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David Carradine, la leyenda de Kung Fu: su paseo desnudo por Hollywood y la absurda muerte en un juego sexual

El actor, de 72 años, fue hallado desnudo y colgado en el armario de su habitación el 4 de junio de 2009. El matrimonio con Barbara Hershey y el regreso con Kill Bill. Además, las cientos de películas en los que participó para sobrevivir4 de junio de 2009. Faltaba poco para que llegara el mediodía en Bangkok. La mujer golpeó la puerta de la habitación 352 del Swissotel Nai Lert Park Hotel. Nadie respondió. Insistió. Después de unos minutos abrió con su llave. Apenas dio dos pasos y quedó inmóvil. No pudo gritar, tampoco salir de ahí para dar aviso a sus jefes. Sólo cerró los ojos y dejó caer al piso los elementos de limpieza que llevaba en la mano. Del placard de la habitación colgaba un hombre desnudo. Estaba muerto. La piel viraba del gris, a un morado pálido. Tenía las manos atadas y la cuerda que apretaba su cuello, también envolvía el miembro viril. La mujer no lo sabía todavía, pero ella conocía a ese hombre. Lo había visto muchas veces. En la televisión. A los 72 años, había muerto Kung Fu.

La policía tailandesa determinó que David Carradine había muerto al menos 12 horas antes del hallazgo de su cuerpo. Primero se especuló con que se había tratado de un suicidio. La puerta cerrada por dentro, el ahorcamiento, el historial de problemas del actor. Hasta se pensó en un asesinato. Pero los investigadores dijeron que no había rastros de una segunda persona en el lugar.

El final de Kung Fu

En la conferencia de prensa en la que informó los resultados de la pesquisa, el jefe de policía tailandés no recurrió a ningún eufemismo: “Carradine murió mientras se masturbaba”, dijo.
La familia Carradine envió un perito para que investigara el caso. El especialista llegó a una conclusión similar que la policía de Bangkok. No se había tratado de un suicidio. Aunque dejaba abierta la posibilidad de que no hubiera estado solo en el momento de su muerte. Se habló de unas huellas de calzado que no eran de David y de que las ataduras de las manos era imposible hacérselas a uno mismo.

Marina Anderson, la cuarta y penúltima esposa de David, años después publicó una memoir centrada en los años que compartió con el actor. Allí contó que a David le gustaba el bondage y que él le enseñó el poder de la asfixia para incrementar el placer pero que era una práctica que no realizaba solo.

David Carradine fue una gran estrella televisiva, protagonizó un éxito perdurable como Kung Fu, que tuvo mucha audiencia en sus primeras temporadas, y una larga vida en todo el mundo gracias a las repeticiones que se mantuvieron en el aire durante décadas. También actuó en películas de Martin Scorsese, Roger Corman e Ingmar Bergman. Pero nunca pudo terminar de afianzar su carrera. Después de su gran momento de esplendor, a excepción del regreso de Kung Fu a la televisión y su comeback cinematográfico con Kill Bill de la mano de Quentin Tarantino, un resucitador serial de carreras, realizó más de doscientas participaciones televisivas y cientos de películas menores y olvidables.

Sobre él pesaba la sombra de los excesos, del carácter inestable, del clima siempre incómodo en el set. Sin embargo, cada vez que aparecía en pantalla aportaba su prestancia, una rara potencia calma e inquietante, que funcionaba como un imán para la cámara y para el espectador.

David Carradine no era David. Su verdadero nombre era John pero, cuando, inició su carrera actoral un agente le recomendó que se lo cambiara para que no se confundiera con el del padre, John Carradine, actor de varias películas de John Ford.

La niñez de Carradine

Su infancia no fue sencilla. Alguna vez contó que se quiso suicidar cuando tenía 5 años; trató de ahorcarse según su versión. Sus padres se llevaban muy mal. Después del divorcio, John Carradine fue condenado por no pagar alimentos y hasta pasó unos días en prisión. Su hijo, sin embargo, un tiempo después se fue a vivir con él.

