Hay estudios que estiman que hasta el 70% de nuestro sistema inmunológico depende directamente del estado de nuestra microbiota
Podemos encontrar bacterias en prácticamente cualquier lugar del planeta. Hay grupos de bacterias habitando las gélidas llanuras de la Antártida, pero también en las calentísimas aguas termales de Nueva Zelanda (a unos 90ºC). Podríamos incluso encontrar algunos grupos de bacterias adaptados a vivir en las profundidades de los pozos petrolíferos.
Uno de los lugares más sorprendentes donde podemos encontrarnos una colonia con infinidad de estos microorganismos es en el interior de nuestro cuerpo. Puede ser un poco difícil de imaginar, pero lo cierto es que hay cientos y cientos de especies de estas bacterias que han colonizado nuestro sistema digestivo desde nuestro mismísimo principio, es decir, desde que estamos en el vientre materno. Esta colonia de microorganismos es lo que conocemos como microbiota o flora intestinal.
La misión de la microbiota
Es tanta la importancia que tiene la flora intestinal para nuestra supervivencia, que la comunidad científica ya la considera como un órgano más. Por un lado, esta colonia de bacterias nos ayuda a digerir los alimentos que el organismo no puede metabolizar por sí mismo, como es el caso de los ácidos grasos de cadena corta insaturados, que son potentes antioxidantes que ayudan a equilibrar los niveles de colesterol y triglicéridos. También ayuda a la producción de vitaminas fundamentales para la salud, como la vitamina K o la vitamina B12.
Por otro lado, la flora intestinal también hace las veces de barrera de protección frente a patógenos, sustancias carcinógenas, metales tóxicos, químicos nocivos, etc. De hecho, hay estudios que sugieren que hasta el 70% de nuestro sistema inmunológico depende directamente del estado de nuestra microbiota.
La mayor parte de la flora intestinal se encuentra en el colon. Allí se va desarrollando y prosperando, de forma que su tamaño y composición va cambiando a medida que cambian las condiciones ambientales. La edad, el estrés, los cambios en la dieta o la ingesta de determinadas sustancias, como alcohol, tabaco, azúcar, antibióticos, (…) pueden llegar a deteriorar enormemente la estabilidad de la flora intestinal y, por lo tanto, al desarrollo de sus funciones.
La buena noticia es que, al igual que la flora intestinal puede verse gravemente deteriorada, también puede regenerarse. Y aquí es donde entran en juego los probióticos:
¿Qué son los probióticos?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) elaboraron una serie de directrices para estandarizar la composición de probióticos. Estas organizaciones denominan probióticos a aquellos “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades apropiadas, confieren al huésped un beneficio para la salud”. Para que un producto pueda comercializarse como probiótico, el grupo de trabajo mandatado por la FAO y la OMS estableció que debe reunir unas características:
- Debe estar vivo.
- Debe ser estable.
- Debe contener un número adecuado de microoganismos para producir el efecto beneficioso que se busca.
- Debe especificarse el género y la especie de cada cepa específica.
- Debe haber evidencias científicas que corroboren que es eficaz en seres humanos.
- Debe poder almacenarse en una sustancia que no afecte a la viabilidad o a su supervivencia.
- Debe haber evidencia de que la cepa tiene un determinado efecto beneficioso. Los beneficios de una cepa no pueden ser extrapolados a otras cepas.
- Debe estar etiquetado con información veraz sobre estas características.
Los efectos beneficiosos de los probióticos han recibido cada vez mayor reconocimiento por parte de los profesionales de la salud, como demuestra el trabajo encargado por la OMS y la FAO. Diversos trabajos científicos sobre las propiedades y funcionalidad de los microorganismos vivos coinciden en su importancia para las funciones inmunológica y digestiva. De esta forma, al consumir probióticos estaremos ayudando a regenerar nuestra microbiota, lo que puede resultar fundamental para que nuestro sistema inmunitario combata eficazmente cualquier tipo de infección.
Fuente: LA RAZON ESPAÑA