El oficial hospitalizado recibió dos disparos por parte de los bloqueadores. Asegura que respondió con su arma reglamentaria para dispersar a una turba de 100 personas
“Nos bajaron de la colina golpeándonos, haciendo explosionar petardos, lanzándonos piedras, golpeándonos con palos”. Así comienza la declaración del policía acusado de matar a dos comunarios durante el violento enfrentamiento registrado el lunes 8 de diciembre en la comunidad de Cotapachi, Cochabamba. El uniformado, identificado como Joaquín Antonio C. P., continúa internado después de recibir dos impactos de bala en las piernas.
En su informe dirigido al Comando Departamental de Cochabamba y al coronel Alejandro Basto Rodríguez —al que accedió EL DEBER—, el subteniente relata que usó su arma de reglamento, una pistola calibre 9 milímetros, después de haber sido emboscado por una turba violenta de al menos 100 personas que, según su testimonio, gritaban: “¡Mátenlos, quémenlos!”.
El documento sostiene que la intervención policial derivó en una agresión letal que obligó al uso de la fuerza. “Ante la amenaza que representaban más de 100 personas armadas con palos, piedras y explosivos, decidí responder con fuerza letal ante el estado de necesidad, realizando disparos disuasivos al piso que lograron alejarlos momentáneamente”, señala el uniformado. Esa acción, afirma, les permitió continuar escapando hasta las faldas de una colina, donde nuevamente fueron rodeados.
Allí, asegura, observaron a un hombre con una botella de gasolina mientras otros gritaban: “¡Échale la gasolina, échale, los quemaremos aquí!”. Acorralados y aún bajo ataques, Joaquín C. P. afirma que tomó la decisión de apuntar a uno de los manifestantes: “Me vi obligado a sacar mi arma y advertir que iba a disparar. La cantidad de personas, las amenazas y el combustible listo para quemarnos me dejaron sin otra opción”.
Sostiene que el impacto fue dirigido a una “zona permitida” según sus manuales, con el fin de controlar la amenaza. Tras esa acción, los comunarios se dispersaron, permitiendo al grupo de cuatro policías huir hasta una zanja. Sin embargo, uno de los uniformados fue alcanzado y reducido bajo golpes.
El testimonio continúa: “Cuatro sujetos salieron con escopetas y rifles desde una vivienda y comenzaron a disparar. Uno de los disparos me alcanzó en la pantorrilla derecha; otro, en la pierna y el pie izquierdo. Desde el sembradío también dispararon y me impactaron en el rostro. Ya sin munición, solo hice ademán de disparar para contener la arremetida”.
Según el informe, media hora después llegó personal de apoyo, pese a las reiteradas solicitudes de auxilio vía radio. Los heridos fueron evacuados a la Caja Nacional de Salud, donde el subteniente permanece internado. Asegura que en el operativo participaron cerca de 150 policías: “La intención que tenían era quitarnos la vida; eso gritaban: ¡hay que matarlos!”.
A Joaquín le extrajeron 32 perdigones de distintas partes del cuerpo. También sufrió lesiones por explosiones de dinamita, golpes con palos, puños y piedras.
La investigación avanza
El fiscal departamental de Cochabamba, Osvaldo Tejerina Ríos, confirmó que el subteniente ha sido identificado como presunto autor de los disparos que causaron la muerte de los comunarios Pablo P. M. y Sinforiano C. C. durante el operativo de desbloqueo.
“Inicialmente fue arrestado dentro del debido proceso; sin embargo, tras obtener elementos materiales y la declaración en la que reconoce el uso de su arma, se procederá a su aprehensión”, indicó Tejerina. El policía también fue sometido a una cirugía para extraer 18 esquirlas de escopeta.
Una comisión de fiscales se trasladó esta mañana al hospital para tomarle declaración y preparar la imputación. En la escena del enfrentamiento, se colectaron 16 casquillos: 13 correspondientes a un arma 9 mm y tres a una escopeta, además de explosivos y otros elementos que están siendo procesados por el IDIF.
Fuente: El Deber