En su juventud, David tuvo algunas entradas en la policía por delitos menores y por posesión de drogas. Cuando recibió el llamado del ejército para alistarse, intentó no cumplir. Lo pusieron en la lista de desertores y no le quedó más remedio que presentarse. Estuvo dos años en el ejército. En algún momento lo acusaron de robar mercaderías y fue juzgado. A los pocos meses consiguió que le dieron la baja.

Quería ser músico y pintor. Pero no tenía ni el talento ni la disciplina necesarias para destacarse en ninguna de las dos actividades. Por lo tanto decidió seguir el camino del padre. Comenzó a estudiar actuación afines de los años cincuenta. Cuando a él lo asociaban con el movimiento hippie, aclaraba que él era anterior. Compartía algunos de los valores pero en realidad se consideraba un beatnik: en San Francisco pasó tiempo con varios de los máximos exponentes beatniks antes de la llegada de la década del 60.

En su segunda obra en Broadway consiguió un gran éxito interpretando a Atahualpa, el líder inca. Su compañero de escena era Christopher Plummer. Abandonó por una oferta muy tentadora ese suceso de crítica y de público escrito por Peter Shaffer. Ser el galán de una nueva serie televisiva. Era una adaptación del western Shane. La protagonista fue Jill Ireland. Pero la apuesta no resultó. Shane no llegó a la veintena de episodios.

David empezó a hacer pequeños roles en películas y programas de televisión. Se separó de su primera esposa y se puso de novio con una joven y talentosa actriz que conoció en una de sus obras teatrales: Barbara Hershey.

Estuvieron 7 años juntos. Tuvieron un hijo al que le pusieron Free (Libre). El chico, ya con los padres separados, logró que un juez le cambiara el nombre por uno más terrenal: Thomas.

David Carradine y Kung Fu fueron fundamentales, junto a Bruce Lee, para instalar las artes marciales en Estados Unidos. La serie fue un gran éxito

Juntos actuaron en Boxcar Bertha, la película de Martin Scorsese. Allí en algunas escenas aparecen desnudos, aunque en pantalla poco se ve. La revista Playboy aprovechó y les pidió recrear esos desnudos en sus páginas. Sin embargo la aparición de mayor impacto mediático de la pareja fue en el programa de Dick Cavett. El conductor entrevistaba a Carradine por el éxito de King Fu, cuando invitó a sumarse a Hershey. Apenas la actriz se sentó se escucharon, desde bambalinas, unos llantos de bebé. Era Free que en ese entonces tenía 8 meses. Cavett le propuso a Heshey a que fuera a buscarlo. Barbara tenía 25 años, el pelo largo, la belleza que aún conserva y una frescura única. Se levantó corriendo, fue detrás del decorado y volvió con su bebé rollizo y rosado en sus brazos. Pero apenas se sentó e intentó responder las preguntas del conductor, el bebé retomó su llanto desesperado. Casi como un reflejo, Barbara bajo levemente la parte derecha de su blusa y le dio el pecho a su hijo que de inmediato se calló y se puso a comer. Cavett perdió su habitual desenvoltura, quedó petrificado y mandó a un corte comercial. Al regreso le preguntó a Hershey si le había dado la teta a su bebé (que ya estaba sentado a upa y tranquilo). Ella respondió que solía darle a su hijo lo que necesitaba. Cuando el consultado fue Carradine, David dijo que le pareció el movimiento más natural del mundo. Cavett cerró diciendo que “al menos el censor va a tener de qué ocuparse esta semana”. Del episodio se habló durante semanas en Estados Unidos y todas las revistas publicaron notas al respecto.

En 1972, a David Carradine lo convocaron para el casting de un telefilm. Era la historia de un hombre con sangre china y norteamericana, que convertido en un monje shaolin recorría el Oeste americano. Los productores estaban preocupados porque faltaban dos semanas para el comienzo del rodaje y todavía no tenían al actor protagónico. Habían probado a todos los intérpretes de origen asiático que conocían y ninguno los había convencido. También a varios americanos. Carradine se quedó con el rol tras la primera prueba.

