Los implantes ofrecen nuevas posibilidades para pacientes con pérdida de visión o habla. Casos recientes muestran cómo la integración de tecnología avanzada permite recuperar funciones y mejorar la calidad de vida en personas afectadas por condiciones hasta ahora sin solución médica
Los chips informáticos están revolucionando la medicina y ofrecen una vía inédita para tratar enfermedades.
La recuperación de capacidades como la visión o el habla gracias a estos dispositivos implantados en el cuerpo ya es una realidad médica y dejó atrás la ciencia ficción.
Un ejemplo reciente es el de Alice Charton, una mujer con degeneración macular asociada a la edad (DMAE), que logró volver a leer y escribir después de someterse a un procedimiento experimental con un chip informático. “Esto devolvió la esperanza y cambió mi vida”, contó la paciente de 87 años a la revista Time.
El DMAE, según MedlinePlus, el sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, destruye lentamente la visión central y aguda, lo cual dificulta la lectura y la visualización de detalles finos.

Aunque la DMAE rara vez conduce a la ceguera total, sí puede deteriorar gravemente la capacidad visual, al impedir reconocer rostros, leer o desplazarse con autonomía. Charton, que dedicó su vida a enseñar a leer a niños, experimentó una pérdida devastadora cuando la enfermedad le arrebató la posibilidad de leer.
La situación cambió radicalmente hace tres años, cuando se sometió a un procedimiento experimental desarrollado por Science Corp., una empresa de neurociencia con sede en San Francisco fundada y dirigida por el ingeniero biomédico Max Hodak. El procedimiento, denominado Prima, consiste en implantar un chip informático de dos milímetros por dos milímetros, equipado con cuatrocientos electrodos hexagonales, directamente en la zona de la retina afectada por la DMAE.
Los pacientes utilizan unas gafas especiales con una cámara que capta imágenes del entorno y las transmite al chip mediante pulsos infrarrojos, evitando interferencias con la visión periférica residual. El chip, prácticamente invisible a simple vista, transmite la señal al nervio óptico y, de allí, al cerebro, restaurando una visión funcional.
El impacto de este avance ha sido notable. Charton, aunque aún no puede distinguir rostros ni caminar sola por la calle, ha recuperado la capacidad de leer durante una hora por la mañana y otra por la tarde. “Esto me devolvió la esperanza. Literalmente me cambió la vida”, expresó Charton, destacando el valor de recuperar una parte de su mundo perdido.

El ensayo clínico de Prima, cuyos resultados fueron publicados en el New England Journal of Medicine, incluyó a treinta y ocho pacientes de toda Europa, entre ellos Charton. Tras la intervención, casi el ochenta por ciento de los participantes mejoró su rendimiento en la prueba de agudeza visual en veinte letras, y el ochenta y cuatro por ciento pudo leer letras, números y palabras en su hogar.
Daniel Palanker, profesor de oftalmología e ingeniería eléctrica de la Universidad de Stanford y consultor del proyecto, explicó que el sistema Prima fue concebido en 2004 y que la próxima generación del implante contará con píxeles cinco veces más pequeños y en mayor cantidad, pasando de unos cuatrocientos a diez mil, lo que podría permitir una agudeza visual de 20/80 y, con la función de zoom de la cámara, alcanzar el equivalente a una resolución de 20/20.
El dispositivo PRIMA, según detalló Science Corp., es un implante fotovoltaico subretiniano que, junto con unas gafas especiales, proyecta luz infrarroja sobre el implante, el cual actúa como un panel solar en miniatura. Esta tecnología permite ampliar letras mediante una función de zoom y se integra de forma inalámbrica en el área atrofiada de la retina, con un perfil ultrafino de dos milímetros por dos milímetros por treinta micrómetros.
A diferencia de las terapias convencionales, que solo intentan ralentizar la progresión de la enfermedad, PRIMA restaura directamente la visión funcional perdida en pacientes con atrofia geográfica (AG), una de las principales causas de ceguera que afecta a más de cinco millones de personas en el mundo.

El doctor Frank Holz, jefe del Departamento de Oftalmología del Hospital Universitario de Bonn y autor principal del artículo publicado en el New England Journal of Medicine, afirmó: “El implante representa un cambio de paradigma en el tratamiento de la DMAE en fase avanzada”. Por su parte, Max Hodak, fundador y director ejecutivo de Science, subrayó: “Nos entusiasma el potencial de PRIMA para redefinir la restauración de la visión para estos pacientes”.
El profesor José-Alain Sahel, coautor principal del artículo y miembro del Departamento de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, la Universidad de la Sorbona de París y el Instituto de la Visión de París, destacó: “Es la primera vez que un intento de restauración de la visión en estos casos da resultados, y en un número tan elevado de pacientes. Más del ochenta por ciento de los pacientes pudieron leer letras y palabras, y algunos incluso leen páginas de un libro. Esto es algo que jamás hubiéramos imaginado cuando comenzamos este camino junto con el profesor Palanker hace más de una década”.
Para Mahi Muqit, cirujano vitreorretiniano consultor del Hospital Oftalmológico Moorfields de Londres y coautor del artículo, “la atrofia geográfica es una de las principales causas de pérdida de visión y, hasta ahora, no existía ningún tratamiento que la restaurara. Los pacientes oyen hablar de otros tipos de terapia experimental, como la terapia génica, pero todas ellas solo intentan ralentizar la pérdida de visión. La visión artificial es el único método que realmente les devuelve algo de visión. Y cuando se habla con pacientes con una pérdida de visión muy grave, eso es lo que desean”.
El sector de la interfaz cerebro-computadora no se limita a la restauración de la visión. Time citó datos del Foro Económico Mundial: existen al menos 680 empresas en todo el mundo que investigan y desarrollan tecnologías ICC, un mercado valorado en mil setecientos cuarenta millones de dólares en 2022 y que podría alcanzar los seis mil doscientos millones de dólares para 2030.

