Año tras año, la División de Trata y Tráfico recibe casos de personas desaparecidas que, en ocasiones, acaban en tragedia. Los indicios y las pistas los llevan a recorrer laberintos.
Es diciembre, pero la familia Mamani Gabriel no puede pensar en las celebraciones de fin de año. El ambiente festivo ha desaparecido de su hogar, ya que sólo pueden pensar en Wilmer Alvin, el joven, de 30 años, que lleva desaparecido 10 meses y 22 días en Cochabamba.
“Estamos viviendo como si todo esto fuera una pesadilla”, dice Ana Cristina, hermana de Wilmer Alvin, mientras habla desde el taller donde diseña vestidos de novias y quinceañeras en Villa Pagador, al sur de la ciudad de Cochabamba. “A veces pienso que vamos a despertar y mi hermano estará aquí con nosotros”.
Hace casi un año que Martha Gabriel y Máximo Mamani no saben nada de su hijo Wilmer Alvin. El 31 de enero de este año, salió de su casa a bordo de su trufi, parte de la línea 010, donde trabajaba, y nunca más regresó. Se supo que compró su boleto de trabajo y salió de la parada. Realizó el recorrido de sur a norte y luego volvió a salir del norte y pasó por la zona de La Cancha. Se encontró con una joven, contratada por terceros para hacer de “pildorita”, que lo sedujo y durmió con algún somnífero para robarle su vehículo.
Para sus padres y sus cuatro hermanos, todo lo que están viviendo desde que Wilmer desapareció es una pesadilla. Martha ha pasado muchas tardes sentada en la puerta de su casa, esperando el regreso de su hijo. Ella y su esposo Máximo han enfermado y, recientemente, han retomado sus actividades laborales. Sin embargo, esto no es solo para distraerse, sino por necesidad económica, ya que tienen deudas, y para mantener la búsqueda de su hijo, ya que también se requieren recursos financieros. Martha vende verduras en un mercado de Cochabamba, mientras que Máximo se dedica al sector de la construcción.
La sonrisa ha desaparecido de sus rostros. En cada comida, cena o reunión, la ausencia de Wilmer se hace presente. Siempre hay un plato y una silla vacía en la mesa, lo cual oscurece cualquier intento de alegría. Ana Cristina intenta mostrarse fuerte para apoyar a sus padres y continuar con la búsqueda de Wilmer. Sin embargo, no es fácil y también se derrumba emocionalmente. En ocasiones, entra a la habitación de su hermano, donde todas sus pertenencias están intactas, esperando su regreso.
SUEÑOS Y ESPIRITISMO
Los padres y hermanos de Wilmer han tenido múltiples sueños con él, lo que ha llevado a la familia a salir de su hogar en varias ocasiones en busca de su ser querido. Han explorado cerros en los caminos de Carcaje a Sacaba y a Tarata, pero no han tenido éxito en encontrarlo.
Ana Cristina relata que sus padres sueñan con Wilmer y en esos sueños él les dice que han pasado cerca de él y les pide que sigan buscándolo. Por eso, la familia ha salido a buscarlo dos o tres veces a la semana, incluso los domingos.
En los sueños, Wilmer ha dado diferentes mensajes a algunas personas. A algunos les dice que regresará pronto, mientras que a otros les dice que lo sigan buscando porque está enterrado en algún cerro. También ha mencionado que ya no le lloren, porque ya está muerto.
La angustia de no tener noticias de Wilmer ha llevado a la familia a recurrir al espiritismo en busca de respuestas. Han visitado lugares a los que nunca habían imaginado ir en su desesperado intento de obtener información sobre su paradero.
A pesar de todo, lo único que la familia no pierde es la esperanza de encontrar a Wilmer, con vida o sin ella. Necesitan saber qué ha pasado con él y están dispuestos a seguir buscándolo hasta encontrarlo.
