MADRID, 13 Mar. (EUROPA PRESS) – La llegada del nuevo año es el momento en que las aves antárticas como el escúa polar o págalo polar, el petrel antártico y el petrel de las nieves construye sus nidos y ponen sus huevos. Pero entre diciembre de 2021 y enero de 2022, los investigadores no encontraron ni un solo nido de escúa en Svarthamaren, una de las regiones a las que acuden estas aves para criar a sus polluelos. Del mismo modo, el número de nidos de petrel antártico y petrel de las nieves descendió casi a cero.
En estas regiones, el cambio climático provocó que las nevadas y la acumulación de nieve fueran significativamente mayores que en años anteriores. Ahora, el estudio publicado en la revista ‘Current Biology’ demuestra que estas tormentas de nieve inusualmente fuertes han interferido en la capacidad de cría de las aves.
“Sabemos que en una colonia de aves marinas, cuando hay una tormenta, se pierden algunos polluelos y huevos, y el éxito reproductor es menor — afirma Sebastien Descamps, primer autor del estudio e investigador del Instituto Polar Noruego–. “Pero aquí estamos hablando de decenas, si no cientos de miles de aves, y ninguna de ellas se reprodujo a lo largo de estas tormentas. Tener un éxito reproductor nulo es realmente inesperado”.
Svarthamaren y la cercana Jutulsessen albergan dos de las mayores colonias de petreles antárticos del mundo y son zonas de nidificación esenciales para el petrel de las nieves y el escúa polar sur. Entre 1985 y 2020, en Svarthamaren había entre 20.000 y 200.000 nidos anuales de petrel antártico, unos 2.000 de petrel de las nieves y más de 100 de escúa.
En la temporada 2021-2022, solo había tres petreles antárticos reproductores, un puñado de petreles de las nieves reproductores y cero nidos de escúa. Del mismo modo, en Jutulsessen, no hubo nidos de petrel antártico en el verano de 2021 a 2022 a pesar de que los años anteriores habían mostrado decenas de miles de nidos activos. “No fue solo una colonia aislada la que se vio impactada por este clima extremo. Estamos hablando de colonias repartidas en cientos de kilómetros –alerta Descamps–.
Así que estas condiciones tormentosas impactaron en una parte realmente grande de tierra, lo que significa que el éxito reproductor de una gran parte de la población de petreles antárticos se vio afectado”.
Estas aves ponen sus huevos en el suelo desnudo, por lo que con suficiente nieve, el terreno se vuelve inaccesible, y la cría de pollos se hace imposible. Las tormentas también tienen un coste termorregulador: las aves deben emplear sus fuerzas disponibles en refugiarse, mantenerse calientes y conservar energía.
“Hasta hace poco, no había signos evidentes de calentamiento climático en la Antártida, salvo en la península –recuerda Descamps–, pero en los últimos años, ha habido nuevos estudios y nuevos fenómenos meteorológicos extremos que empezaron a dar un giro a la forma en que vemos el cambio climático en la Antártida”. Descamps espera que, con el tiempo, el modelo utilizado para predecir la gravedad de las tormentas pueda ajustarse para ser aún más preciso. “Cuando se trata de la severidad de una tormenta, se trata tanto del viento como de la acumulación de nieve –subraya–. No hay muchos lugares en los que tengamos las mediciones de nieve adecuadas, y eso desempeña un papel importante a la hora de explicar el éxito reproductor de las aves”. “Creo que nuestro estudio demuestra de forma contundente que estos fenómenos extremos tienen un impacto muy fuerte en las poblaciones de aves marinas, y los modelos climáticos predicen que la gravedad de estos fenómenos extremos aumentará”, concluye.
Fuente: CIENCIAPLUS