Luego llegó Eric Schmidt, ex-CEO de Google, quien ha sido una figura clave en el desarrollo de la tecnología militar avanzada conocida como “White Stork” o Cigüeña Blanca. Se trata de una empresa ideada por Schmidt centrada en la creación de drones de combates impulsados por inteligencia artificial.
De acuerdo con un artículo en Forbes, el objetivo de White Stork es crear drones capaces de apuntar de manera autónoma, especialmente en aquellos entornos donde los sistemas de comunicación estén comprometidos. Serían drones ligeros, económicos y casi indetectables.
La incursión de Schmidt en tecnología militar no es un paso circunstancial. Este ejecutivo ha encabezado la Comisión Nacional de Seguridad sobre inteligencia artificial y el liderazgo del Consejo de Innovación en Defensa. Y entonces llega la conexión ucraniana.
Desde la invasión rusa al país, Schmidt ha defendido usar los drones como medio para combatir las fuerzas rusas, en especial utilizando drones kamikazes. Lo sorprendente es que, al mismo tiempo, Schmidt ha expresado su preocupación por el impacto que la inteligencia artificial podría tener en la guerra, comparándola con el de las armas nucleares.
En este panorama, la última noticia llega también desde Estados Unidos, en esta caso el Pentágono, y su apuesta por usar una IA para decidir dónde lanzar bombas. De acuerdo con un informe, bombarderos con IA sobrevolaron partes de Medio Oriente el pasado 2 de febrero y “destruyeron o dañaron cohetes, misiles, centros de operaciones de milicias y almacenamiento de drones, entre otros objetivos”. En concreto, el informe recoge que los militares estadounidenses utilizaron algoritmos entrenados por IA en más de 85 ataques desde las alturas en Irak y Siria.
Schuyler Moore, director de tecnología del Comando Central de EE. UU., reconoció en el informe que empleaban tecnologías de visión por ordenasdor “para identificar dónde podría haber amenazas”. Sin embargo, fue una mente humana quien tomó la última decisión de bombardear o no la zona a la que apuntaba la IA.
Los algoritmos que utilizaron en estos bombardeos fueron desarrollados como parte del Proyecto Maven, cuyo objetivo es incentivar a usar más la automatización en el Departamento de Defensa de EE. UU. El programa cuenta con la colaboración de Google, empresa a la que contrataron para implementar la IA en los ataques y que, por aquel entonces, contaba a Eric Schmidt como asesor técnico en cuestiones de tecnología, negocios y políticas. Es cuestión de tiempo para que otros gobiernos comiencen a utilizar una IA para sus propios propósitos, al igual que ocurrió con otras tecnologías.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA