Después de 94 días de mutismo con la prensa, la presidenta de Perú, Dina Boluarte, brindó esta semana su primera conferencia, en compañía de seis ministros de Estado, en el palacio presidencial. La expectativa era enorme. No tanto por el balance que pudiese presentar sobre su reciente visita a China, sino por lo que pudiese decir respecto a las múltiples acusaciones que se le imputan y un récord negativo: ser la presidenta con más desaprobación de la que se tenga registro, con apenas un 5% de respaldo. Pero Boluarte no fue contundente y eludió prácticamente todos los temas sobre los que se pregunta el país.
Ante las preguntas, la presidenta delegó la responsabilidad en algunos de sus ministros; decir que no responderá hasta que se cumplan los plazos correspondientes; si se trata del Congreso, que no puede adelantar opinión; y sobre sus líos judiciales, que esperará el desenvolvimiento de las investigaciones. En medio de sus evasivas fue inevitable que dejara algunos mensajes. “Vamos a seguir gobernando hasta el 28 de julio de 2026″, dijo escuetamente acerca de la posibilidad de un eventual llamado a adelanto de elecciones. Respecto a la denuncia periodística del semanario Hildebrandt en sus trece que asegura que se ausentó de Palacio a mediados del 2023 para realizarse una serie de cirugías estéticas sin comunicárselo al Congreso y, por tanto, dejó vacante la presidencia durante varios días sin que nadie se enterase, Dina Boluarte dijo: “ya quisiera desaparecerme un solo minuto y no hacer mi trabajo como Presidenta”.
Otra reportera le exigió transparencia y le insistió en que aclarara si esa denuncia era cierta o no, pero la mandataria la evadió. “Disculpen la sonrisa. Estamos hablando de cosas tan importantes como traer tecnología de China al Perú y estas preguntas tendenciosas no ayudan y no generan interés en la población”, dijo, permitiéndose hablar en nombre de la ciudadanía.
Una colega le preguntó directamente a la jefa de Estado si insiste en que los relojes de lujo que ostentó durante todo su Gobierno, en cada acto oficial, fueron préstamos del gobernador regional, Wilfredo Oscorima, cuando la tesis fiscal indica más bien que presuntamente fueron dádivas para obtener partidas presupuestales. La sucesora de Pedro Castillo no afirmó ni desmintió, más bien le envió un saludo a Oscorima, calificándolo como “su wayki” (hermano, amigo en quechua) y anotó que las investigaciones siguen su curso. “Nosotros estamos colaborando abiertamente con el Ministerio Público, asistiendo a cada diligencia y seguiremos haciéndolo. No solo por el tema Rolex, sino por las tantas carpetas que me han abierto por cada noticia que sale en la prensa”, dijo acerca de la denuncia del podcast La Encerrona.
Fue precisamente por el Rolexgate que la Fiscalía allanó la casa de Boluarte, un incidente pocas veces visto en el funcionario público de más alto rango en el país. La última vez que la mandataria había hablado con los medios había sido el 5 de abril luego de asistir a una diligencia fiscal. En cuanto a la cuestionada aprobación del proyecto de ley mediante el cual prescribirán los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra antes del 2002, beneficiando así al expresidente Alberto Fujimori, decenas de militares y terroristas, la mandataria evitó pronunciarse ante el accionar del Congreso. “Vamos a esperar que oficialmente el Congreso remita al Ejecutivo esta norma. No es conveniente adelantar opinión de algo que no tenemos entre manos”, indicó.
En la primera parte de la conferencia, Boluarte y sus ministros hicieron un recuento pormenorizado de su visita a China. Desde su encuentro con el presidente Xi Jinping, la firma de trece acuerdos bilaterales para fortalecer las relaciones entre China y Perú, la reunión con más de 250 empresarios chinos, la posibilidad de implementar robots cirujanos en hospitales peruanos, el convenio para formar a 20.000 talentos nacionales en la multinacional Huawei y la importancia del megapuerto de Chancay como un hub logístico, próximo a inaugurarse en noviembre.
En los últimos días, Boluarte había sido duramente criticada por sus declaraciones en una entrevista a un canal estatal chino, donde se dedicó a hablar de la comida china en Perú y de sus gustos personales en lugar de elaborar un discurso a la altura de un jefe de Estado. Boluarte ha dejado que la prensa le haga unas preguntas después de tres meses, pero no ha respondido a ninguno de los grandes temas.
Fuente: EL PAÍS