Todos cuando pensamos en alguna comida que nos guste salivamos. Sobre todo si se trata de la hora de comer y nos gusta mucho. Y es que la producción de nuestra saliva aumenta con la masticación o ante estímulos olfatorios.
Pero son varios los aspectos curiosos que podemos conocer de nuestra saliva y por eso charlamos en Infosalus con un odontólogo valenciano, Arturo Llobel, que es secretario de la Sociedad Española de Odontología y Estomatología, y que nos concede una entrevista en la que nos cuenta varios aspectos sobre la saliva que quizás nos interesan.
El también miembro de la Academia Europea de Odontología Estética, o de la Academia Americana de Oseointegración, entre otras, explica que un ser humano puede producir al día hasta un litro y medio de saliva.
“Las glándulas salivales producen de 0,5 a 1,5 litros de saliva total, en un período de 24 horas. La composición y el flujo de la saliva pueden modularse por diferentes factores, como el ritmo circadiano, la dieta, la edad, los fármacos, y las enfermedades. Además, los medicamentos anticolinérgicos (empleados para el temblor en el parkinson, por ejemplo), los simpaticomiméticos, y los antihipertensivos, alteran el flujo salival y la composición de la saliva”.
DE QUÉ SE COMPONE LA SALIVA
Pero para saber su composición, Llobel indica, además, que la saliva es un “fluido complejo”, que contiene electrolitos, proteínas salivales y séricas, pequeñas moléculas orgánicas, así como metabolitos, y desechos de microorganismos que colonizan la boca.
“La saliva es producida, principalmente, por los tres pares de glándulas salivares mayores (parótida, sublingual, submandibular). En menor medida es producida por cientos de glándulas salivares menores distribuidas por la boca”, apunta este experto.
El secretario de la Sociedad Española de Odontología y Estomatología recuerda, eso sí, que la composición y el flujo de la saliva pueden modularse por diferentes factores, incluidos la dieta, la edad, el sexo, el estado de salud, los fármacos, y las enfermedades.
“Personas medicadas con anticolinérgicos, simpaticomiméticos y antihipertensivos tendrán un flujo y composición de saliva alterado; mientras que aquellas personas que padezcan enfermedades como cáncer, la diabetes, o la obesidad, igualmente presentarán variaciones en su flujo y composición”, sostiene.
¿HAY ALIMENTOS O HÁBITOS QUE INFLUYEN EN ELLA?
Por otro lado, Llobel sostiene que es la interacción de la saliva con los alimentos durante la formación del bolo lo que informa de la percepción del gusto: “La ingesta de alimentos azucarados, o de bebidas carbonatadas ácidas disminuyen el pH de la saliva; y esto puede asociarse con la caries dental”.
Al mismo tiempo, este especialista advierte de que el tabaco es un hábito que influye en la composición y en el flujo salival. “A su vez, el tabaco aumenta el pH de la saliva, reduciendo su capacidad amortiguadora, y también deprime los receptores del gusto”, apostilla.
Pero no nos quedamos ahí sólo porque las funciones de la saliva son muchas y muy notorias, tal y como describe este odontólogo experto y miembro de la Academia Americana de Oseointegración: “La saliva humedece y protege los tejidos bucales y ayuda a hablar, y a tragar. Otras funciones incluyen la amortiguación del pH la cavidad bucal, la formación de películas protectoras, la mineralización de los dientes, la actividad antimicrobiana, la reparación de tejidos, el gusto, y la digestión”.
QUÉ SITUACIONES PUEDEN ALTERAR SU PRODUCCIÓN
En este contexto, preguntamos a este especialista por alguna enfermedad o condición que pueda alterar la producción de la saliva. Nos cuenta que la disminución del flujo salival se debe concretamente a un bajo funcionamiento de las glándulas salivales: “Esta disminución puede ser debido a causas reversibles; como un estado de ansiedad pasajero, una infección aguda en las glándulas salivales, un cuadro de deshidratación, o como efecto secundario de algunos medicamentos”.
Concretamente, detalla que la hiposalivación de tipo crónico conduce a una sequedad de boca permanente, como ocurre en algunas anomalías congénitas, en enfermedades autoinmunes, infecciosas, reumatológicas (síndrome de Sjögren), enfermedades alérgicas, menopausia, radioterapia de cabeza y cuello, diabetes, trastornos psiquiátricos, VIH, consumo de sustancias adictivas (alcohol, drogas y tabaco). “También la baja producción de saliva está relacionada con enfermedades sistémicas como amiloidosis, sarcoidosis, cirrosis biliar, o con la fibrosis quística, entre otras”, añade.
LA SALIVA Y SUS BIOMARCADORES
En última instancia, y como curiosidad, el miembro de la Sociedad Española de Odontología y Estomatología destaca que el estudio de los diferentes componentes proteicos de la saliva como biomarcadores en el diagnóstico de enfermedades bucales y sistémicas sigue siendo un tema de gran interés en la profesión.
“Uno de los usos más frecuentes es en el diagnóstico y relación con la enfermedad periodontal; mientras que su relación con los diferentes niveles de glucosa está bien establecida. Otros hallazgos menos definidos han mostrado una relación con el VIH, diferentes tipos de cáncer oral, enfermedades neurológicas, o con diversas patologías cardiovasculares, entre otras”, recalca este odontólogo.
Además, el doctor Llobel señala que los niveles de cortisol y de la proteína alfa-amilasa en saliva han sido relacionados con niveles de estrés, tanto en adultos como en neonatos, debido a su facilidad de obt
Fuente: EUROPA PRESS