Jartum se convierte de nuevo en un campo de batalla tras el colapso de los esfuerzos de transición civiles
Tensiones internas y los aparatos de seguridad impiden la recuperación del país cuatro años después de la caída de Al Bashir
MADRID, 15 Abr. (EUROPA PRESS) – Semanas de fricciones entre el Ejército sudanés y el grupo paramilitar más importante del país, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han terminado de degenerar este sábado con el estallido de combates a gran escala en la capital, Jartum, así como otros puntos del país, que podrían terminar de derrumbar en las próximas horas el largo y costoso proceso iniciado por el país hace cuatro años hacia la constitución de un gobierno civil tras décadas de dictadura; esfuerzos que ahora están a punto de morir en la orilla.
Los combates, todavía de resultado incierto pero que de momento se saldan con al menos tres muertos y decenas de heridos en la capital, asolada por cruentos bombardeos y fuego de artillería pesada tanto en las calles como en el aeropuerto, representan la ruptura definitiva entre los dos hombres fuertes del país: el líder militar sudanés Abdelfatá al Burhan y el hasta ahora ‘número dos’ y cabecilla paramilitar, Mohamed Hamdan Dagalo, alias ‘Hemedti’, que han llevado finalmente a la lucha armada sus discrepancias sobre el funcionamiento del futuro Ejército sudanés bajo mando civil.
El tortuoso proceso iniciado tras la revolución popular que acabó con treinta años de dictadura de Omar al Bashir en abril de 2019 se ha visto constantemente empañado por la desconfianza entre los grupos civiles, instrumentales en la caída del autócrata, hacia un ejército al que nunca han terminado de ver – como tampoco a las RSF – como garantes de un proceso de transición a la democracia, como demostró primero el golpe de Estado liderado por Al Burhan en 2021 que echó del poder a Abdalá Hamdok, el primer ministro acordado inicialmente por civiles y militares, y después la violentísima represión militar de 2022 a las protestas contra la asonada, que se saldaron con un centenar de muertos.
Las RSF no están ni mucho menos exentas de culpa: Amnistía Internacional acusa a la formación de matanzas como la ocurrida el 3 de junio de 2019, poco después de la caída del dictador, cuando las milicias encabezaron la masacre de un centenar de participantes de una sentada en la capital que exigían la rápida estabilización de las condiciones de vida. Más de 700 personas resultaron heridas, y decenas de hombres y mujeres denunciaron después haber sido sometidos a violaciones por elementos paramilitares, sucesores de las temibles milicias Yanyauid del conflicto de Darfur.
Así las cosas, organizaciones humanitarias como Human Rights Watch han apuntado con el dedo a la comunidad internacional, comenzando por la mediación a la que han acusado de hacer el juego a los militares y los paramilitares sudaneses, obviando su incapacidad manifiesta, añaden, para guiar al país por la senda de la paz.
Desde el golpe”, lamenta en Twitter el investigador de HRW, Mohamed Osman, “los actores internacionales han pasado de puntillas a los actores militares que han mostrado un total desprecio por los derechos básicos de las personas y su total desinterés en una reforma creíble”, en referencia tanto a Naciones Unidas como al cuarteto internacional integrado por Estados Unidos, Reino Unido, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), quienes nunca concedieron su apoyo a cualquier tipo de esfuerzo paralelo que no contara con presencia militar, como el que tuvo lugar hace unos meses en Egipto.
COMBATES POR TODO EL PAÍS
Los combates en la capital comenzaron en torno a las 09.00 de la mañana con un asalto frustrado de las RSF a la residencia de Al Burhan, según ha hecho saber el propio líder sudanés, antes de protagonizar un intento de tomar el aeropuerto internacional de Jartum y, simultáneamente, la base militar sudanesa de la ciudad de Meroe, a 220 kilómetros al norte de la capital y rodeada desde el jueves por los paramilitares en el primer indicio de que la situación difícilmente tendría marcha atrás.
Es más, los combates han estallado solo momentos después de que los altos responsables de grupos armados sudaneses firmantes del acuerdo de paz de Juba, y ahora mediadores de emergencia entre la disputa entre Al Burhan y ‘Hemedti’ aseguraran que ambos líderes habían aceptado emprender negociaciones de urgencia para resolver la situación.
Como cabía esperar, ambos se han responsabilizado mutuamente del inicio de las hostilidades. El Ejército sudanés ha acusado directamente de “traición” a los paramilitares, quienes a su vez han responsabilizado a las Fuerzas Armadas de lanzar un ataque sorpresa contra su despliegue en la capital.
Mientras, la comunidad internacional ha pedido el cese inmediato de las hostilidades mientras las embajadas han ordenado a sus ciudadanos en el país que se queden en sus casas dado lo cruento de los combates, en particular en la capital, donde aviones militares de combate han realizado vuelos a baja altura para bombardear posiciones de las RSF, entre ellas su cuartel general en el campamento de Soba, y los enfrentamientos con artillería se han repetido a lo largo de la mañana.
En medio de toda esta situación, la voz de las formaciones políticas y organizaciones civiles tan destacadas como las Fuerzas para la Libertad y el Cambio (FCC) ha quedado prácticamente apagada tras avisar, a principios de esta semana, del descarrilamiento inminente del proceso, en parte por la presencia de elementos del “antiguo régimen” obedientes a Al Bashir, a quién acusan de dirigir, desde la cárcel, los aconteceres actuales. “En esta situación”, añade el responsable del partido Umma, Fadlalá Burma Naser, en declaraciones a Al Yazira, “no hay ganador ni perdedor: hay perdedores en plural, y esos son todos los sudaneses”.
Fuente: EUROPAPRESS