Revertir el flujo habitual de gases en el último tramo del sistema digestivo y cambiar la señal de único sentido por otra de doble dirección es una propuesta osada. Como tal, la investigación japonesa que plantea que los mamíferos pueden respirar por el ano ha ganado este año uno de los premios Ig Nobel, los galardones que Annals of Improbable Research otorga cada año a los trabajos científicos más delirantes. Entre ellos, uno que demuestra que los gusanos borrachos son más lentos que los sobrios, otro que descubre que las truchas muertas nadan solo un poco peor que las vivas en una corriente o un trabajo que prueba que asustar a una vaca cada 10 segundos afecta al ordeño mientras que un gato en el lomo no interfiere. Estas son las investigaciones, publicados en revistas científicas, que han sido distinguidas en una ceremonia celebrada este jueves (madrugada del viernes en España) en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) en presencia de cinco premios Nobel:
Respirar por el ano. El intercambio de gases por la tradicional vía de escape en los mamíferos no tiene por qué ser unidireccional, del individuo al ambiente, con efectos secundarios indeseados entre los cohabitantes. Es la conclusión a la que ha llegado el equipo de Ryo Okabe, de la Universidad Médica de Tokio. Los investigadores no han partido de la confesada habilidad del Nobel de Literatura español Camilo José Cela para absorber líquidos por el ano, sino que se han inspirado en la brótola, un pez también conocido como bertorella o locha, para desarrollar “mecanismos de respiración intestinal únicos para sobrevivir bajo condiciones de hipoxia”. Ya los Ig Nobel destacaron un estudio sobre la ingesta anal de todo tipo de sustancias entre los mayas, pero poner a la última parte del sistema digestivo a respirar es un enfoque único.
Los premios han reconocido la osadía de proponer “la explotación de la ventilación enteral (intestinal) a través del ano (con las sugerentes siglas EVA en inglés)” mediante el suministro de oxígeno vía intrarrectal o de líquido con perfluorocarbono oxigenado. Por fortuna, hasta ahora solo han experimentado con roedores y cerdos. Pero aseguran que ambos procedimientos, en caso de insuficiencia respiratoria, pueden mejorar la supervivencia y la circulación sistémica. Los efectos secundarios son “similares a los de un enema sin signos importantes de complicaciones”, según Okabe. En cualquier caso, su posible uso clínico parece una buena razón más para dejar de fumar.
Los gusanos borrachos son más lentos. Aunque los resultados eran de esperar, el método del equipo de la especialista en organización de la materia Tess Heeremans, de la Universidad de Ámsterdam, ha conseguido un merecido galardón por estudiar “la velocidad de transporte convectivo de polímeros [macromoléculas en cadena]” a partir de gusanos, por sus estructuras similares. El experimento, publicado en Science Advances, consistió en someter a varios gusanos a un laberinto, la mitad de ellos sobrios y los otros expuestos a una solución de etanol al 5%. Los primeros llegaron 50 segundos antes. El estudio no detalla los accidentes del segundo grupo contra las paredes del recorrido.
Mejor si duele. Todas las madres y padres han consolado alguna vez a sus hijos heridos con un dicho: lo que pica, cura. Pues bien, un estudio centroeuropeo lo ha llevado al extremo y ha sometido a 77 personas a inhalaciones sin capacidad terapéutica, pero que generaban dolor en la nariz. A la mitad, les decían que era un tratamiento. A quienes sentían más dolor como efecto secundario, la supuesta terapia les parecía más efectiva. Lo peor es que los investigadores proponen incluir estos efectos secundarios en las medicinas para promover una reacción positiva de los pacientes.
Ordeñar con un gato sobre la vaca y un susto cada 10 segundos. Los responsables de las estaciones agroganaderas experimentales de Kentucky y Minnesota, no contentos con probar los efectos del suministro de distintas sustancias en el ordeño, decidieron explorar algo nuevo: las consecuencias de poner un gato sobre el lomo del animal y de explotar unas bolsas de papel cada diez segundos. Según el experimento, el gato se demostró que era irrelevante y pronto quedó libre, pero los sustos “sistemáticos” consiguieron que las ubres no volvieran a dar leche hasta 30 minutos después del trauma, “aunque la glándula todavía estaba relativamente dura, pero considerablemente más relajada que en el momento del miedo”, explican los investigadores.