Estas tecnologías, comparables en su potencial a la llegada de la computadora personal en los años ochenta, buscan no solo tratar a pacientes con ELA u otras formas de parálisis, sino también mejorar la capacidad de respuesta y comunicación de bomberos, militares y otros servicios de emergencia, e incluso ofrecer acceso directo a sistemas de inteligencia artificial al público general.
Science Corp. explora también la posibilidad de implantar chips directamente en el cerebro, lo que permitiría a personas paralizadas por un accidente cerebrovascular, un traumatismo o ELA controlar computadoras, teléfonos inteligentes, sillas de ruedas y dispositivos del hogar solo con el pensamiento. Para quienes han perdido el habla, estos chips podrían traducir pensamientos en palabras, oraciones y párrafos en una pantalla, e incluso generar voz artificial con la entonación original del paciente si existen grabaciones previas.
La tecnología propuesta por Hodak se basa en un modelo biohíbrido, en el que el chip se integra en el tejido cerebral mediante células madre que crecen y establecen conexiones funcionales con las neuronas responsables del pensamiento, el habla y otras funciones cognitivas.
Hodak explicó en Time: “Imagínese crear un chip con cien mil electrodos que, al integrarse en el cerebro, podría generar mil millones de sinapsis. Actualmente, introducir información en el cerebro es muy sencillo. Sin embargo, extraerla es limitado. Imagine poder extraer imágenes, audio, pensamientos o recuerdos”.

El experto señaló que las películas de Avatar de James Cameron constituyen una referencia válida para comprender el funcionamiento de las interfaces biohíbridas, aunque en la realidad los pacientes no habitarían nuevos cuerpos, sino que recuperarían cierto control sobre su entorno.
Otro avance en implantes cerebrales
En 2025, un nuevo avance en la tecnología de implantes cerebrales ha abierto posibilidades inéditas para quienes han perdido la capacidad de hablar, al permitir la decodificación del habla interna y la síntesis de voz en tiempo real, con un sistema de protección por contraseña que resguarda la privacidad del usuario. Según detalló Nature, este desarrollo representa un paso relevante para personas con parálisis o enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica, al ofrecerles una vía concreta para recuperar la comunicación oral.
El dispositivo, conocido como interfaz cerebro-computadora (BCI), está dirigido especialmente a quienes enfrentan dificultades severas para pronunciar palabras debido a daños neuromusculares o accidentes cerebrovasculares.
El sistema utiliza microelectrodos implantados en la corteza motora, la región cerebral responsable de los movimientos voluntarios, que capturan la actividad neuronal asociada tanto al habla intentada como a la interna. A partir de estas señales, modelos de inteligencia artificial identifican fonemas y los combinan para formar palabras y oraciones, seleccionadas de un extenso vocabulario de ciento veinticinco mil términos. Esta tecnología permite que el usuario imagine frases o números, y el sistema los decodifica y sintetiza en voz, facilitando una comunicación más natural.

Uno de los aspectos innovadores de este avance es la incorporación de una protección por contraseña. El sistema solo comienza a decodificar el habla interna cuando el usuario piensa en una palabra clave preestablecida, lo que impide la traducción accidental de pensamientos privados.
En el estudio publicado en Nature, la contraseña elegida fue “Chitty-Chitty-Bang-Bang”, reconocida por el dispositivo con una precisión superior al noventa y ocho por ciento. Sarah Wandelt, ingeniera neuronal del Instituto Feinstein de Investigación Médica, subrayó: “El estudio, publicado en Cell el catorce de agosto, representa un avance técnicamente impresionante y significativo hacia el desarrollo de dispositivos BCI que decodifiquen con precisión el habla interna”.
En cuanto a los resultados, el sistema logró decodificar correctamente hasta el setenta y cuatro por ciento de las oraciones imaginadas por los participantes, una cifra comparable a la obtenida en estudios previos con habla intentada, según Nature. Además, el dispositivo demostró capacidad para interpretar números cuando los usuarios contaban mentalmente objetos en una pantalla, lo que sugiere que puede captar el diálogo interno espontáneo.
Fuente: Infobae

