La rabia ciudadana se extiende este lunes por Caracas ante la sospecha de que el chavismo cometió fraude en las elecciones presidenciales que se celebraron el domingo. La gente comenzó a protestar desde los balcones con cacerolazos y gritos contra el presidente Nicolás Maduro; la protesta bajó luego a las calles y llegó a casi todos los rincones de la ciudad. Los manifestantes intentaron llegar hasta la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE), la autoridad que proclamó ganador a Maduro sin enseñar las actas de resultados, pero la policía se lo impidió. En motos y portando banderas de Venezuela se acercaron a las inmediaciones del Palacio de Miraflores, la sede de Gobierno. Allí se encontraron con un fuerte anillo de seguridad que rodea la residencial presidencial. Los ánimos fueron subiendo de temperatura.
El ruido de la cubertería impactando contra el metal es la banda sonora ahora mismo de barrios enteros. Las familias se envían mensajes de texto con aquellos que han emigrado. Es difícil encontrar a alguien que no tenga un padre o un hijo fuera de Venezuela, que ha visto irse a un cuarto de su población por la crisis, unos ocho millones de personas. Los vídeos de personas llorando de impotencia inundaron Instagram y Tik Tok. Con la cara cubierta y encendiendo hogueras en el asfalto, jóvenes rodearon las instalaciones del ministerio de Interior y Justicia. “Maduro, ladrón”, se escuchaba decir, mientras pisoteaban y quemaban publicidad electoral con la cara del presidente.
“La justicia de este país tiene que hacer valer nuestros derechos”, dijo Mabel Castillo, una testigo de la oposición en Caracas que denunció en medios locales que desde el CNE dieron la orden de no entregarles las actas. “No les voy a perdonar que yo haya llegado a mi casa la una de la mañana a ver a mis hijos llorar”. Las protestas han prendido en cuestión de horas. Los venezolanos recibieron estupefactos el resultado, que ha sido puesto en duda por la comunidad internacional, que ha exigido al chavismo que enseñe cuanto antes las actas de los centros electorales, clave para certificar si de verdad se perpetró un fraude o Maduro ha resultado el verdadero ganador.
La noche de las elecciones fueron en realidad dos. En la primera, una multitud celebró anticipadamente los resultados, conversando con vecinos y participando en el conteo de las papeletas de las mesas en las que votó. En la segunda, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, dio un escueto boletín en que proclamó como ganador a Nicolás Maduro con el 52% de los votos, con el 80% de la las actas escrutadas.
El país se sumió en el silencio después de haber pasado casi 24 horas en la calle. Miles de venezolanos decidieron madrugar el domingo para ser los primeros en votar y luego decidieron madrugar otra vez para esperar los resultados. Desde casa, los opositores, con una trayectoria acumulada en cacerolazos y protestas durante los últimos 25 años de un solo Gobierno, hicieron sonar sus ollas y gritaron “¡Fraude!” y “ladrones” ante las pantallas en las que vieron las declaraciones de las autoridades electorales.
“No me sorprende lo que ha pasado, porque fue muy descarado. Tenemos actas en nuestro poder que indican que Edmundo ganó”, dice Tamara Almeida desde el barrio San Blas en Petare. En algunas zonas, la protesta matutina no duró mucho y la ciudad recuperó el silencio bajo un aguacero. En varios barrios de la ciudad, sin embarto, la gente se mantiene en la calle, mientras Maduro habla una vez más por televisión desde el CNE, durante su proclamación como presidente por seis años más. En el oeste de Caracas, unos vecinos de los barrios de El Cementerio quemaron basura en la autopista para intentar bloquear el paso antes de que la Guardia Nacional disolviera la manifestación.
En otros barrios de Caracas salieron cientos de personas a tocar cacerolas en las calles, bloquear las vías y hacer caravanas de protesta con las consignas que crearon en la campaña. “No quiero bono, no quiero CLAP [en referencia a los comités locales de abastecimiento y producción que reparten las bolsas de comida], yo lo que quiero es que salga Nicolás”, gritaban los conductores de un río de motocicletas que se movía por la parroquia La Dolorita, según videos que corrieron por las redes sociales. Iban todos a la Redoma de Petare, donde cientos de vecinos confluyeron para protestar. “No me siento derrotada, este es principio del fin. La manifestación de la gente ha sido espontánea”, dice Katiuska Camargo, líder comunitaria en San Blas.
Con el cierre de los centros de votación, el Gobierno desplegó a la policía y los militares a la calle con equipos antimotines. Algunos grupos de chavistas armados intimidaron a los opositores que custodiaban las mesas y debían quedarse con las actas cono resguardo. Camargo obtuvo las suyas recién bien entrada la madrugada, con el apoyo de sus vecinos en la calle. Este lunes, las entregó al comando de Edmundo González.
Poco podía ocurrir una noche en la que las calles estaban militarizadas. Por primera vez en unas elecciones, las policías —incluidas los temidos servicios de inteligencia— no estuvieron acuarteladas y tuvieron un rol activo en las votaciones. Desde el viernes había alcabalas y patrullaje. La presión fue especialmente importante en la Plaza Altamira, en el este de la ciudad, escenario de enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y antichavistas; los primeros con balas y bombas lacrimógenas, y, los segundos, con piedras y escudos de madera. Las heridas de la represión de 2014, 2017 y 2019, con más de 150 muertos y miles de heridos y detenidos están aún frescas .
Frente al Palacio Miraflores, grupos de chavistas esperaban festejar. El Gobierno había instalado una pantalla y preparado una programación musical para festejar el cumpleaños número 70 de Hugo Chávez y esperar los resultados. Ante ese grupo, habló Maduro y se proclamó ganador. En pocas horas, aparecieron en calles de la ciudad pintadas con la palabra “fraude”.
Guerra diplomática
El canciller de Venezuela, Yván Gil, anunció este lunes el retiro del personal diplomático en siete países latinoamericanos considerados “injerencistas” y “de derecha” por sus críticas al proceso electoral del domingo. Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, Dominicana y Uruguay ya no tendrán representación venezolana. Deberán además retirar a sus representantes en Caracas. “Están tratando reeditar el fracasado y derrotado Grupo de Lima, pretenden desconocer los resultados electorales de los comicios presidenciales efectuados este domingo 28 de julio de 2024″, dice el comunicado difundido por la Cancillería venezolana.
Las expulsión de embajadores ya fue respondida por el gobierno izquierdista de Chile, uno de los primeros de la región en poner en duda la legitimidad de la reelección de Maduro. El ministro de Exteriores, Alberto Van Klaveren, dijo que la decisión de Venezuela es de un “régimen dictatorial”. “Es una decisión lamentable y verdaderamente inédita; no tengo memoria de una medida de estas características. Revela el aislamiento en el que se encuentra en este momento el gobierno venezolano, y es muy llamativa la medida que ha tomado”, dijo Van Klaveren
Lla decisión venezolana es especialmente delicada en el caso de Argentina. Desde abril, seis dirigentes opositores están asilados en la embajada del país sudamericano en Caracas. Buscaron refugio luego de que el fiscal general ,Tarek William Saab, dictara órdenes de captura en su contra bajo cargos de conspiración. En la noche del lunes, la dirigente opositora María Corina Machado advirtió de que el Gobierno planeaba un asalto violento a la sede diplomática argentina.
Fuente: EL PAÍS