Hablamos con una experta para saber cómo actuar en estos casos.
Las redes sociales han abierto una caja de Pandora, una que ya estaba allí, sin duda, pero que ahora está disponible para mucha más gente. Y entre ellos se incluyen menores de edad, con todas las consecuencias (legales, educativas y de salud, física y mental) que eso implica. ¿Qué hacer si son precisamente ellos quienes comparten material sexual en redes?
Recientemente, hablamos con Silvia Pastor quien se define como “profesional en proteger a menores de edad de cualquier maltrato”, experta en protección en internet y en educación sexual infantil (ESI). El motivo fue un hilo que llegó a su cuenta de Twitter: “Tengo a 4 alumnos (2°ESO) en clase enviando fotos de sus genitales como ‘broma’ en el grupo de WhatsApp de clase, me lo han enseñado unas niñas que están en el grupo y parece que nadie lo sabe ¿Qué puedo hacer?”
De acuerdo con Pastor, lo primero en este caso es implicar al equipo directivo de la institución. También hay que notificar a las familias de los principales implicados y explicarles que están compartiendo esas imágenes, que son menores de edad y se considera distribución de material de explotación sexual infantil (la mal llamada pornografía infantil).
También es necesario hablar de los riesgos de esas prácticas con las familias (sextorsión, grooming, deepfake, IA, grupos MAP, siglas de Personas a las que les atraen los menores) y solicitar que se detenga esa conducta de manera inmediata porque implica a toda el aula.
Luego es necesario convocar una reunión con el resto de familias para notificar (sin decir nombres) lo que estaba ocurriendo en ese grupo y que se aseguran que sus hijos/as no han distribuido esas imágenes por ser posesión y distribución de MESI (Material de Explotación Sexual Infantil).
En el caso de que no exista, también debería crearse un protocolo sobre estos temas en el centro, incidiendo especialmente en familias y alumnado. Es importante, añade también Pastor, que no hay que señalar en las aulas, no es necesario, pero sí hablar claramente de los riesgos que implican prácticas como esa. Todos los nombres de los involucrados, tanto los que denunciaron lo que ocurría como los que lo publicaron, debe ser confidencial.
“La educación digital y sexual es fundamental en etapas tempranas – afirma Pastor – . Y digo tempranas porque empezar en 2° de ESO ya es tarde, se debe hacer mucho antes. Tened en cuenta que aunque vosotros no les deis dispositivos, se pueden conectar en muchos otros y suelen tener cuentas en redes sociales que muchas veces se desconocen. En este caso se trata de una inconsciencia fruto de una nula educación digital, penoso concepto de la privacidad, no entender los riesgos asociados a hacer algo así y un largo etc”.
Si las personas adultas, en muchos casos, tenemos una nula visión de estos riesgos, no podemos pretender que menores sin una educación digital adecuada hagan las cosas bien. El problema es que se trata de menores de 14 años, son inimputables.
“Hay que implicar también a las familias si sus hijos/as tienen en sus dispositivos material de explotación sexual infantil – concluye Pastor -. ¿Quién asegura que no se va a difundir? Hay que borrarlo. Y, si se ha difundido, hay que conocer a quién y seguir “la cadena”. También hay que realizar una denuncia policial”.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA