Grabaciones en alta frecuencia revelan lo que alerta a muchos animales momentos antes de que comience un terremoto.
Los recientes terremotos que han sacudido Turquía realzan la necesidad de contar con sistemas de alerta temprana en zonas de intensa actividad sísmica. Sin embargo, la tecnología no es la única que puede avisar de la inminencia de una catástrofe. En ocasiones, los animales domésticos detectan naturalmente estos movimientos telúricos momentos antes de que los percibamos.
¿Qué es lo que los inquieta tanto y que nosotros ni siquiera notamos? La clave está en las ondas que captan.
Las ondas de un sismo
La mayoría de los grandes terremotos se producen por la liberación repentina de energía en el interior de la Tierra debido a la tensión acumulada entre las placas tectónicas. Esta liberación genera ondas que viajan en todas las direcciones alrededor de la fuente del sismo. Las principales son las llamadas ‘P’ y ‘S’.
“Las ondas P se propagan de manera directa, como una bala. En tanto, las ondas S lo hacen en zigzag (hacia arriba y hacia abajo) y son las que destruyen el suelo y las estructuras”, explica a La República el Dr. Hernando Tavera, jefe del Instituto Geofísico del Perú (IGP).
Las ondas P, menos dañinas, pero un 50% más rápidas que las S, son las primeras en ser detectadas por los sismógrafos y por distintas especies, incluidos perros y gatos. “Estos animales pueden percibirlas, les afecta el oído y se comportan de manera anormal”, agrega Tavera.
Para los humanos, en cambio, estas ondas se encuentran en frecuencias muy bajas para ser escuchadas. No obstante, a veces, pueden transmitirse por el aire como sonido, según la revista Nature.
El sonido de un terremoto
En 2011, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) detectó, con un hidrófono en el litoral de Alaska, un terremoto de magnitud 9.0 ocurrido en Honshu, Japón. Luego, tras revisar el registro, los científicos aceleraron las ondas producidas por el sismo para que sonaran en una frecuencia lo suficientemente alta para que sean escuchadas por las personas.
En el video, a partir del minuto 0.39, se aprecia el sonido estremecedor de la onda inicial (P) y, más de 30 segundos después, la sacudida más violenta (ondas S).
A mayor distancia del epicentro, más diferencia habrá en el tiempo que demora cada onda en llegar. Por ello, la detección de las ondas P como aviso de una catástrofe no sería posible en un lugar muy cercano a la fuente del sismo.
Fuente: LA REPÚBLICA