Bettsy Chávez, procesada por presunta rebelión, se refugió este lunes en la embajada de México en Lima
Las grietas que Perú y México exhiben desde hace tres años acaban de sumar un nuevo capítulo y se remontan a su origen: el autogolpe fallido del expresidente Pedro Castillo (2021-2022). El asilo diplomático que el Estado mexicano le concedió a la familia del profesor sindical en diciembre de 2022 y la negativa de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) de reconocer la investidura de Dina Boluarte —a tal punto de llamarla presidenta espuria— encendieron una llama que no ha dejado de avivarse con la actual mandataria Claudia Sheinbaum. De Zela ha subrayado que, pese a esa decisión, Perú mantiene las relaciones consulares con el Gobierno mexicano.
En septiembre pasado, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano aprobó declarar persona non grata a Sheinbaum por desconocer la intentona golpista de Castillo y, además, por abogar por su excarcelación. Si bien la propuesta no se consumó al no ser debatida en la Cámara, dejó entrever un nuevo punto de tensión que ha explotado este lunes.
Betssy Chávez, ex primera ministra de Castillo, acusada de ser una de las coautoras del efímero quiebre constitucional, se ha asilado en la embajada de México, en Lima, después de ausentarse a varias audiencias del juicio que se le sigue por el presunto delito de rebelión y conspiración. La tesis fiscal señala que habría escrito parte del mensaje a la nación donde se instauró un gobierno de excepción que duró apenas unas horas.
Chávez, de 36 años, salió en libertad a inicios de septiembre, debido a un fallo del Tribunal Constitucional, tras estar recluida desde junio de 2023. La abogada, que durante el mandato de Castillo fue ministra de Trabajo, ministra de Cultura y primera ministra, realizó reiteradas huelgas de hambre, sindicando a la penitenciaria de maltratarla, extorsionarla y doparla. Lo cierto es que Chávez desapareció en los últimos días, poco antes de llevarse a cabo los alegatos finales de su juicio.
El canciller peruano Hugo de Zela comunicó que frente a “este acto inamistoso”, el Gobierno peruano “ha decidido romper relaciones diplomáticas con México”. Ha lamentado su “equivocada e inaceptable posición” y ha remarcado que “han tratado de convertir a los autores del intento de golpe de Estado en víctimas”.
La ruptura entre ambas naciones latinoamericanas se venía anunciando desde hace tiempo. La destitución del expresidente Castillo y su reemplazo por Boluarte, en 2022, nunca fue bien vista por el entonces mandatario mexicano, el izquierdista López Obrador. Bajo su Gobierno, México profesó una estricta política diplomática de no injerencia en los asuntos internos de otros países, salvo en el caso de Perú. El expresidente de México sentía un aprecio especial por Castillo, por su condición de maestro rural y su vinculación a las comunidades indígenas de Perú. De hecho, López Obrador sostenía que Castillo era el “presidente legal y legítimo” de su país, y que su remoción había sido un “golpe de Estado técnico”, producto del profundo racismo que persistía en las élites peruanas. De hecho, el Gobierno de López Obrador ofreció asilo y protección a Castillo tras su destitución, pero las autoridades peruanas frustraron esos planes.
López Obrador nunca ocultó que había “discrepancias” con el Gobierno de Boluarte. El mandatario mexicano fue tan vocal en su postura, que el Congreso de Perú le declaró persona non grata a mediados de 2023. Luego, cuando vino el momento de traspasar la presidencia del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) a Perú, López Obrador postergó el cambio lo más que pudo, esperando que la suerte de Castillo cambiase y recuperase el poder. Ello no ocurrió. López Obrador dejó la presidencia y Claudia Sheinbaum asumió el cargo. La nueva presidenta demostró que continuará con la misma línea emprendida por su antecesor, como ha ocurrido en muchos otros asuntos que confirman el parentesco ideológico entre ambos mandatarios izquierdistas. Sheinbaum no quiso acudir al foro de APEC en 2024, precisamente porque lo presidía Boluarte. En respuesta, el Congreso de Perú, de nueva cuenta, declaró persona non grata a Sheinbaum.
Luego de que Boluarte fue destituida por su Congreso, la presidenta de México destacó el hecho de que la decisión se haya tomado por unanimidad de los parlamentarios. Insistió en que la destitución de Castillo fue un “golpe de Estado”, lo llamó “presidente legítimo” y refrendó su “solidaridad siempre con él”.
Fuente: El País

