Entender a los animales muchas veces puede resultar difícil. Qué tener en cuenta a la hora de relacionarnos de manera cercana con ellos
Es muy probable que, al intentar acariciar a un gato mimoso y afectuoso, hayamos recibido un arañazo. A pesar de que los felinos adoran los mimos y las demostraciones de cariño, en nada se parecen a los perros. Por lo tanto, si hacemos algo que no les gusta, su respuesta puede ser atacar o morder. A pesar de que la convivencia entre los seres humanos y los gatos, como animales de compañía, ya tiene más de cinco mil años.
Esta especie todavía conserva mucha de la información genética de sus ancestros, de modo que sus cerebros todavía están programados para pensar como un animal silvestre en muchos aspectos. Por eso se explican muchos comportamientos de los gatos, como puede ser la tendencia a ser más solitarios, sintiéndose abrumados con las muestras de afecto demasiado efusivas que en ocasiones tienen las personas hacia ellos.
Además, todo puede empeorar si se les tocan ciertos lugares que no les gusta o de una manera poco agradable para ellos. Por eso es importante saber qué les gusta y evitar de ese modo un momento de estrés para ambos, el gato y el ser humano. No hay que forzar al animal a recibir las muestras de afecto, las caricias y los mimos, cuando se las estamos queriendo dar.
Lo que hay que hacer, en cambio, es aprender a leer sus señales para saber si quiere o no recibir afecto, además de conocer las partes de su cuerpo sobre las que les gustan o disgustan esas demostraciones.
Generalmente, a todos los felinos les encanta que los acaricien alrededor de las zonas donde se localizan las glándulas faciales que producen y eliminan feromonas, como son la base de las orejas, debajo del mentón y cerca de las mejillas. Por el contrario, no disfrutan tanto del contacto en la barriga, el lomo y la base de la cola.
Para saber si le gustan los mimos a un gato debemos saber detectar los siguientes signos de placer:
-Mantiene la cola erguida y él es el que inicia el contacto.
-Ronronea y “amasa” con las patas delanteras.
-Mueve suavemente la cola de lado a lado mientras la mantiene estirada.
-Se muestra en una postura y expresión facial relajadas, con las orejas hacia delante.
-Empuja nuestra mano suavemente pero con firmeza si se detienen las caricias, indicando que le gusta y que quiere seguir.
En cambio los signos de rechazo del gato a nuestra acción son:
-Mover o torcer la cabeza en dirección contraria a la nuestra, evitando, de esa forma, el contacto directo visual.
-Mostrarse indiferente y pasivo (ni ronronea ni busca el contacto físico).
-Parpadear exageradamente, o sacudir la cabeza y el cuerpo o lamerse la nariz.
-Erizar el pelo y/o arquearse.
-Mover o agitar la cola muy acompasadamente o golpearla a ambos lados.
-Aplanar las orejas orientándolas hacia los costados o hacia atrás.
-Girar bruscamente la cabeza para lograr enfrentar nuestra mano.
-Apartar o golpear nuestra mano con una pata.
-Intentar mordernos
Así las cosas, lo más importante en la convivencia con un gato es respetar los límites que él establezca y tener, de esa forma, una relación lógica, respetuosa y equilibrada.
Fuente: INFOBAE