Ucrania logra el respaldo de los principales bloques internacionales, mientras que Rusia se apoya en otras naciones ya asiladas
Mientras Zelenski intensifica sus viajes al extranjero, Putin se recluye en el Kremlin y delega en Lavrov las giras internacionales
Cuando se cumple un año del estallido de la guerra en Ucrania, la división internacional entre quienes apoyan al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y los que se decantan por manifestar su connivencia con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, parece ahora más evidente que nunca.
Tras varias semanas de tensión en las fronteras rusas y bielorrusas con Ucrania, Putin decidió finalmente el 24 de febrero de 2022 ingresar por la fuerza en territorio ucraniano, iniciando así una guerra en el continente europeo y retrotrayendo a algunos a un panorama nunca antes visto desde la Segunda Guerra Mundial y la posterior Guerra Fría.
Putin puede en su caso sacar pecho del apoyo inquebrantable de alguno de sus socios tradicionales, con la vecina Bielorrusia, Siria o Irán como punta de lanza de un educido grupo de potencias internacionales que ven con simpatía las maniobras de Moscú y justifican la eufemísticamente denominada “operación militar especial”.
La antigua región soviética de Bielorrusia se ha tornado incluso como campo de maniobras de Rusia, que llegó a utilizar el territorio de su país vecino para albergar tropas e infundir miedo en la antesala de la guerra, y ahora desde Ucrania temen una posible ofensiva desde el sur de Bielorrusia, a escasos cien kilómetros de la capital, Kiev.
En Damasco, Putin encontró el apoyo de unas autoridades que en todo momento han compartido su visión respecto al Donbás y esa supuesta legitimidad de Moscú para considerar esta región oriental ucraniana como parte de su territorio. De hecho Siria fue uno de los primeros países en reconocer los referéndum de anexión de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia del pasado septiembre.
En el caso de Irán, las autoridades del país del Golfo ha profesado su apoyo a Putin, aunque han remarcado en todo momento su neutralidad en el conflicto armado. Sin embargo, desde Ucrania han denunciado en reiteradas ocasiones a Teherán de suministrar drones a las Fuerzas Armadas rusas con los que estos han atacado a la población civil ucraniana.
Por el contrario, el presidente Zelenski puede presumir ahora, un año después del estallido de la guerra, de contar con más aliados que nunca, destacando por encima de todo los apoyos manifestados tanto por la Alianza Atlántica, como por Estados Unidos y la Unión Europea, que no solo se han limitado a lo verbal, sino que han ido más allá con armamento y ayudas económicas e imponiendo sanciones a Moscú.
Aunque desde Rusia han tratado de justificar la invasión de Ucrania por los avances que la Unión Europea y la OTAN estaban realizando en esta dirección, Ucrania y ambos bloques han desmentido en todo momento haber estado acercando posturas en la antesala del conflicto.
Sin embargo, si de algo parece haber servido esta guerra es precisamente de haber motivado a Bruselas para arropar a Kiev e iniciar los procesos de membresía para la UE, si bien por el momento no se vislumbra la línea de meta y el camino de Ucrania a estas instituciones parece aún largo y tedioso.
Las muestras de apoyo de los líderes europeos –como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Consejo, Charles Michel; o el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell– han sido prácticamente diarias, con discursos centrados en lo ilegal y delictivo de la invasión rusa.
El bloque europeo ha impuesto ya hasta nueve rondas de sanciones contra los dirigentes rusos, los principales magnates afines al Kremlin y a los pilares de la economía del país euroasiático, como la exportación de gas, productos derivados del petróleo, carbón e incluso entidades bancarias.
Desde la Alianza Atlántica, aunque por el momento se descarta la membresía ucraniana, sí se ha rechazado frontalmente la agresión rusa y se ha impulsado la adhesión de Finlandia y Suecia, países históricamente alejados de los conflictos y muy cercano geográficamente a Rusia, lo que supondría un varapalo para Putin, que habría logrado reunir a gran parte de la comunidad internacional en su contra.
Pero por encima de los bloques europeos, de los países del Báltico y de Polonia –que se han tornado como uno de los principales azotes de Moscú y todo lo relacionado con lo ruso–, destaca el amparo de Estados Unidos, primer país en ponerse en contacto con Ucrania cuando Rusia violó sus fronteras y que ha aunado a Occidente para suministrar apoyo militar y económico a Kiev.
De hecho, la visita de Zelenski a Washington a finales de diciembre, y el reciente viaje del presidente estadounidense, Joe Biden, a Kiev han dejado imágenes históricas que certifican la conexión entre Estados Unidos y Ucrania y la firme oposición de la Casa Blanca a las maniobras rusas.
VISITAS INTERNACIONALES
De hecho, las visitas de mandatarios internacionales a Kiev han sido uno de los principales argumentos que demuestran el apoyo que recibe Zelenski, agasajado –especialmente tras los primeros meses de guerra– con la presencia de líderes europeos, mientras Putin se veía marginado.
En la memoria queda el acercamiento demostrado por el presidente galo, Emmanuel Macron, con Zelenski durante una reciente visita del líder ucraniano a París, en clara contraposición con las fotografías difundidas del encuentro entre el mandatario francés y Putin en el Kremlin antes del estallido de la guerra, con una larga mesa que separaba a ambos jefes de Estado.
Asimismo, pocas semanas después de que Rusia iniciase la guerra, los primeros ministros de Polonia, Eslovenia y República Checa cogieron un tren para viajar a territorio ucraniano en un claro gesto de apoyo que, dijeron, iba en nombre del conjunto de la Unión Europea.
Entre recepción y recepción, Zelenski también ha encontrado hueco para salir de las fronteras ucranianas, destacando los mencionados viajes a Washington y París, pero también a Londres, donde se reunión con el primer ministro británico, Rishi Sunak, y el rey Carlos III, y también a Bruselas, donde compareció ante el Parlamento Europeo y se vio con líderes de los Veintisiete.
Mientras tanto, Putin parece estar condenado a recluirse en el edificio del Kremlin, delegando a su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, la misión de desplazarse hacia territorios amigos, como algunas antiguas repúblicas soviéticas y naciones africanas, continente donde Moscú trata ahora de ampliar su influencia.
EL PAPEL INDEFINIDO DE CHINA
A medida que el tablero internacional se decanta por Putin o Zelenski, China parece mostrarse indiferente a la disyuntiva Rusia-Ucrania y aboga por mantener un rol neutral, alejado del conflicto e incluso se perfila como potencia encargada de facilitar el acercamiento de posturas, una posición ya reivindicada por otros como Turquía.
De hecho, esta misma semana China ha reconocido estar “profundamente preocupada” por la situación de la guerra, aparentemente lejos de un acercamiento entre Moscú y Kiev a pesar de que Zelenski ha propuesto una ‘Fórmula de Paz’ que el Kremlin ha descartado en todo momento.
En medio de esta situación, el principal responsable de la diplomacia china, Wang Yi, aterrizó el martes en Rusia en el marco de una gira europea y que ha destapado los temores de Estados Unidos y parte de Occidente ante un posible acercamiento de posturas entre Pekín y Moscú.
Aunque el gigante asiático no ha condenado de forma clara y contundente las maniobras rusas en Ucrania, sí ha descartado en todo momento estas preocupaciones de Washington sobre el alineamiento chino con el presidente Putin.
Fuente: EUROPA PRESS