Dejando a su suerte en Montevideo por el entrenador, Ismael Rescalvo, quien atendió un tema familiar y encargó el comando técnico del equipo a su gemelo, Juan Rescalvo, el Tigre recibió un castigo del cual será difícil de reponerse y que le dejó en el borde de la eliminación, porque tiene que revertir este marcador el siguiente miércoles en La Paz.
Peñarol desató su ambición de gol temprano, desde que inició las acciones se vio la predisposición del cuadro uruguayo, que cumplió con su premisa y sacó una cómoda diferencia, que pudo tener una cifra más escandalosa.
Leonardo Fernández anotó el 1-0, a los nueve minutos, rematando un centro al ras de Jaime Báez, desnudando las licencias de los defensores atigrados, que pasaron una mala noche, volviendo a mostrar los errores que tuvieron en la fase de grupos.
Maximiliano Silvera amplió la cuenta (2-0), a los 16 minutos, conectando un centro de Fernández, a espaldas de los centrales, que respondieron con lentitud cuando Peñarol atacaba. El 3-0 fue obra de Báez, a los 36 minutos, quien recibió una excelente asistencia de Fernández al ras, de nuevo rompiendo la línea defensiva de los aurinegros.
El arquero Guillermo Viscarra volvió a intervenir para frenar la humillación por unos instantes, realizó hasta dos atajadas sobresalientes. Sin embargo, el cuarto tanto cayó a los 72´, con Facundo Batista como el autor, empujando el balón debajo del arco, tras un servicio que encontró a los centrales mal colocados.
El rendimiento del Tigre fue pésimo. A lo largo del encuentro no realizó ni un solo disparo hacia el arco contrario. Su mediocampo fue endeble, ni qué decir de su defensa, que no tenía el grosor para soportar la presión de los uruguayos.
APG/AB mr