Así nadan las truchas muertas. James C. Liao, del departamento de Biología Orgánica y Evolutiva de la Universidad de Harvard, ha propuesto en The Journal of Experimental Biology una reinterpretación del milagro de Lázaro, pero en versión trucha. Liao ha estudiado cómo nadan estos peces según el torrente de agua para demostrar lo que la sabiduría popular ya había sentenciado: camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Según la investigación, a mayor curso favorable de agua, menos esfuerzo del pez, que llega a adoptar una posición inerte para dejarse llevar. Vamos, que se hacen las muertas. Lo más curioso es que la investigación ha comparado estas posiciones de peces vivos con truchas fallecidas para llegar a una conclusión que parece evidente sin esfuerzo científico alguno: “Los ángulos de cabeza de las truchas vivas tienen un rango más amplio de valores y una mayor variedad en comparación con las truchas muertas”.
Palomas para pilotar misiles. El psicólogo Burrhus Frederic Skinner, fallecido en 1990, habría recogido personalmente el Ig Nobel si este premio hubiera existido cuando revisó los intentos de usar animales para dirigir armas en la Segunda Guerra Mundial. Ya entonces advirtió: “Esta es la historia de una idea descabellada”. La Asociación Estadounidense de Psicología ha ganado el Ig Nobel, recogido por la hija de Skinner, al recuperar este año su propuesta de 1960 sobre el “uso de organismos vivos para guiar misiles”, incluida en un programa de investigación durante el conflicto bélico llamado Proyecto Paloma. El errático comportamiento de los animales llevó a abandonar la idea, no fuera a ser que quisieran volver a casa durante la misión.
Los rizos no entienden de geografía. Es difícil saber el alcance para la humanidad de un descubrimiento como el conseguido por el Departamento de Genética Médica del hospital de Montpellier y científicos chilenos: “El cabello en la cabeza de la mayoría de las personas en el hemisferio norte se arremolina en la misma dirección que en el hemisferio sur”. La motivación de tan trascendental hallazgo era que “los mecanismos que determinan la inclinación y rotación del pelo son desconocidos”, según explican los investigadores, sorprendidos de que nadie lo haya estudiado antes sabiendo que el desagüe en un lavabo sí se produce en distintas direcciones según el hemisferio.
Buscando reglas al azar. “Muchas personas lanzan monedas, pero pocas se han detenido a reflexionar sobre las complejidades estadísticas y físicas del proceso”, argumenta el medio centenar de autores de un estudio sobre de qué lado caen al tirarlas. El número de investigadores puede parecer exagerado para un estudio tan simple, pero teniendo en cuenta que lanzaron las monedas 350.757 veces, cada uno fue responsable de 7.000 anotaciones. Lo peor es que después de ese esfuerzo, el resultado es poco concluyente. Según los autores, la tendencia es a caer del mismo lado que tenían al arrojarlas al aire, pero la conclusión efectiva es que solo en el 51% de las veces. Casi la mitad.
Falsos centenarios. Antes no se vivía más, sino que se mentía mejor. Saul Justin Newman, del Departamento de Salud de la Población de la Universidad de Oxford, ha desvelado un secreto a voces: no hay tantos centenarios. Vivir más se relaciona con buena alimentación, fuertes conexiones sociales y herencia genética. Pero, según su estudio, la abundancia de estas personas tan longevas en épocas pasadas tiene truco en la mayoría de los casos. La generalización de registros fiables de nacimientos ha hecho que descienda el número de centenarios declarados hasta en un 82%. Y muchos de los que se mantienen como tales en las listas oficiales, tienen una coincidencia: su fecha de nacimiento es divisible por cinco, lo que sugiere la presencia de fraude en la declaración para cobrar las prestaciones años antes de lo debido. Si quiere morir pronto, según los datos de Italia, Inglaterra y Francia, solo hay que vivir en la pobreza y donde la tasa de criminalidad sea más alta y los índices de salud bajos. Cerdeña, Okinawa e Icaria serían una excepción de esta regla, pero Newman lo atribuye a la falsedad documental.
Las plantas ven. El investigador Felipe Yamashita, del Instituto de Botánica Celular y Molecular de la Universidad de Bonn, considera “una hipótesis plausible” que las plantas pueden ver. Lo defiende en un estudio (Plant Signaling & Behavior) donde atribuye a la enredadera Boquila trifoliolata la capacidad de percibir las formas de sus plantas vecinas e imitarlas, aunque sean de plástico. El mundo de la moda lleva años explotando esta tendencia en los humanos.
Fuente: EL PAÍS