Ese fatídico día, el compositor Víctor Daniel no estaba en su país.
Estaba en Venezuela, donde veía con dolor las imágenes que transmitía la televisión.
A las 9:53 de la mañana había estallado un carro bomba que destruyó el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro de la comunidad judía en Buenos Aires.
Era el 18 de julio de 1994 y había ocurrido el peor atentado en la historia de Argentina: 85 personas murieron y centenares resultaron heridas.
El músico, que se encontraba trabajando en Caracas, recuerda unas palabras que lo marcaron profundamente, tanto que sintió un afán por crear una canción.
Para Daniel, oír a Cruz interpretar “La vida es un carnaval” fue como “tocar el cielo con los dedos, me sentí muy halagado que una leyenda grabara mi canción”.
“Colombia necesita fe”
Omer Pardillo, quien es el albacea de los bienes y el legado de Cruz, fue el manager personal de la artista.
Recuerda que cuando le llegó la canción a Celia, “eran tiempos difíciles en Latinoamérica, especialmente en Colombia, que estaba viviendo momentos muy turbulentos”, le cuenta a BBC Mundo.
“Colombia era un país que ella visitaba muchísimo y dijo: ‘Oye, esta canción es perfecta para Colombia’. En el término personal de Celia, ella la grabó pensando en los momentos que vivía Colombia”.
“Dijo: ‘Colombia, un país tan lindo, necesita en estos momentos mucha fe, mucha alegría’. Su inspiración para grabarla fue Colombia”.

Fuente de la imagen,Cortesía: Omer Pardillo
La canción se convirtió nada más y nada menos que en el disco de la Feria de Cali de 1998.
“Fue una locura la recepción de la canción por parte del público”, recuerda Daniel.
En plena feria, un grupo de periodistas de distintos medios de comunicación rodearon entusiasmados a la cantante y le hicieron varias preguntas sobre el tema, como muestra una grabación del Noticiero 90 Minutos, de Colombia.
Además de expresar cuán “feliz” y “agradecida” estaba por la acogida que había tenido entre los organizadores y el público, dijo que no pensó que pegaría tanto.
Para ella el mensaje clave de la canción era que “la gente sea alegre, que sobre todo haya mucho amor porque, en realidad, no nos queremos y que piensen que es verdad, que la vida es un carnaval, que no la echemos a perder con guerras, con drogas, con desamor”.
“No te suelta”
Pardillo cuenta que la canción también contó con “la magia y los arreglos musicales de Isidro (Infante)”, el premiado productor y músico puertorriqueño.
“Celia siempre iba a Colombia dos o tres veces al año, pero después de ‘La vida es un carnaval’, llegamos a ir 19 veces solo en 1999”.

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Pie de foto,En esta foto, estaba en una presentación en el Centro Kennedy, en 2001.
“Anoche estaba mirando unas actuaciones grabadas con una cámara casera y era increíble porque esa canción tiene algo en los primeros acordes que te agarra y no te suelta”.
Si bien para Pardillo es muy difícil precisar si había un tema que a Cruz le gustara cantar más que otro, dice que hubo tres canciones que “nunca dejó de cantar” desde que las grabó.
“‘Quimbara’, ‘Bemba Colorá’ y, en los últimos años de su vida, ‘La vida es un carnaval’, que se volvió como un himno. Era una canción que tenía que cantar dos o tres veces en el mismo concierto porque la gente se la volvía pedir”.
“Esas fueron las canciones que no pudo quitar de su repertorio. Solía cerrar con la ‘Bemba Colorá’, pero en los últimos años fue ‘La vida es un carnaval'”.
Y no solo cautivó al público, sino a los expertos.
En 2021, la revista Rolling Stone actualizó su famosa lista de las “500 mejores canciones de todos los tiempos”.
Para ese ranking, la publicación estadounidense convocó a más de 250 artistas, músicos, productores, críticos y periodistas de la industria.
En la posición 439 ubicaron a Cruz con “La vida es un carnaval”, que -señaló la revista- “se convirtió en un himno vivificante para el público y marcó un impresionante acto final de su formidable carrera”.
“No lo podía creer nadie”
Uno de los recuerdos más bonitos que Daniel guarda es de una de las presentaciones de Cruz en el teatro Gran Rex de Buenos Aires.
“Esta noche les tengo dos sorpresas. Aquí está el maestro Víctor Daniel, creador de ‘La vida es un carnaval'”, recuerda que la artista les anunció a los asistentes.
“La gente empezó a aplaudir, me hizo subir al escenario y dijo: ‘Pero la sorpresa más importante es que el maestro es argentino como ustedes’. No lo podía creer nadie, porque ella cuando presentaba esta canción decía que esa canción era más cubana que todas las cubanas”.

