Santi Veiga, que lo conoció cuando era júnior, analiza al fenómeno de la natación, que ya ha ganado su primer oro en París, en 400 estilos. “Con un cuerpo de niño ya destacaba, y pensabas: ‘Cuando se ponga fuerte…’. Efectivamente, así ha sido”
La leyenda de Michael Phelps es para siempre, pero sus récords, no; y Léon Marchand fue el hombre que borró el último que le quedaba, el más inaccesible para los humanos, el de los 400 estilos. El nadador estadounidense paró el reloj en los Juegos de Pekín 2008 en 4:03.84. En el Mundial de Fukuoka de 2023 el francés fue más allá: 4:02.50. Ese campeonato fue su confirmación definitiva y cuando faltaba un año para los Juegos de París, en los que iba a estar en casa, se iba a convertir en uno de los focos de atención, aunque él no quisiera, como así ha sido. Precisamente los 400 estilos era su primer desafío en esta cita, y se colgó su primer oro con un tiempo de 4:02.95 (récord olímpico), sacando un mundo a Matsushita (4:08.62) y al estadounidense Foster (4:08.66). No hubo plusmarca, pero estuvo cerca, en la piscina montada en La Défense, una instalación que suele albergar rugby y conciertos, de la que los nadadores se han quejado porque no tiene la profundidad obligatoria, y por eso es lenta.
El escenario, imponente por lo demás, fue inaugurado en 2017 con un concierto de los Rolling, los reyes del rock. El rey actual del agua es Marchand, que tiene la combinación perfecta.
Hijo de nadadores
Punto uno, la genética. Xavier Marchand, su padre, fue olímpico en 1996 y 2000 y llegó a ser subcampeón del mundo de 200 estilos. Su madre, Celine Bonnet, también fue nadadora y estuvo en Barcelona 92. Su tío, Christophe Marchand, participó en los Juegos españoles, y antes en Seúl 88, nadando estilo libre. Léon empezó cuando era muy joven, pero lo dejó durante un par de años porque el agua le parecía demasiado fría. Lo intentó con el rugby o el judo, pero terminó sucumbiendo a la llamada de la piscina, pese a que sus padres no le animaron a ello. “Al contrario, me dejaron solo en mi proyecto, incluso me advirtieron de los sacrificios que tenía que hacer. Para mí es más una ventaja que hayan vivido el alto nivel. Y, sobre todo, hago lo que me gusta, de lo contrario no funcionaría”, confesaba el nadador en una entrevista en la web de su universidad, a la que ahora llegaremos.
Los Delfines de Toulouse
Punto dos, la formación. “Se ha formado en un club de Francia con mucho prestigio en la formación de nadadores los Delfines de Toulouse”, explica Santiago Veiga profesor de biomecánica del INEF de Madrid (Universidad Politécnica), que ha sido entrenador de natación. “Cuando íbamos a campeonatos del mundo júnior o de Europa, Léon ya destacaba. No tenía el dominio de ahora, pero destacaba y le veías que tenía un cuerpo por formar. Con un físico todavía de niño estaba sobresaliendo. Decías: ‘Cuando crezca y se ponga un poco fuerte, va a ser una pasada’. Y efectivamente”, añade Veiga.
Bob Bowman
Y, por último, la evolución. Con 18 años se fue a estudiar a Estados Unidos, a la Universidad de Arizona State, básicamente por una razón: para encontrarse allí con Bob Bowman, el técnico que forjó el mito de Phelps. De alguna manera, supone cerrar el círculo. “A veces Bob me dice que Michael habría logrado tal tiempo o tal otro. Lo comparo conmigo, aunque no sea lo mejor. Pero me motiva. Tengo curiosidad por saber esas cosas”, explicaba Marchand a “Olympics.com”. “Me dijo que me parezco porque soy capaz de darlo todo sin importar las circunstancias. Si no duermo bien o he tenido un mal día, puedo ser consistente en el entrenamiento”, prosigue el francés.
Y lo que vendrá
“Ahí están todos los ingredientes: una buena genética, una buena formación de joven y estar entrenando con el mejor del mundo, que además le puede ayudar a gestionar la situación de estar en casa, ya que la presión que tuvieron en Pekín Bowman y Phelps con los ocho oros fue brutal. En París, Marchand puede hacer un destrozo”, opina Veiga. Los 400 estilos fueron el comienzo. Nadará otras tres pruebas individuales: 200 braza, 200 mariposa y 200 estilos.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA