Fiebre de Crimea-Congo, virus del Nilo, fiebre amarilla, dengue, gripe aviar… Los expertos alertan del riesgo global de nuevos contagios
Empieza a quedar lejos en la memoria, pero la pandemia de la Covid-19 demostró que somos más vulnerables de lo que creemos. En pleno siglo XXI, cuando la tecnología nos hace pensar que tenemos «súper poderes», la tormenta perfecta de cambio climático, globalización y deforestación dispara las posibilidades de sufrir cada vez más contagios por enfermedades emergentes provocadas por patógenos capaces de saltar de una especie a otra, incluidos los humanos.
No es ficción. La gripe aviar provocada por el virus H5N1 en Estados Unidos tiene en vilo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya habla de «preocupante epizootia mundial»; el brote de dengue fuera de control en América Latina, con más de 6,6 millones de contagios y cerca de 3.000 fallecidos; los primeros casos de hospitalización por el virus del Nilo occidental en España en pleno mes de abril o la muerte la semana pasada de un hombre de avanzada edad por fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tras la picadura de una garrapata en Salamanca reflejan que el peligro de posibles enfermedades emergentes es real. «Tenemos que estar siempre preparados porque la amenaza está ahí y no somos ajenos a ello. Estos patógenos conviven con nosotros y es cuestión de tiempo que puedan aparecer brotes o casos graves por patologías que nos puedan parecer lejanas, pero es que hoy en día la palabra lejos ya no existe y eso implica un riesgo real de que lleguen a nosotros. El problema añadido que tenemos es que en España no existe la especialidad de enfermedades infecciosas, y eso supone una falta de formación reglada sobre estas patologías que nos hace mucho más vulnerables que otros países. Es nuestro punto flaco, a pesar de que la red de vigilancia que tenemos ha demostrado ser buena», lamenta María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) y presidenta del Grupo de estudio de patología importada de esta sociedad.
Aunque su nombre refleje que se trata de una enfermedad lejana, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo ya es endémica en algunas zonas de Castilla y León, Extremadura y el sistema central. De hecho, en apenas una década se han confirmado en nuestro país un total de 13 casos de esta enfermedad y cinco muertes. La razón está en la proliferación de garrapatas portadoras de la enfermedad, tal y como demostró a finales de abril un equipo de investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas al detectar la presencia del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en el 10,5% de las garrapatas examinadas en una zona periurbana de Ponferrada (León).
Vectores al alza
Si las garrapatas asustan, los mosquitos atemorizan, ya que las probabilidades de que aparezcan nuevos contagios de enfermedades emergentes como el dengue, la malaria, el virus del Nilo occidental o la fiebre amarilla se disparan. «España es un territorio donde potencialmente los mosquitos que son capaces de transmitir estas enfermedades se encuentran cómodos, sobre todo por la cuenca mediterránea, por ello no somos ajenos a esa amenaza. No hay que alarmar, pero sí lo tenemos en el radar», asegura Frederic Bartumeus, profesor investigador en Icrea y uno de los responsables de la plataforma Mosquito Alert, una herramienta digital con participación ciudadana que suma y facilita la vigilancia y el control de los mosquitos en nuestro país. Y es que, «el cambio climático está agravando el problema, y no lo hace por una cuestión de que a más temperatura haya más mosquitos, sino porque provoca cambios en la población de esos vectores, haciendo que también se sientan cómodos más al norte de la península y con una actividad que se alarga en el tiempo, es decir, con contagios que empiezan en primavera y acaban en otoño, y con varios picos a lo largo del año», añade Bartumeus.
Buena prueba de ello es el mosquito tigre, que llegó a España hace una década y ha sido capaz de cambiar la selva tropical por la «jungla urbana». Este vector puede transmitir enfermedades como el dengue, el zika, la fiebre amarilla y el chikungunya. Y no es el único, ya que, tal y como reconoce Bartumeus, «lo que más nos preocupa a día de hoy es el mosquito de la fiebre amarilla, pues sabemos que es muy peligroso y ya ha intentado colonizar Canarias en varias ocasiones. Se está vigilando de cerca porque es un vector muy competente a la hora de transmitir dengue».
El peligro no está solo en los mosquitos invasores, ya que el común en nuestro país también es capaz de transmitir enfermedades como el virus del Nilo occidental. «Lo tenemos muy localizado en zonas húmedas de Andalucía o Cataluña, pero vemos que cada vez está más presente en otras áreas menos rurales, por lo que es un riesgo real en nuestro país que hay que vigilar», insiste Bartumeus, quien defiende la necesidad de aprovechar las ventajas que ofrece la tecnología a través de herramientas como Mosquito Alert.
La temida gripe
Al peligroso cóctel de todas esas enfermedades emergentes hay que añadir el virus de la gripe, «pues son los que más papeletas tienen para provocar futuras epidemias por su capacidad para mutar y acabar contagiando a humanos», afirma Ángela Domínguez, coordinadora del grupo de vacunas de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Y así lo ratifica Estanislao Nistal, virólogo e investigador de la Universidad CEU San Pablo, quien asegura que «el H5N1 que ahora está provocando el brote de gripe aviar en EE UU y que ha sido capaz de saltar a las vacas es muy probable que acabe saltando a los humanos. Todavía no está preparado para ello, pero se barrunta desde hace tiempo, lo que podría ocasionar una pandemia por la falta de inmunidad de la población, por eso es importante también vacunar a los animales de granja». La buena noticia es que, «si esto pasa, para este virus sí sabemos hacer vacunas y conocemos los antivirales que podrían funcionar, por eso resulta fundamental seguir apostando por la investigación e invertir recursos en ello, ya que más pronto que tarde volveremos a necesitarlo», augura Nistal.
El temor a una futura emergencia sanitaria es real, pues los expertos coinciden en que más pronto que tarde un patógeno (ya sea un viejo conocido o el denominado X) pondrá en jaque la salud mundial. «La globalización juega en nuestra contra, por eso que el dengue se descontrole en América Latina o la malaria se dispare en un país africano sí nos tiene que importar en España. La palabra lejos ya no tiene sentido», reconoce la portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología. Si esto está sobre la mesa, la pregunta del millón es saber si estamos preparados para hacer frente a ello. Y la respuesta es optimista, aunque hay mucho margen de mejora. «La amenaza ya está aquí y con frecuencia vemos brotes que logramos contener gracias a los protocolos y al sistema de vigilancia actual, con un Plan Nacional de Vectores que funciona», afirma Bartumeus. Además, «ahora tenemos un sistema global para diseñar vacunas que agiliza los procesos», añade Nistal. Pero «habría que mejorar la formación de los profesionales en enfermedades infecciosas para reconocer a tiempo los primeros casos y saber manejarlos», reclama Velasco.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA