos muestran el empleo de escudos humanos en redadas israelíes, pese a su prohibición.
Fuente: EL PAÍS