Exfiscal Joadel Bravo afirma que el país se transformó en un paraíso para la delincuencia por la falta de herramientas legales y la corrupción policial y judicial.
Una radiografía del crimen en dos décadas
El abogado penalista y exfiscal de materia, Joadel Bravo, aseguró que en los últimos 20 años Bolivia dejó de ser un país de delitos menores para convertirse en escenario de crímenes graves, marcados por la influencia del narcotráfico internacional.
“Antes hablábamos de hurtos o riñas callejeras; hoy enfrentamos una constante de hechos de sangre”, relató, recordando que la semana pasada se registraron episodios violentos en Santa Cruz que reflejan esta transformación.
Un país vulnerable por la falta de leyes
Bravo subrayó que Bolivia carece de instrumentos básicos para combatir al crimen organizado. Entre ellos, mencionó la intervención telefónica legal y la negociación de penas, herramientas que en otros países como Brasil o Italia permitieron desmantelar poderosas mafias.
“Sin estas herramientas, solo se captura a los eslabones más débiles, mientras las cabezas de las organizaciones permanecen intactas”, cuestionó.
Corrupción en la Policía y justicia debilitada
El jurista también denunció la corrupción estructural en la Policía, sugiriendo la instalación de cámaras en los uniformados para fiscalizar su trabajo. “No es un gasto elevado y ayudaría a disminuir la extorsión”, sostuvo.
A nivel judicial, lamentó que el Estado asigne menos del 1% del PIB a este sector, cuando en la región se destina entre 2% y 6%. “Sin presupuesto ni independencia, la justicia boliviana se convierte en un obstáculo y no en un aliado contra el crimen”, afirmó.
Crítica a los discursos políticos
En el contexto electoral, Bravo señaló que los candidatos solo ofrecen discursos demagógicos, sin un plan real de lucha contra la criminalidad. “Prometen ser duros, encarcelar opositores o hacer ‘mano dura’, pero no presentan políticas serias ni coordinación internacional para fortalecer a la Policía”, advirtió.
El exfiscal concluyó que Bolivia atraviesa una encrucijada peligrosa: “Pasamos de una población tranquila a un país con lujos derivados del narcotráfico. Hoy somos vistos como un paraíso para el crimen porque el Estado no asume un verdadero enfrentamiento contra las mafias”.
Fuente: Nueva Presencia