Empecemos con un dato curioso acerca de Minions: nace un villano (Minions: The Rise of Gru), la esperada precuela de la serie de Mi villano favorito. Veamos si se entiende en una oración: se trata de la primera secuela estrenada en cines de una precuela animada y un spin-off animado. Suena más complicado de lo que realmente es. Luego de un prólogo que evoca a Los cazadores del arca perdida y unos títulos de apertura al estilo James Bond, la narración se centra en la infancia de Gru y su deseo máximo es convertirse en un supervillano, lo que causa la risa de sus compañeros de escuela.
El modelo de conducta del pequeño Gru son un grupo de villanos llamados Los viciosos 6, que fueron presentados en la mencionada escena inicial. Las citas a otros largometrajes se sucederán, como es habitual y como hasta el nombre de los villanos lo indica. Los Minions, claro, en cuanto aparecen, van a robarse el show en sus infinitas posibilidades de hacer comedia. Una mezcla de los Siete Enanitos con Los tres chiflados y los Keystone Cops del cine mudo.
Ya no son graciosos para el público adulto y la fórmula está bastante agotada. Sin embargo, los niños no pueden ir solos al cine, así que el éxito de taquilla incluye a los mayores de edad. A los adultos les quedan las citas y los guiños, un premio bastante triste a su paciencia.
La trama de aventuras y los personajes de los villanos aportan una especie de drama de acción sin sentido. Una curiosidad es que aparece aquí un cada vez más frecuente homenaje a la cultura china, algo creciente en el Hollywood actual. Tres o cuatro escenas más o menos divertidas otorgan el entretenimiento disperso que alcanza para llegar hasta el final de la historia mientras los niños saltan de alegría con las locuras de los Minions. Para quienes no conocen el argumento de la comedia, enfrentarse por primera vez a este humor es indiscutiblemente gracioso.