EL AUTO, LA PISTA
En marzo, recibieron las primeras pistas sobre el caso de Wilmer, cuando encontraron su vehículo en un municipio del Trópico de Cochabamba. Decididas a encontrar respuestas, Ana Cristina y su hermana viajaron a esa región, a pesar de los riesgos, debido a los rumores que habían escuchado sobre un automóvil similar al de Wilmer circulando en la zona.
Después de explorar varios lugares, lograron que la policía revisara al menos dos vehículos, pero ninguno de ellos coincidía con el chasis de la movilidad de Wilmer.
Desanimadas, se dirigieron a una tienda para comprar productos de higiene personal, pero mientras caminaban, se encontraron con un automóvil muy parecido al de su hermano en un garaje, aunque sin placa. A pesar de las dificultades, y con la ayuda de una orden que recibieron desde la ciudad de Cochabamba, consiguieron que un oficial de policía acudiera al lugar, preguntara sobre el vehículo y realizara una inspección. Para su sorpresa, resultó ser el trufi de Wilmer, con el chasis coincidiendo y ubicado a una cuadra de la carretera principal. El encargado del lugar afirmó que había recibido el vehículo como “prenda”.
PACTO DE SILENCIO
A raíz del hallazgo del motorizado, se desencadenó una serie de eventos. La Policía inició una persecución de uno por uno a los sospechosos relacionados con la desaparición del joven conductor.
En total, cinco personas fueron detenidas y actualmente se encuentran en prisión preventiva en cárceles de Cochabamba. Entre los detenidos se encuentran cuatro hombres y una mujer, de los cuales al menos tres tienen antecedentes policiales y trabajaban como conductores de transporte público.
Anteriormente, el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Cochabamba, Freddy Medinacelli, informó que los autores tenían como objetivo el vehículo de Wilmer y habían “diseñado” un plan. Comenzaron a comunicarse con él a través de WhatsApp haciéndose pasar por una mujer interesada en conocerlo.
La “cita a ciegas” se llevó a cabo el 31 de enero, un día antes del cumpleaños de Wilmer. Según las investigaciones, los autores contrataron a una persona para sedarlo con dos pastillas y robar su vehículo, el cual fue vendido sin documentos. Sin embargo, su plan sufrió cambios y fueron localizados.
Los implicados mantienen un “pacto de silencio”. Hay testimonios con similitudes, pero ninguno admite haber cometido el crimen. Han declarado que dejaron a Wilmer en un cerro que conecta los municipios de Arbieto y Sacaba.
Durante la audiencia de medidas cautelares de los implicados, Martha, la madre de Wilmer, les ha suplicado que revelen dónde dejaron a su hijo y qué le han hecho, pero no ha obtenido respuesta. Incluso, uno de los implicados se burló de ella.
LOS RESTOS NO SON DE WILMER
El jueves 4 de mayo se llevó a cabo la quinta operación de búsqueda, en la cual participaron la Policía, los Bomberos, el Ejército, la Armada Bolivia, voluntarios, familiares y amigos. Utilizando drones y perros entrenados, el grupo “peinó” la zona del cerro que conecta Carcaje con Sacaba.
Durante la búsqueda, el primo de Wilmer encontró restos óseos al descender por un barranco. Los restos encontrados incluían un fémur, una tibia, una parrilla torácica y un cráneo incompleto.
Desde la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) han dado a conocer que estos restos no pertenecen a Wilmer. Sin embargo, la familia Mamani Gabriel aún no ha recibido una confirmación oficial al respecto.
AGONÍA E INCERTIDUMBRE
La angustia y la incertidumbre de no saber qué ha ocurrido con Wilmer mantienen a su familia desesperada. La falta de información sobre su paradero o la imposibilidad de brindarle un entierro digno en caso de que esté fallecido impiden que sus seres queridos se recuperen emocionalmente y superen su pérdida.
“No tengo ninguna novedad, doñita, ¿qué le puedo decir?” fue la respuesta que Martha recibió al preguntar sobre el estado del caso de su hijo.
Fuente: OPINIÓN