El fulgor del despertar del Mauna Loa, el volcán activo más grande del mundo, fue visible para los satélites de la NASA y la NOAA que orbitaban a cientos de kilómetros sobre la superficie.
Mauna Loa ha estado en silencio durante las últimas cuatro décadas. Pero en noviembre de 2022, el volcán comenzó a moverse.
Los primeros signos de perturbación surgieron a principios de octubre de 2022, cuando los datos del Servicio Geológico de EE.UU. mostraron un aumento de diez veces en los pequeños terremotos debajo de la caldera de la cumbre del volcán, como resultado del movimiento subterráneo del magma. Los enjambres de terremotos continuaron esporádicamente hasta el 27 de noviembre de 2022, cuando nuevas fisuras comenzaron a derramar lava en el suelo de la caldera a las 11:30 p.m. hora local. La mayoría de las fuentes de lava tenían solo unos pocos metros de altura, aunque algunas de las más altas se elevaban hasta 30 a 60 metros. Los flujos de lava en la caldera se calmaron al día siguiente, aunque para entonces se habían abierto otras fisuras ligeramente hacia el noreste.
La imagen de arriba fue adquirida a las 12.25 UTC del 28 de noviembre por el instrumento VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite) en el satélite NOAA-NASA Suomi NPP. A modo de comparación, la imagen por encima muestra la misma área el 29 de octubre de 2022, antes de que comenzara la erupción.
Parte de la capa de nubes del 28 de noviembre dispersó la luz de la erupción y las áreas urbanas y la hizo más difusa. “También parece que la lava emitida por la erupción era tan brillante que el sensor se saturó, produciendo una ‘racha de recuperación posterior a la saturación’ a lo largo del escaneo VIIRS hacia el sureste”, señaló en un comunicado del NASA Earth Observatory Simon Carn, vulcanólogo de Michigan Tech. “Estas rayas solo se ven sobre fuentes muy intensas de radiación visible”.
Entre las sustancias que emanaban del volcán se encontraba el dióxido de azufre (SO2), un gas acre que reacciona con el oxígeno y el agua para formar una neblina volcánica gris llamada vog.
“La erupción es efusiva más que explosiva, aunque su fase inicial durante la noche del 28 de noviembre fue bastante enérgica e inyectó algo de dióxido de azufre a grandes altitudes, posiblemente hasta la tropopausa”, dijo Carn. “Eso es inusual para este tipo de erupción”.
Los científicos de la NASA utilizaron OMPS y TROPOMI para medir las emisiones de dióxido de azufre de aproximadamente 0,2 teragramos el 28 de noviembre. “Ambos sensores midieron con 5 minutos de diferencia a primera hora de la tarde y están en excelente acuerdo a pesar de tener diferentes algoritmos”, dijo Nickolay Krotkov, un científico atmosférico en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. A modo de comparación, la erupción anterior de Mauna Loa, en marzo-abril de 1984, emitió alrededor de 1,2 teragramos de dióxido de azufre durante una erupción de tres semanas.
“Las erupciones de Mauna Loa suelen durar unas pocas semanas, pero esta es una erupción en evolución y estamos solo en los primeros días”, agregó Ashley Davies, vulcanóloga del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
Fuente: Europa Press