El actor y director debutante logró revivir el wéstern con una película que superó expectativas. Su enfoque narrativo y la colaboración con Michael Blake fueron clave para el éxito, según SensaCine
En 1990, Kevin Costner, con apenas 35 años y sin experiencia previa como director, asumió un riesgo que pocos en la industria se atreverían a tomar. Decidió dirigir y protagonizar Bailando con lobos, una película ambientada en las vastas llanuras del Oeste norteamericano que combinaba ambición épica, sensibilidad narrativa y un enfoque poco convencional para su época. Hoy considerada un clásico moderno y uno de los wésterns más aclamados de todos los tiempos, fue entonces visto como un proyecto destinado al fracaso, informó SensaCine.
Hollywood, en aquel momento, había perdido la fe en el wéstern como género cinematográfico rentable. Los estudios lo percibían como obsoleto, incapaz de atraer al público contemporáneo. La sombra de fracasos anteriores —como el sonado caso de La puerta del cielo de Michael Cimino— pesaba sobre cualquier intento de resucitar el género. Pero Costner no compartía ese pesimismo. En una entrevista con Los Angeles Times, ofrecida antes del estreno, el actor y debutante realizador fue categórico: “Mi única preocupación es si la película es buena. Y creo que lo es”.

Un proyecto sostenido solo por la convicción
Pese al rechazo inicial de varios estudios, Kevin Costner y su socio productor Jim Wilson se aferraron a la idea con firmeza. Creían en el potencial de la historia que tenían entre manos y no se resignaron a abandonarla. Sin el respaldo económico de los grandes estudios, buscaron otras vías: lograron vender los derechos internacionales en diversos países, lo que les permitió reunir los fondos suficientes para iniciar la preproducción. Esa estrategia fue determinante para que el rodaje pudiera comenzar.
A última hora, cuando la filmación estaba por empezar, Orion Pictures decidió sumarse al proyecto. Fue un punto de inflexión: la productora le otorgó a Costner el control del montaje final, una concesión poco habitual para un director debutante. Además, el actor tomó una decisión clave para abaratar costos: pospuso el cobro de su salario como director y protagonista. Finalmente, Bailando con lobos se filmó con un presupuesto de 22 millones de dólares, una cifra modesta comparada con su posterior impacto.
El origen de la historia: una amistad, una novela, seis guiones
La génesis del proyecto se remonta a cuatro años antes del estreno. Costner animó a su amigo, el guionista Michael Blake, a escribir una novela basada en una idea que ambos compartían. La obra fue concebida con la clara intención de convertirse en una película, y durante los dos años siguientes trabajaron en hasta seis versiones distintas del guion. La colaboración fue intensa y comprometida. Ambos apostaron sus energías y recursos personales, convencidos de que estaban construyendo algo único.
El guion resultante fue la base de una película de tres horas de duración que, lejos de disuadir a la audiencia, terminó por cautivarla. En lugar de la acción clásica del wéstern tradicional, Bailando con lobos proponía una historia introspectiva, centrada en el encuentro entre culturas y en la transformación del protagonista, el teniente John Dunbar, interpretado por el propio Costner.
De promesa incierta a fenómeno mundial
Lo que en sus inicios fue visto como una apuesta arriesgada, se convirtió en una de las sorpresas más resonantes de su década. La película logró una taquilla superior a los 424 millones de dólares en todo el mundo, cifra 20 veces mayor a su presupuesto original. Su recepción crítica fue igualmente entusiasta: obtuvo doce nominaciones al premio Oscar y ganó siete estatuillas.
Entre los galardones más destacados se encuentran los premios a Mejor Película y Mejor Director, este último para Kevin Costner, quien lograba así una hazaña poco común.
Una entrega absoluta: “Estos son los años dorados de Kevin”

El éxito de Bailando con lobos no fue fruto del azar. Fue el resultado de una entrega total por parte de Costner, que dedicó 18 meses ininterrumpidos de su vida a hacer realidad el proyecto. “Estos son los años dorados de Kevin”, comentó Jim Wilson en la misma entrevista. “Hollywood está pagando enormes sumas a actores principales, que no son muchos. Kevin ha dedicado 18 meses de su vida, se ha vuelto indisponible para hacer nada más, solo para hacer esta película”.
Costner, consciente del riesgo personal y profesional que asumía, también era plenamente consciente de su determinación: “Mis amigos temen que me devoren. Saben que he puesto todo mi corazón en ella, que estoy ahí arriba, para que cada uno haga lo que quiera con ella. Pero no me importa lo que piense Hollywood”.
Un hito en la historia del cine y del wéstern
A 35 años de su estreno, la huella de Bailando con lobos permanece intacta. No solo revivió el interés por el wéstern en un momento en que se lo creía moribundo, sino que se convirtió en la película del género con más premios Oscar de la historia. En retrospectiva, resulta notable pensar que una obra que parecía destinada al olvido fue, gracias al empeño de sus creadores, una de las más celebradas de su tiempo.
Más allá del éxito económico y los reconocimientos, Bailando con lobos representa una lección sobre el poder de la convicción artística frente a los dictados del mercado. La fe de Costner y su equipo en una historia que hablaba de humanidad, encuentro y transformación cultural desafió los prejuicios de una industria y construyó, sin buscarlo, una obra maestra.
Fuente: INFOBAE