“Apenas leí el guión, me encantó. Pero nunca pensé que pudiera funcionar en televisión. ¿Un western chino? ¿En serio? ¿Un hombre mitad chino y mitad monje budista americano, que recorre la ruta del oro, pero sin importarle el oro, y que trata de llevar paz y desarmar conflictos sin llevar un arma, que no mata ni un insecto porque respeta la vida y que casi no habla? Imposible”, escribió Carradine en sus memorias Endless Highway, publicadas a mediados de los noventa.

Kung Fu terminó en 1975  tras un incidente en el que Carradine paseó desnudo por su barrio y atacó a dos jóvenes luego de experimentar con peyote (Photo by Michael Ochs Archive/Getty Images)

El telefilm fue emitido en 1972. La fecha fue muy oportuna. La cadena lo puso al aire justo después de la transmisión de un evento de Richard Nixon en su primera visita a China. Tuvo mucho rating.

Nace la leyenda de Kung Fu

Después lo volvieron a pasar y mandaron a convertirlo en serie. Kung Fu estuvo tres temporadas al aire. Fueron 63 capítulos, muchos de los cuales –sobre todo los de 1973- lideraron la medición de audiencia. Niños y jóvenes de todo el mundo querían ser Kwai Chang Cane (en estas tierras se pronunciaba: uanchankein) y muchos pasaron a ser llamados Pequeño Saltamontes.

Era la época en que el cine de artes marciales comenzaba a triunfar en Estados Unidos. Las películas chinas de Bruce Lee funcionaban muy bien y él ya estaba filmando la primera de las suyas en Hollywood.

Con Bruce Lee hubo una disputa en sordina que tomó estado público tras la muerte del luchador. Su hija dijo que la idea de la serie había sido de Bruce Lee y que Warner se la había robado. Es cierto que Lee tenía, en un estado bastante embrionario la idea de un programa de TV, pero los especialistas concluyen que no le robaron Kung Fu, que su creador venía trabajando el proyecto desde 1967.

Bruce Lee fue uno de los apuntados para interpretar a Kwai Chang Cane. Uno de los productores lo desechó: “Ningún espectador va a querer ver a un chino petiso que le cuesta hablar inglés”, dijo y sentenció la suerte de Bruce Lee.

Cualquier espectador puede saber de qué época es el capítulo de King Fu que está viendo por el pelo de Carradine. Empezó con el pelo corto y no se lo cortó casi hasta el final, cuando volvió a raparse.

“Yo era un bailarín, no sabía nada de artes marciales”, confesó alguna vez. Pero de a poco fue aprendiendo con maestros orientales y terminó siendo un impulsor de la cultura y diversas disciplinas orientales.

La serie dejó de emitirse en 1975. Los motivos fueron varios. Carradine estaba cansado y quería emigrar al cine. El programa había dejado los primeros lugares del ranking. Una de las causales fue que la cadena lo cambió de horario en diversas oportunidades. Pero la principal fue un incidente muy publicitado que afectó la manera en que David Carradine fue visto por el público.

Una tarde de 1975 salió de su casa en Laurel Canyon y paseó por el barrio. El problema fue que venía de experimentar con peyote, estaba desnudo y acosó a dos mujeres, se les tiró encima y las acusaba de ser brujas. También rompió los vidrios de una casa vecina e ingresó en ella. La policía lo encontró sentado en el piano de su casa, todavía desnudo y con todas las teclas ensangrentadas.

Carradine reconoció que el incidente erosionó su imagen y la del programa. Algunos compañeros lo acusaron de boicotear la serie.

Quentin Tarantino revitalizó la imagen de Carradine al elegirlo para las dos partes de Kill Bill (Photo by Victor Spinelli/WireImage)

Durante un tiempo pareció que nada podía salir mal. Su desembarco en el cine fue con Death Race 2000, la película de Paul Bartel, producida por Roger Corman. Además de su salario, arregló un porcentaje de la taquilla. Fue un gran negocio para él. Lo mismo sucedió con Cannonball, su continuación estrenada en 1976 (se podría decir que Carradine tiene tantas películas de autos como de artes marciales). Pero también encarnó a Woody Guthrie en This Land is Your Land de Hal Ashby y junto a Liv Ullmann hizo El Huevo de la Serpiente de Ingmar Bergman.

