- En muchos conflictos, los reproches y el enfado sin filtros provocan que la discusión se alargue durante horas
En todos los tipos de relaciones interpersonales se producen desacuerdos: en la familia, puesto que la convivencia puede provocar roces por cuestiones cotidianas; en las amistades, puesto que generalmente no se piensa siempre lo mismo y pueden chocar ideas discordantes, y en las parejas, pues existe un proceso en el que paulatinamente se va conociendo a una persona y es común que, en ciertas ocasiones, se produzcan conflictos.
Estas discusiones, siempre que se desarrollen dentro de una normalidad, son situaciones naturales en la convivencia humana. La perfección y la felicidad constantes no existen, por lo que las desavenencias son frecuentes en este tipo de relaciones.
Sin embargo, estos conflictos suelen resultar especialmente dolorosos cuando las faltas de respeto, el enfado sin filtros y la escasez de empatía reinan en las conversaciones que deberían servir para poner un punto y final a la discusión. Sin embargo, estos aspectos consiguen justamente lo contrario: echar más leña a un fuego que ya arde con una gran llama.
El psicólogo estadounidense Mark Travers, de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder, especialista en la gestión de conflictos en las relaciones, destaca que hay una forma de que estas discusiones se desarrollen de una forma mucho más calmada y de que su final sea de acercamiento. El experto se refiere a la regla de las 24 horas, según señala la revista Biba.
¿Qué es la regla de las 24 horas?
Los dardos envenenados, los bucles interminables o los reproches injustificados pueden llegar a su fin si, en lugar de continuar el conflicto hasta el infinito, la pareja se toma un descanso de 24 horas para que el calor del enfado del momento se disipe. Según explica el psicólogo, este tiempo de reflexión no debe emplearse para repetir en bucle mentalmente lo ocurrido. Aunque es un periodo que puede utilizarse para observar el conflicto desde otra perspectiva, el pensamiento obsesivo solo llevaría a un mayor enfado.
Lo fundamental es reflexionar con calma, ordenar la mente y, especialmente, tomarse un respiro en forma de paseo, deporte o escritura, que es muy beneficiosa a la hora de soltar los pensamientos que preocupan y permitir el desahogo.

Sin embargo, para que esta dinámica sea efectiva, es importante que todas las partes de la relación sean conocedoras de que se va a producir este tiempo de descanso: no sirve que una de las personas desaparezca durante un día entero sin que el otro sepa que se está tomando un periodo de reflexión, ya que esto solo generaría aún más ansiedad y enfado.
¿Y después de ese tiempo?
Una vez ha finalizado ese tiempo de descanso, es importante no hacer como que la discusión nunca ha existido, ya que esto podría derivar en rencores ocultos que, llegado un determinado momento, podrían volver a florecer. Este periodo de reflexión debe servir para que la conversación posterior sea más tranquila, exponiendo cada uno sus ideas sobre el conflicto sin que se genere el clima de hostilidad que suele producirse cuando la discusión recién ha comenzado.
En este intercambio de pareceres, el objetivo no debe ser ganar el debate, sino caminar juntos hacia un destino común que sea la solución desde el perdón y la ausencia de venganzas o rencores. De esta manera, el psicólogo señala que se genera un clima de confianza, ya que el tiempo de descanso ha servido para poner en orden las ideas de cada uno y poder explicarlas con una calma en la que no reinen las palabras en caliente.
Fuente: Infobae