El sitio arqueológico desenterrado aport datos materiales que complementan las descripciones bíblicas
Arqueólogos egipcios realizaron un hallazgo que podría reescribir parte de la historia bíblica. Los restos de una enorme fortaleza de 3.000 años de antigüedad, recientemente desenterrados en el norte del Sinaí, revelan una estructura que encaja con la ruta por donde, según la tradición, el pueblo de Israel emprendió el Éxodo bajo el liderazgo de Moisés.
Una fortaleza en la mítica Ruta Militar de Horus
El Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto anunció el hallazgo de una fortaleza excepcional en el sitio arqueológico Tell El-Kharouba, en Sheikh Zuweid, región beduina del norte del Sinaí. Según el comunicado, esta estructura masiva —que abarca unos 8.000 metros cuadrados— se ubicaba estratégicamente sobre la legendaria Ruta Militar de Horus, el corredor militar y comercial que, de acuerdo con el Libro del Éxodo, era el camino corto que evitaron al huir de Egipto.
La importancia del sitio radica en su alineación geográfica y temporal con las descripciones bíblicas. Según el Éxodo 13:17: “Dios no los guió por el camino a través del país de los filisteos, aunque era el más corto”, en clara alusión a este trayecto. Ahora, la existencia de un formidable complejo defensivo sobre esta ruta refuerza la versión de que el camino estuvo, en efecto, custodiado y ejercía de frontera crucial durante el periodo en el que supuestamente ocurrió el Éxodo.
La fortaleza pertenecía al Imperio Nuevo de Egipto, en fecha comprendida entre 1550 y 1070 a.C., época que los investigadores asocian tradicionalmente con el relato de Moisés. El hallazgo se suma a otras pruebas indirectas que afianzan la coexistencia entre los acontecimientos narrados en la Biblia y las realidades históricas de Oriente Medio.

Evidencias materiales de vida y poder militar
Las excavaciones han permitido identificar once torres defensivas, muros de adobe de gran grosor y señales claras de vida cotidiana en el interior de la fortificación. Entre los hallazgos destacan fragmentos de cerámica, vasijas, y el asa de una jarra con el sello de Thutmose I, faraón que gobernó entre 1506 y 1493 a.C. Estos vestigios resultan fundamentales para fechar el sitio y para comprender el alcance del dominio egipcio sobre la región.
La presencia de piedras volcánicas importadas de las islas griegas, junto a un horno de pan de grandes dimensiones y restos fósiles de masa, aporta detalles sobre el día a día en un enclave de frontera militar. El propio Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto resaltó que “los hallazgos confirman que la fortaleza funcionaba plenamente como centro de vida para los soldados”. Estas circunstancias convierten a la fortificación en un testimonio tangible de la capacidad egipcia para construir redes defensivas integradas, capaces de proteger sus territorios más alejados.
El ministro Sherif Fathy subrayó la importancia del descubrimiento al afirmar que “la fortaleza revela nuevos capítulos de la distinguida historia militar de Egipto”, además de poner de relieve al Sinaí como “una tierra portadora de evidencia civilizacional única a lo largo de las edades”.

Respaldo y dudas de la comunidad científica
Si bien el hallazgo no constituye una prueba definitiva del Éxodo ni de la existencia de Moisés, académicos y expertos coinciden en su valor para respaldar elementos históricos del relato bíblico. La constatación arqueológica de una ruta militar fuertemente vigilada da contexto a la narrativa, especialmente a la decisión atribuida a Dios en la Biblia de conducir a los israelitas por una ruta desértica más larga.
Para los historiadores, esta fortaleza y la red de estructuras semejantes a lo largo de la Ruta de Horus demuestran que Egipto controlaba resueltamente los pasos hacia Canaán, lo que explicaría la estrategia de evitar el camino más directo, según el texto bíblico. Como indicó el propio Ministerio, la fortaleza de Tell El-Kharouba es “uno de los mayores y más importantes hallazgos registrados en la ruta de Horus”.
No obstante, voces cautas dentro de la disciplina arqueológica insisten en mantener reservas frente a interpretaciones maximalistas. A pesar de la contundencia de la evidencia arquitectónica, la historia del pueblo de Israel y su salida de Egipto permanece rodeada de debates y zonas grises.

El enigma de Moisés
En paralelo a este descubrimiento, nuevas investigaciones han reavivado el interés sobre la figura de Moisés en el registro epigráfico. El investigador independiente Michael Bar-Ron presentó el estudio de una inscripción proto-sinaítica hallada en Serabit el-Khadim, en el Sinaí, la cual podría leerse “zot m’Moshe” (“Esto es de Moisés”). Realizada sobre una roca hace unos 3.800 años, esta inscripción formaría parte de las primeras muestras de escritura alfabética conocidas, creadas por trabajadores semitas hacia el año 1800 a.C.
Bar-Ron analizó durante ocho años imágenes de alta resolución y escaneos 3D de estas marcas, que formarían, según sus propias palabras, “la primera alusión epigráfica al nombre de Moisés”. Si bien especialistas en escritura proto-sinaítica subrayan la dificultad de interpretar con certeza estos caracteres, el debate académico se nutre de indicios cada vez más sólidos.
Otras inscripciones cercanas mencionan al dios “Él”, una deidad relacionada con el origen del pueblo de Israel, mientras nombres referentes a la diosa egipcia Hathor han sido deliberadamente borrados, lo que apunta a tensiones culturales y religiosas en la zona.
La aparición de esta fortaleza refuerza la historicidad de los relatos bíblicos al aportar pruebas concretas sobre la geografía, el poder militar y la vida cotidiana en uno de los periodos más legendarios del antiguo Egipto.
Fuente: Infobae

