El equipo italiano se amuralla y explota la contra para golpear a un Bayern sin acierto
El líder de la liga italiana se acerca a las semifinales de la Champions en la búsqueda de su cuarta orejona. Lo hace con sus armas seculares, las de un equipo solidario, trabajador, musculado y al tiempo sutil. Con un tratado de fútbol bajo el brazo. Complicado meterle mano a este Inter que además se benefició de una noche sin puntería de Harry Kane, que dejó pasar dos opciones de gol que no suele perdonar. Y bien que le dolió al Bayern, golpeado en cuanto bajó revoluciones (1-2), primero tras verse dominador, después, ya casi al final, cuando el Bayern acababa de empatar y se lanzaba a por la victoria.
Los bávaros iniciaron el partido a todo trapo, punzantes, profundos en el flanco diestro con Laimer y Olise, ambiciosos en la presión para convertir el partido en un infierno para el Inter. Pero si entre los grandes aspirantes a la Champions hay un equipo diseñado para manejarse en las calderas ese es el Inter. Quizás lo lleven en el ADN, así que pico y pala con una línea de cinco zagueros apenas separada de la siguiente por una decena de metros se plegó, abrió el paraguas y esperó a que pasase el chaparrón. En efecto amainó. Lo hizo tras intentos de Olise, Guerreiro o Harry Kane, de un disparo del delantero inglés que se fue al palo. Mediaba entonces la primera parte, poco más de 25 minutos de brega que los italianos se quitaron de encima de un plumazo. De pronto encontraron vías para dañar a la timorata defensa local, espacio en el que el Bayern no deja de ser un gigante con pies de barro. Y marcó Lautaro un golazo en el que Thuram dejó credenciales de delantero con oficio, una acción tan contundente que el Bayern palideció. El descanso acudió al rescate del equipo que no hacía tanto parecía intratable.
Ese es el Inter, un luchador a la contra pleno de matices que le convierten en complicado de domesticar. Y el Bayern, que tiene recursos obviamente, semeja haber bajado de nivel respecto a temporadas pasadas. Vincent Kompany quiere que juegue en campo contrario, que tenga codicia tras perder el balón. Para todo lo demás está Kane. Pero le falta sutileza al equipo para jugar en espacios reducidos. El Inter le impidió correr y por ahí empezó a decantar la eliminatoria. Por eso tampoco se alteró cuando, con el transcurso de la segunda parte, el Bayern volvió a controlar el juego. O a parecer que lo hacía. Guerreiro, un lateral zurdo que jugó de mediapunta, tuvo el empate desde la frontal tras un rebumbio que permitió el Inter, poco dado a dádivas.
La rueda de sustituciones detuvo el partido y sacó a escena a Thomas Müller, que se asomó al gol y lo acabó por firmar con diez minutos por jugar. Revivió el Bayern, que fue entonces cuando se llevó el último sopapo: una contra de Carlos Augusto que remató bajo palos Frattesi, que acompañó la única jugada de ataque del Inter en la segunda parte. Suficiente para ganar y romper una racha de 22 partidos del Bayern sin perder en Champions en su estadio.
Fuente: EL PAÍS