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Carrera mundial para aclarar si el asteroide 2024 YR4 chocará con la Tierra

La comunidad científica internacional trabaja contra reloj para acumular observaciones del asteroide 2024 YR4, que actualmente tiene una probabilidad de más del 2% de impactar con la Tierra el 22 de diciembre de 2032.

En estos momentos, el cuerpo se aleja de nuestro planeta siguiendo su órbita alrededor del Sol, que completa cada cuatro años. Cada día que pasa es un poco más difícil observarlo con telescopios terrestres. Ahora mismo, para ver este objeto hace falta un telescopio de dos metros de diámetro, un tamaño ya considerable. A principios de marzo solo lo verán instrumentos de cuatro metros. Y a principios de abril ya solo podrán alcanzarlo los mayores observatorios del planeta, como el Telescopio Muy Grande de Chile, de ocho metros, y el Gran Telescopio de Canarias, de 10.

La última oportunidad de observación este año será con el Telescopio Espacial James Webb, que orbita la Tierra en el segundo punto de Lagrange, a 1,5 millones de kilómetros del planeta. Si hay suerte, sus detectores podrán ver al 2024 YR4 hasta principios de mayo. Si no se consigue descartar un posible impacto con todas estas observaciones, habrá que esperar a que el cuerpo dé la vuelta al Sol y vuelva a acercarse a la Tierra, en abril de 2028.

La órbita de este cuerpo cambia en cada vuelta al Sol debido a la fuerza de gravedad de los planetas y otros cuerpos que encuentra a su paso. Si finalmente se descarta un impacto en 2032, las posibilidades de choque se reducirán drásticamente en los sucesivos encuentros.

Hasta ahora, el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional ha recibido más de 340 observaciones de este cuerpo realizadas por telescopios de todo el mundo, cada una con su posición exacta en el cielo. Con todas esas medidas, que tienen un margen de error, las agencias espaciales de Europa y Estados Unidos estiman dónde estará el cuerpo en su máximo acercamiento a la Tierra en diciembre de 2032, siempre con un margen de incertidumbre. Desde que comenzaron a hacer cálculos diarios, las probabilidades han ido subiendo y ya sobrepasan el 2%.

“Es muy posible que la probabilidad de impacto todavía crezca en los próximos días o semanas, hasta que llegue un momento que caiga a cero, porque la Tierra habrá quedado fuera de la zona de incertidumbre”, explica a este diario Juan Luis Cano, coordinador del Servicio de Información de la Oficina de Defensa Planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA). Sería algo similar a lo que ya pasó con Apofis, una roca que llegó al 3% de posibilidades de choque y cuyo impacto quedó descartado poco después. “La opción contraria, mucho más improbable, es que la posibilidad de impacto crezca a medida que desciende la incertidumbre, y las probabilidades alcancen el 100%. Tenemos que seguir recolectando observaciones, pero a día de hoy seguimos teniendo casi un 98% de probabilidad de que no impacte”, recuerda Cano. El ingeniero aporta otro dato importante: la probabilidad de que se consiga descartar un impacto contra la Tierra antes de perder de vista el asteroide en mayo es del 90%.

El 2024 YR4 fue descubierto el 27 de diciembre de 2024 por un telescopio en Chile. En plenas Navidades, y con la disponibilidad limitada de tiempo de observación en los telescopios a corto plazo, la comunidad internacional no se concentró de lleno en este cuerpo hasta mediados de enero. A finales de ese mes ya había estimaciones de riesgo de impacto del 1,3%. Y a medida que se han sumado observaciones, el porcentaje ha crecido.

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El tamaño de este cuerpo es incierto, y averiguarlo es fundamental. Por ahora el rango está entre 40 y 90 metros de diámetro. “Dado el espectro electromagnético que se ha obtenido para este objeto, tenemos la sospecha de que está justamente en la franja de tamaños más pequeños del intervalo”, explica Cano. Si finalmente se determina que tiene menos de 50 metros y que va a estrellarse en la Tierra, la opción sería dejarlo impactar y evacuar a la población, si procede. Para ello se estimaría un radio de unas decenas de kilómetros a la redonda del punto de impacto, detalla Cano.

