La guerra del ultraderechista Javier Milei contra el periodismo se traslada ahora al corazón del poder argentino, la Casa Rosada. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, ha anticipado que el Gobierno trabaja en una resolución para restringir el acceso a la sala de conferencias y sólo permitir en ella a “periodistas de fuste, con experiencia y de medios altamente reconocidos”. Para Adorni, los periodistas acreditados en la sede del Gobierno argentino deben, además, “sentir que es un honor estar en la Casa Rosada cubriendo lo que le pasa al presidente”.
“Vamos a hacer una sala de prensa de elite, de periodistas que puedan demostrar que merecen estar cerca del presidente de la nación”, declaró Adorni al canal LN+. El portavoz presidencial evitó responder por qué el Gobierno retiró la acreditación a la veterana periodista Silvia Mercado, de Radio Jai, quien ha presentado un amparo para que se la restituyan. Sin embargo, aseguró que durante años la decisión de acreditar o no a un medio “se ha manejado a dedo” y el Ejecutivo argentino aspira a cambiar el sistema y emular a la Casa Blanca en la búsqueda de “excelencia”. Según anticipó, acreditarán medios de acuerdo con “su alcance, su audiencia, y además exigiendo determinadas características del periodista, en términos de experiencia y que esté en relación de dependencia”. “Vamos a buscar que les dé orgullo estar en la sala de conferencias”, reiteró.
Adorni brinda una rueda de prensa casi diaria en la Casa Rosada a la que acceden los periodistas acreditados y aquellos que lo solicitan por algún tema puntual, como los corresponsales extranjeros. Sin embargo, hace un par de meses el Gobierno decidió abrir las puertas los viernes también a estudiantes de periodismo. Esa decisión contrasta con la voluntad expresada ahora de exigir años de experiencia en periodismo político a los profesionales que cubran la información gubernamental.
La resolución en la que trabaja el Gobierno no es el primer intento de controlar a la prensa, que ha sido uno de los blancos favoritos de los ataques del presidente argentino. Hace menos de un mes, el Ejecutivo quiso reflotar una ley de 1944 que obligaba a contar con una matrícula otorgada por la Secretaría de Trabajo para ejercer la profesión. Ante el escándalo, en pocas horas se borró el tuit original y la actividad periodística se mantuvo sin cambios.
“Mentirosos” y “corruptos”
En sus primeros siete meses en el poder, Milei ha atacado a periodistas de todas las ideologías. “Mentirosos”, “calumniadores seriales”, “corruptos”, “ensobrados”, “profetas de la verdad única”, “violentos” e “imbéciles” son algunas de las expresiones que ha dirigido el presidente argentino contra profesionales de los medios de comunicación, a veces con nombre y apellido. El dirigente ultraderechista ha afirmado que “probablemente en el lugar del mundo donde más podrido está el periodismo es en Argentina”.
Solo en sus primeros 100 días de gobierno, el Monitoreo de libertad de expresión del Foro de periodismo argentino (Fopea) reveló que 4 de cada 10 agresiones a periodistas y a medios de comunicación tuvieron origen en el presidente o en sus ministros. “Cuando quienes están al frente de estos ataques son funcionarios o el propio presidente de la nación, no solo se genera un clima de intimidación. También se amenaza el derecho a la libertad de expresión ya que los escraches, presiones, señalamientos y acusaciones generan el efecto de censura y silenciamiento de voces”, denunció Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, en un comunicado con motivo del Día del Periodista, el pasado 7 de junio.
La situación ha empeorado desde entonces. Hace sólo tres días, en la última entrevista que concedió, Milei volvió a la carga. “Yo no tengo un problema con la crítica, yo tengo un problema con la mentira. Quisiera saber cuando los periodistas se ponen tan corporativos, si están a favor del sobre, si están a favor de la mentira, de la calumnia, de la injuria, de la difamación, de decir cualquier barbaridad o deshonestidad intelectual”, dijo a LN+.
Cierre de medios públicos
En paralelo, el presidente argentino avanza en el cierre y privatización de los medios públicos, a los que considera “un mecanismo de propaganda”. La agencia de noticias estatal Télam, con 80 años de historia a sus espaldas, fue clausurada en abril. Tras cuatro meses de inactividad, sus oficinas recién reabiertas albergan ahora a RTA Noticias, un portal web que provee de contenidos a Radio Nacional y a la Televisión Pública, y a la Agencia de Publicidad Estatal. Entre ambas empresas suman unos 300 empleados, menos de la mitad de los 700 trabajadores de Télam, que era la agencia de noticias estatal más grande de Latinoamérica. El resto de la plantilla fue despedida con indemnizaciones.
La reestructuración de Télam puso fin también al apagón de las páginas web y las redes sociales de los distintos canales de radio y televisión pública. “Se suspende todo tipo de transmisión y/o emisión en redes sociales de contenidos hasta que se establezcan los cambios de criterios”, había anunciado a finales de mayo el interventor de los medios públicos, Diego Chaher. El silencio informativo se prolongó más de un mes y su reaparición es temporal. En el horizonte, de no haber sorpresas, está su privatización.
Fuente: EL PAÍS