En este cuadro, el corazón no puede bombear suficiente sangre para que se concreten las funciones fundamentales del organismo. Cuáles son los signos de alarma y qué tener en cuenta para su prevención
Este jueves 9 de mayo es el Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca, una jornada promovida para concientizar sobre esta afección y sobre los factores de riesgo que están asociados a su desarrollo.
De acuerdo a los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), “en la insuficiencia cardíaca, el corazón no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo”.
En tanto, según las mismas instituciones, este cuadro “se desarrolla con el tiempo a medida que la acción de bombeo del corazón se debilita o se hace más difícil llenar adecuadamente el corazón con sangre entre latidos. Puede afectar el lado derecho, el izquierdo o ambos lados del corazón”. Sin dudas, la insuficiencia cardíaca es un desafío de salud significativo que afecta la calidad de vida y la capacidad funcional de quienes la padecen.
Esta afección, que a menudo es secundaria a problemas como la enfermedad de las arterias coronarias o la presión arterial alta, deja al corazón demasiado debilitado o rígido para realizar adecuadamente su función de bombeo sanguíneo.
Cuáles son los síntomas de la insuficiencia cardíaca
En MedlinePlus, el sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, señalan que los síntomas de la insuficiencia cardíaca “con frecuencia empiezan de manera lenta. Al principio, pueden solo ocurrir cuando usted está muy activo. Con el tiempo, puede notar problemas respiratorios y otros síntomas, incluso cuando está descansando. Los síntomas también pueden empezar de manera repentina después que el corazón se ha dañado a consecuencia de un ataque cardíaco u otro problema”.
Con todo, los signos más comunes según la mencionada plataforma son tos; fatiga; debilidad; desmayo; pérdida de apetito (inapetencia); necesidad de orinar en la noche; pulso irregular o rápido; sensación de percibir los latidos cardíacos (palpitaciones); dificultad para respirar cuando está activo o después de acostarse; hígado o abdomen inflamado (agrandado); hinchazón de pies y tobillos; despertarse después de un par de horas debido a la dificultad para respirar; y aumento de peso.
Factores de riesgo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) postula que hay factores de riesgo conductuales que están ligados a las enfermedades cardíacas y a los accidentes cerebrovasculares. Estos son: una dieta malsana, la inactividad física, el consumo de tabaco y de alcohol.
“Los efectos de los factores de riesgo conductuales pueden manifestarse en las personas en forma de hipertensión, hiperglucemia e hiperlipidemia, además de sobrepeso y obesidad. Estos factores de riesgo intermedios pueden medirse en los establecimientos de atención primaria de salud e indican un mayor riesgo de ataque cardiaco, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca y otras complicaciones”, señala la entidad internacional.
Los especialistas de Mayo Clinic proponen que un tratamiento adecuado “puede mejorar los síntomas de la insuficiencia cardíaca y puede ayudar a algunas personas a vivir más tiempo. Los cambios en el estilo de vida pueden mejorar la calidad de vida. Intenta perder peso, hacer ejercicio, consumir menos sal y controlar el estrés”.
“Aún es desafiante el diagnóstico en el paciente que consulta por disnea o cansancio al consultorio y esto todavía más complejo en pacientes con función sistólica preservada”, explicó el doctor Guillermo Lineado, coordinador del Área de Insuficiencia Cardíaca División Cardiología del Hospital General de Agudos, Dr. Cosme Argerich, expuso anteriormente en un artículo institucional de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
De acuerdo con Mayo Clinic, las complicaciones de la insuficiencia cardíaca “dependen de la edad, tu salud general y la gravedad de la enfermedad cardíaca y pueden incluir daño o insuficiencia renal; otros problemas cardíacos; daño hepático; y muerte cardíaca súbita”.
“Duelen mucho las muertes súbitas de pacientes jóvenes, no hay que relajarse con los dispositivos” porque “muchos pacientes mejoran espectacularmente y llevan una vida normal o casi normal. Uno puede sentir de ellos la devolución y sentir la gratificación que nos convocó algún día para seguir nuestra profesión médica”, resaltó Lineado.
En tanto, desde la Federación Argentina de Cardiología (FAC), informan que años atrás estaba contraindicado el ejercicio en pacientes con insuficiencia cardíaca. Sin embargo, se comprobó que la inmovilidad y pérdida de masa muscular empeoraban y complicaban a los pacientes. Sin embargo, aclararon que para realizar actividad física se debe trabajar en un programa de rehabilitación cardíaca.
Esto representa un trabajo multidisciplinario que incluye entrenamiento con ejercicios, modificación de los factores de riesgo, evaluación psicosocial y medicación. Así se puede ir manejando la intensidad del ejercicio y favoreciendo el desarrollo saludable del paciente, ya que, junto a otros componentes de la rehabilitación cardiaca, son seguros y beneficiosos y dan como resultado mejoras significativas en la calidad de vida, reduciendo no solo las hospitalizaciones sino también síntomas como fatiga y falta de aire.
“No tenemos que temerle a la presión arterial ‘baja’ para progresar con los tratamientos si uno lo hace cuidadosamente”, dijo Lineado y agregó: “Hemos visto frecuentemente que, cuando mejora la condición hemodinámica, la presión arterial sube aun cuando uno emplea medicamentos que bajan la presión. Hay que ser paciente, progresar lentamente e involucrar al paciente en la tarea”.
Fuente: INFOBAE