Carradine desembarca en el cine

La relación con el director sueco fue, cuando menos, tortuosa. Dos almas intrincadas en confrontación permanente. Carradine, otra vez en sus memorias, sostuvo que no volvió a actuar con Bergman porque maltrataba a los animales y que cuando él le reprochó hacer sufrir a un caballo, Bergman le respondió: “Soy un viejo malvado. Para mis películas ya maté a dos caballos, quemé a otro y estrangulé a un perro”.

Después su carrera decayó. Cientos de películas y programas de televisión sin mayor brillo ni ambición. Todas iguales (y descuidadas) como los anteriores o los posteriores. Era como si aceptara cualquier guión que le llegara. Sólo se necesitaba que su agente arreglara el dinero y siempre redujera las jornadas de rodaje que le exigían.

Iba de un lado al otro, de set en set. Sus jeans, las botas de cuero, cigarrillos, un Zippo, varias botellas. No parecía necesitar más para moverse continuamente.

Llegaba, creaba algún problema, trataba de seducir a la protagonista femenina –muchas veces lo conseguía-, tomaba bastante, hacía su trabajo muy por encima de las expectativas del director (en especial después de haber visto en las condiciones en las que había arribado) y cobraba. No mucho más. Su falta de interés desaparecía cuando se trataba de una escena de acción. No quería ser reemplazado por dobles ni por trucas. Él se encargaba de sus partes. Para eso le pagaban.

Kung Fu vs. Chuck Norris

En ese mar de películas olvidables, la mayoría de la categoría directo a video, tal vez pueda destacarse una escena que se viraliza cada tanto en las redes sociales: la pelea con Chuck Norris en McQuade, lobo solitario.

En 1993 regresó a la televisión con Kung Fu: la Leyenda Continúa. Fueron 88 episodios en cinco temporadas. En esos años fue arrestado varias veces. Peleas y drogas fundamentalmente.

En los rodajes para que creyeran que estaba en un periodo abstemio, solía tomar vodka para que cuando lo vieran de lejos pensaran que se trataba de agua. De lejos. Al acercarse el olor crudo lo delataba.

Una de sus hijas, entrevistada después de la muerte de David, remarcaba las virtudes de su padre. Cuando el periodista le preguntó por algo que hiciese mal, la mujer respondió: “La verdad es que mucho tiempo sobrio no estaba”.

A principios del nuevo siglo tuvo su nueva gran oportunidad de la mano de Quentin Tarantino. Las dos entregas de Kill Bill volvieron a poner en el candelero a Carradine. Parecía que, como había ocurrido con Travolta y Pulp Fiction, su carrera iba a renacer. Pero no sucedió. Otra vez Carradine volvió a aceptar cualquier proyecto y participar en películas que no merecían su presencia.

Las deudas, las adicciones, la necesidad de mantener muchos hijos y muchas ex esposas hicieron que no parara de filmar. A su muerte había un docena de proyectos en los que había participado y todavía no se habían estrenado.

Tal vez ni siquiera era su necesidad de actuar y de generar ingresos con lo que sabía hacer. Tal vez, ese escape vitalicio era una forma de lidiar con el desasosiego, una forma de paliar su insatisfacción perpetua.


En sus últimos años Carradine siguió participando en decenas de proyectos menores. Cobraba mucho por trabajar pocas semanas. No se fijaba en los guiones ni en la calidad de la producción (Photo by Charley Gallay/WireImage)

En junio de 2009 había llegado a Tailandia para filmar Stretch, un thriller que hablaba del turf y del mundo de las apuestas. Murió en un hotel de Bankgok mientras practicaba un juego sexual. El New York Post, al día siguiente, utilizó uno de sus típicos títulos sensacionalistas pero ingeniosos: Hung Fu! (un juego de palabras con Hung: ahorcado)

A su entierro fueron más de 400 personas, entre ellas muchas celebridades. Su familia hizo tallar una lápida con este texto: “Bailarín, músico, artista, productor, director, escritor, compositor, contador de historias, poeta, filósofo, esteta, académico, artista marcial, maestro, profesor, Kung Fu”.

Y encima de esta enumeración, junto a su nombre y los años de nacimiento y muerte, tres palabras irrefutables: “Una leyenda descalza”.

Fuente: INFOBAE 

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