“Si bien no fuimos amigos íntimos, los momentos que compartimos fueron muy hermosos y de mucha admiración y respeto”.
El músico tampoco se imaginó el éxito que alcanzaría su canción.
“No encuentro palabras para decirte con exactitud lo que significa para un compositor que su obra sea cantada en todas partes del mundo, es lo máximo a lo que uno puede aspirar”.
No solo le emociona que la canten en otros idiomas, sino que la entonen hinchas en los estadios, presas que cumplen cadenas perpetuas o niños en las escuelas.
“Me da mucha alegría dejar ese legado para las nuevas generaciones, obviamente se lo tengo que agradecer a Celia profundamente”.
Su mensaje de “paz y esperanza” -dice- se “mantiene actual”.
Hasta el final
El 16 de julio de 2003, “la reina de la salsa” murió de cáncer en Estados Unidos.
Miles y miles de personas salieron a las calles de Miami y de Nueva York para despedirla en un funeral que se extendió varios días.


Fuente de la imagen,RICHARD DREW/AFP via Getty Images
Su ataúd fue trasladado en una carroza y llevado a la imponente catedral de San Patricio, en la Quinta Avenida de Manhattan.
Allí, desde el púlpito el cantante puertorriqueño Víctor Manuelle le rindió un emotivo homenaje, en el que le cantó a capela “La vida es un carnaval” y terminó con una improvisación al mejor estilo de los soneros caribeños.
“Hay que vivir”
Pardillo comenzó a trabajar con Cruz cuando tenía 17 años y lo hizo “hasta el último día que estuvo entre nosotros”.
A principios de los años 90, había iniciado una pasantía en la compañía disquera RMM, que había firmado a Cruz.
Su relación laboral con la cantante se estrechó y cuando ella decidió separarse de ese sello, lo nombró su representante.
“Fuera del escenario, Celia era muy maternal, muy preocupada por sus amigos, por el entorno familiar, muy humilde, detrás de todo ese torbellino de alegría, de color, había una mujer muy centrada que hablaba en un tono muy bajito”.
“Yo siempre le decía: ‘Celia, usted lo negativo lo convierte en positivo’. Y es que a una situación negativa intentaba verle el lado positivo, trataba de excusar a todo el mundo”.
“Su teoría de vida era muy bonita, decía: ‘cuando la gente viene a mi concierto, esa hora y media, esas dos horas, que están conmigo se olvidan de los problemas, de las enfermedades, de lo malo que esté pasando, disfrutan'”.
Se entregaba “con el alma” al público.
En una entrevista con Radio Panamericana, de Perú, la cantante dijo que era importante proponerse hacer la vida un carnaval.
“Cuando nosotros empezamos con el pesimismo, que esto y lo otro, la hacemos un infierno, pero sí (la vida) es un carnaval y es muy corta. Hay que vivir”.
Parte de su fórmula era sonreír, no hacerle daño a nadie, pensar positivamente, no guardar rencores y aceptar a la gente como es.
“Y no te pelees con nadie”.
Fuente: BBC News Mundo