Desde 1750 cada poco tiempo se descubren buques a la deriva, sin tripulación y sin una explicación de lo ocurrido.
El primer buque fantasma del que se tenga un registro histórico es el Sea Bird, un bergantín mercante, bajo el mando de John Huxham, que atracó en Rhode Island a mediados del siglo XVIII, pero su lancha había desaparecido, cuando se encontró, a bordo solo había un perro y un gato. En mitad del océano. Y ningún miembro de la tripulación. Desde entonces, la caza de buques fantasma, aquellos que se encuentran en el mar sin tripulación viva a bordo y sin una explicación, se ha sucedido a lo largo de la historia.
Quizás el más famoso, aunque ficticio, es el Holandés Errante, un navío cuyo capitán está condenado a surcar eternamente los mares. Tan famoso como este, aunque real, es el Mary Celeste. Su historia comienza tras pasar la isla Santa María en las Azores el 25 de noviembre de 1872, ese día fue el último registro en el cuaderno de bitácora. El bergantín volvió a verse el 4 de diciembre de 1872 entre Portugal y el archipiélago de las Azores: sin tripulación a bordo, pero prácticamente intacto y dirigiéndose hacia el Estrecho de Gibraltar.
Solo en el siglo XXI se tiene constancia de más de una docena de buques fantasma, pese a los avances en comunicación y rastreo satelital. A estos hay que sumarle un número que puede alcanzar el centenar, de pequeñas embarcaciones que llegan a la costa japonesa desde Corea del Norte, a menudo completamente vacías y sin rastro de sus ocupantes. En este caso en particular, los barcos fantasma que llegan sin tripulantes vivos suelen ser viejos, carecen de motores modernos y no tienen GPS. Expertos como John Nilsson-Wright de Chatham House consideran poco probable que los barcos fueran el resultado de intentos de desertar desde Corea del Norte: por un lado, tienen vínculos culturales y lingüísticos más estrechos con sus vecinos del sur y están más cerca que Japón. De hecho, hay muy pocos casos de viajes de Corea del Norte a Japón: uno en 1987, otro en 2006 y uno en 2011.
El último hallazgo se produjo hace apenas un mes. Los pescadores encontraron un barco pesquero sin nombre en el río Caeté. en la región de Bragança, Pará, Brasil, cerca del delta del Amazonas, presumiblemente procedente de Mauritania y se supone que tenía como destino Canarias. El barco probablemente se perdió en el mar y quedó a la deriva. Su último avistamiento en Mauritania fue en enero de 2024, por lo que presumiblemente el viaje duró 3 meses.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA