Hay escenas exigentes físicamente y otras cuya complicación es más emocional. Lo contaban hace unas semanas los protagonistas de El juego del calamar en una entrevista exclusiva con el director Hwag Dong-hyuK publicada por EL PAÍS.
Tanto Lee Jung-jae, cuya interpretación del jugador 456 le valió un Emmy, como Wi Ha-jun, que hace del detective de policía, repiten en la segunda temporada de la serie, que se estrena en Netflix el próximo 26 de diciembre.
Al rememorar su trabajo de 2021 interpretando al jugador Seong Gi-hun, el actor Lee Jung-jae, una de las mayores estrellas asiáticas, recordaba entre risas que su personaje tenía muchas escenas complicadas físicamente. “La escena más dura fue en la que el hombre del traje me daba bofetadas jugando al ttakji, porque fueron muchas”, explicaba sobre el reclutador de los concursantes, que también repite en la secuela. El juego de la dalgona, la galleta de miel que los jugadores tienen que romper de una determinada forma, tampoco fue sencillo: “Tuve que chuparla muchísmo”, decía el actor gesticulando el esfuerzo. “Sin embargo, emocionalmente, lo más difícil fue el enfrentamiento final entre mi personaje y su amigo de la infancia”. En el duelo climático de la primera temporada, el jugador 456 no solo se enfrenta a su amigo, también confronta sus propios fantasmas y la naturaleza del juego, sembrando la venganza en torno a la que gira la segunda temporada.
En el plano emocional, el actor Wi Ha-jun explicaba que la escena más compleja fue en la que el detective Hwang, que él interpreta, descubre que su hermano, al que está buscando desde que desapareció cuando se apuntó al juego, es precisamente el Líder del mismo. “Pero el director me ayudó mucho a gestionar esa mezcla de sentimientos”, dice el joven intérprete, ya que el descubrimiento implicaba la alegría de encontrar a su hermano perdido, la sorpresa y decepción de descubrir en quién se había convertido y el enfrentamiento, en el que el policía acaba recibiendo un disparo del Líder, quien por cierto, también repite en la secuela.
A nivel físico, el actor no dudó un segundo en elegir: “Tuve que superar mi miedo al agua porque salía buceando. Fue una experiencia bastante traumática”. En la segunda temporada tuvo que volver a mojarse pero tuvo más entrenamiento. “Gracias a El juego del calamar, creo que soy mejor nadador”, admite el fornido actor.
Fuente: EL PAÍS