“Estamos muy entretenidos, pero nada asustados”, reconoce Julia de León, astrónoma del Instituto de Astrofísica de Canarias, que está siguiendo de cerca el nuevo asteroide con varios telescopios en Tenerife y La Palma. La científica cree que la posibilidad de choque se acabará descartando y, si no es así, que se podría preparar una misión de desvío a tiempo. De León es una de las científicas europeas y estadounidenses que acaban de conseguir tiempo de observación con el James Webb a finales de abril para observar este cuerpo y definir mejor sus características, aún muy inciertas. “Si la órbita completa de este asteroide fuera como una pista de atletismo, que mide 400 metros, por ahora solo conocemos los primeros seis”, expone.

Si la órbita completa de este asteroide fuera como una pista de atletismo, que mide 400 metros, por ahora solo conocemos los primeros seis”

Julia de León, Instituto de Astrofísica de Canarias

Esta científica canaria de 48 años ha usado el Gran Telescopio de Canarias para esclarecer una característica esencial del asteroide: su composición. “Los resultados muestran que está hecho de rocas y cierto contenido de metal que no somos capaces de determinar”, señala. Si finalmente hay un impacto, el cuerpo probablemente sobreviva a la entrada en la atmósfera terrestre e impacte contra el suelo o el océano. Un cuerpo de 50 metros de composición similar se estrelló en lo que hoy es Arizona hace 50.000 años. Abrió un cráter de más de un kilómetro de diámetro y la explosión aniquiló cualquier forma de vida animal a cuatro kilómetros a la redonda. La otra posibilidad es que el asteroide se descomponga en el aire. En 1908, un cuerpo de un tamaño similar al 2024 YR4 estalló en el aire y arrasó 2.000 kilómetros cuadrados de bosque en Tunguska, en el centro de Rusia. Otro factor clave, aún desconocido, sería el ángulo de impacto del asteroide.

Si finalmente se confirma un impacto, este sucedería en algún punto aún indeterminado de un largo corredor que discurre desde el este del océano Pacífico, el norte de Sudamérica (Colombia y Venezuela), el océano Atlántico, África a la altura del Golfo de Guinea, el mar arábigo y el sur de Asia hasta la India. Aunque este trazado toca zonas pobladas de América, África y Asia, la mayor parte es mar.

La amenaza del 2024 YR4 ha provocado la activación por primera vez de los cuerpos de defensa planetaria de Naciones Unidas. La actividad se centra en dos órganos, la Red Internacional de Alerta de Asteroides, que se encarga de observar y estudiar el objeto en cuestión, y el Grupo Asesor de Misiones Espaciales, que debe proponer opciones de reacción si se sobrepasa el umbral del 1% de probabilidad de impacto. Este segundo organismo reconoció el miércoles que ha “comenzado a discutir posibles acciones, pero es prematuro aún recomendar misiones concretas”, ha dicho en un comunicado. Estas opciones se discutirán de nuevo a finales de abril o principios de mayo, cuando haya más datos, o si las posibilidades de impacto cambian sustancialmente, añaden.

Las opciones para desviar un asteroide van desde el lanzamiento de una sonda de impacto a provocar una explosión nuclear que logre desviar su trayectoria. Paolo Martino, líder de misiones de defensa planetaria de la ESA, reconoce a este diario el reto tecnológico que plantea el 2024 YR4: “Predecir la órbita de asteroides de este tamaño es muy difícil, porque les afectan muchas perturbaciones. Esto requiere muchísimo estudio. En estos momentos, miles de astrofísicos en todo el mundo están volcados en esto”.

Respecto a posibles misiones de desvío, Martino explica que, debido a su trayectoria, lanzar una sonda de estudio que se acople al asteroide y le siga es “muy, muy complicado”. Es más factible lanzar una sonda de impacto. “Imagínate que estás delante de un camión que va a pasar junto a ti”, ejemplifica. “Acoplarte equivaldría a saltar dentro de él y que sobrevivas. Para impactar solo tendrías que ponerte delante, lo que es mucho más doloroso, pero también más fácil”, añade. Esta misión se basaría en lo aprendido por DART, la primera misión espacial que consiguió cambiar el rumbo de un asteroide, en 2022. Si en 2028 se determinase con seguridad que el 2024 YR4 va a impactar, quedarían cuatro años para diseñar y lanzar este tipo de nave, algo que Martino ve factible.

Fuente: EL PAÍS

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