Israel, que se prepara para “una nueva fase de la guerra”, traslada la División 98 de la Franja de Gaza, donde ha tenido un papel importante en la ofensiva contra Hamas, a la frontera con Líbano.
Nuevas explosiones en centenares de dispositivos de Hizbulá, básicamente ‘walkie-talkies’, han causado 20 muertos y 450 heridos, según datos del Ministerio de Salud libanés, precisamente cuando la milicia chií estaba investigando la explosión de miles de ‘buscas’ de sus efectivos que tuvo lugar 26 horas antes en Líbano y Siria.
Mientras Israel sigue guardando silencio y se prepara para “una nueva fase en la guerra” enviando más tropas a la frontera tras casi un año de controlado enfrentamiento, la segunda ola de misteriosas detonaciones causa pánico entre los libaneses, profundiza el mayor fracaso de seguridad de Hizbulá desde su creación a principios de los 80 y eleva el tono de sus amenazas de represalia contundente pasando de “justo castigo” a “castigo especial” al tiempo que teme nuevas acciones.
Si no hay más sorpresas explosivas contra sus militantes en Siria, Líbano e Irak como este miércoles por ejemplo en el funeral de algunos de los 12 muertos de este martes y en otras sitios que provocaron incendios, el líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, realizará este jueves un discurso trascendental para intentar descifrar lo sucedido y lo que puede pasar en los próximos días.
Los israelíes, por su parte, se despertaron con la satisfacción por el espectacular golpe en la sombra no reivindicado pero también con la tristeza por la noticia de la muerte de cuatro soldados (entre ellos por primera vez una militar) en un edificio minado por Hamas en Rafah, en el sur de Gaza. Un recordatorio de la realidad de la guerra más larga de su historia en el sur, mientras en el norte una misión sin precedentes acerca a las partes a su peor enfrentamiento desde la guerra del 2006.
Más allá de reforzar las defensas antiaéreas, el ejército ha decidido trasladar la División 98 de la Franja de Gaza, donde ha tenido un papel importante en la ofensiva contra Hamas, a la línea fronteriza con Líbano. “El peso de gravedad (militar) está pasando al norte”, ha confirmado el ministro de Defensa, Yoav Gallant, mientras el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el jefe del Ejército, Herzi Halevi, han enfatizado el objetivo de la vuelta de los habitantes del norte evacuados por los drones y misiles de Hizbulá. Ninguno de los tres se ha referido a lo sucedido al otro lado de la frontera.
Aunque todos los frentes están conectados desde la infiltración armada del pasado 7 de octubre en el sur de Israel y Nasrala condiciona el cese de sus ataques -iniciados al día siguiente como apoyo a Hamas- a la tregua en el devastado enclave palestino, las explosiones abren una cuenta de la milicia proiraní con Israel al margen del cruce de misiles y drones de los últimos 11 meses.
“Se trata de un camino separado del duro castigo que el enemigo criminal debe esperar en respuesta a la masacre del martes”, ha señalado el movimiento armado más poderoso de la región que vive sus horas de mayor desconcierto y vulnerabilidad. Incluso más que cuando su todopoderoso jefe militar Imad Mugniyah fue asesinado en una supuesta operación conjunta del Mosad y la CIA en 2008.
Mientras Netanyahu y Gallant-aún abiertamente enfrentados- mantienen continuas reuniones con los jefes del Ejército y el Mosad, los analistas elogian el sofisticado ataque destacando que la inmensa mayoría de los heridos pertenecen a Hizbulá. Con todo, no faltan los que preguntan si el éxito táctico de penetrar en los círculos más íntimos del enemigo proiraní libanés mejora la compleja situación estratégica y acerca o aleja los objetivos del gabinete, como la eliminación de las capacidades armadas y de control de Hamas en Gaza, la liberación de los secuestrados (101 aún en cautiverio de los islamistas) y la vuelta de los 65.000 habitantes evacuados del norte.
“Hizbulá está en un dilema. Desea responder de forma dura a semejante golpe que tanto les ha conmocionado, pero sabe que puede provocar una guerra que lleve al Líbano al desastre“, comenta el ex alto mando del Mosad, Amnon Sofrin. Preguntado por el ataque selectivo y al mismo tiempo masivo contra los ‘buscas’ de Hizbulá, responde: “No sé quién lo hizo, pero es una acción muy compleja que requiere de tecnología e Inteligencia de calidad”.
Tanto los ‘walkies-talkies’ (según una revisión de Reuters llevaban la inscripción “ICOM” y “made in Japan”) y “buscas” atacados habrían llegado a manos de Hizbulá hace cinco meses. Según Al Monitor, Israel no tenía pensado realizar ahora la detonación de los aparatos -que queman fuentes y recursos trabajados durante años- pero lo hizo tras saber que en los últimos días dos miembros de Hizbulá habían empezado a sospechar. Fue cuando empezó la contrarreloj para dar la orden de una operación que, más allá de colapsar hospitales libaneses y provocar las amenazas de Hizbulá, no tardará en llegar a la gran pantalla.
Las informaciones sobre las explosiones en Líbano recuerdan, aunque en un tamaño infinitamente superior, a las que llegaron de la Franja de Gaza el 5 de enero de 1996. Entonces, un teléfono explotó en las manos de uno de los principales líderes del brazo armado de Hamas, Yahya Ayash. Apodado ‘El Ingeniero’ por ser el experto número 1 del grupo integrista en la fabricación de explosivos usados para letales atentados suicidas en Israel, Ayash estaba en el radar del servicio de seguridad interna Shabak y de Inteligencia del Ejército (Amán).
Dado que cualquier aparato conectado a la red wifi o a la telefonía móvil está expuesto, Hizbulá decidió apostar por los beepers. No es casual que el pasado mes de febrero, Nasralá advirtiera: «Israel ya no necesita colaboracionistas. ¿Dónde está el agente? Está en vuestros celulares al lado de vuestras mujeres y niños. El celular es el agente. No es un agente cualquiera sino uno letal». En su discurso, alertó que el pequeño aparato «da información detallada y exacta. El dispositivo de escucha está en vuestros bolsillos».
El temor era que Israel penetrara en el móvil y recogiera información de milicianos y cabecillas y entonces ordene un ataque aéreo. Según diversas informaciones, poco después de sus palabras, Hizbulá recibió una nueva partida de buscapersonas para evitar precisamente ciberataques sin saber que antes de llegar al Líbano ya estaban «marcados» por una mano misteriosa que colocó pequeñas cargas explosivas junto a las baterías.
Fuente: EL PAÍS
