Ha aparecido ahora mismo otra mancha solar que podría desencadenar “una gran actividad en los próximos días”, afirma el coordinador del servicio de meteorología espacial de la ESA, Alexi Glover.
Las últimas auroras visibles, las mismas que provocaron que toda España pudiera presenciarlas de forma extraordinaria, fueron provocadas por la tormenta geomagnética más poderosa desde las “Tormentas de Halloween” de octubre de 2003, que provocaron apagones en Suecia y dañaron infraestructuras eléctricas en Sudáfrica.
Estos extraños efectos son causados por explosiones masivas en la superficie del Sol que disparan plasma, radiación e incluso campos magnéticos a velocidades increíblemente rápidas nacidas del viento solar. La actividad reciente proviene de un grupo de manchas solares 17 veces el tamaño de la Tierra y forma parte de un ciclo que se repite cada 11 años. Uno que provoca tanto admiración como preocupación.
“Necesitamos comprender que detrás de esta belleza hay un peligro”, señaló en una entrevista Quentin Verspieren, coordinador del programa de seguridad espacial de la Agencia Espacial Europea. Por su parte Mike Bettwy, del Centro de Predicción del Tiempo Espacial de Estados Unidos, señalaba que “estamos centrados en los impactos potenciales más siniestros” de las tormentas solares, como la destrucción de redes eléctricas y satélites, o la exposición de los astronautas a niveles peligrosos de radiación”.
Y no es extraño: de acuerdo con los pronósticos, en aproximadamente dos semanas la mancha solar volverá a dirigir su mirada hacia la Tierra. “Hemos detectado otra mancha solar que podría desencadenar una gran actividad en los próximos días. La actividad solar definitivamente no ha terminado”, explicó en la misma entrevista el coordinador del servicio de meteorología espacial de la ESA, Alexi Glover.
En lo que también coinciden los expertos es en dos aspectos importantes. El primero es que es difícil predecir cuán violentas podrían ser estas tormentas o si pueden provocar más auroras. Y también afirman que la actividad solar apenas se está acercando al pico de su ciclo de aproximadamente 11 años, por lo que las probabilidades de otra gran tormenta son mayores “entre ahora y finales del próximo año”, afirma Bettwy.
Las tormentas geomagnéticas como la reciente crean una carga magnética de voltaje y corriente, “esencialmente sobrecargando” cosas como satélites y redes eléctricas, según Bettwy.
El ejemplo más famoso, y extremo, de una tormenta solar, se produjo en 1859: el Evento Carrington. Además de impresionantes auroras, la tormenta provocó que salieran chispas de las estaciones de telégrafo. La carga que provenía del Sol era tan fuerte que algunos telégrafos funcionaban sin estar conectados a una fuente de energía.
¿Qué pasaría si una tormenta geomagnética tan poderosa golpeara nuevamente la Tierra? De acuerdo con Bettwy la mayoría de los países han mejorado sus redes eléctricas, aun así, sugirió que la gente tenga un kit de emergencia en caso de que se corte la electricidad durante uno o dos días. El agua dulce también podría ayudar en caso de que las plantas de filtración dejen de funcionar. “La intención no es infundir miedo”, aunque añade que la radiación también puede “atravesar el fuselaje” de los aviones que vuelan cerca del polo norte.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA