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Así fue el desarrollo del coche eléctrico de Apple que costó 10.000 millones de dólares y ha sido cancelado

Apple no mantuvo una visión clara del coche que quería a lo largo de 10 años. Una de sus ideas fue que no tuviera volante y se condujera hablando con Siri, el asistente de voz

2014-2024. Una década es lo que llevaba en pie el proyecto Titan de Apple antes de que esta semana la compañía comunicara a sus empleados su cancelación. Titan es el nombre que designó el desarrollo del Apple Car, apodo informal, para el que la compañía llegó a tener más de 2.000 trabajadores contratados e invirtió la cantidad de 10.000 millones de dólares. Toda esa fuerza laboral será reenfocada en la inteligencia artificial generativa y otras áreas de la compañía.

Durante estos diez años, el desarrollo ha sido llevado en la máxima confidencialidad, como es habitual en la compañía. Una vez cerrado, The New York Times ha podido hablar con media docena de empleados de la compañía implicados en el proyecto Titan y reconstruir, parcialmente, la historia interna de este fútil desarrollo para el que tenían un mote alternativo: el desastre titánico.

Titan fue reseteado y recomenzado desde cero en varias ocasiones. Empezó como un vehículo eléctrico destinado a competir con los Tesla de Elon Musk y después se transformó en un coche autónomo que quería rivalizar con los Waymo de Google. Tuvo cuatro liderazgos a lo largo de los años, varias rondas de despidos y para cuando Apple ha decidido cancelarlo ya había vuelto al concepto original de un coche eléctrico con funciones de asistencia a la conducción. En última instancia, fue la dificultad en desarrollar el software y los algoritmos necesarios para funciones de conducción autónoma uno de los principales aspectos que dio al traste con el proyecto.

Un coche de 100.000 dólares y con poco margen de beneficio

Cuando Apple inició Titán en 2014, había una fiebre en Silicon Valley por perseguir la conducción autónoma pensando que sería algo común en pocos años y Apple no quería quedarse atrás. Se sumaba otra circunstancia. La compañía había finalizado el Apple Watch y Tim Cook aprobó el proyecto para impedir una desbandada de ingenieros, que querían trabajar en algo nuevo, hacia Tesla.

Pese a la confianza del máximo ejecutivo de la empresa, el equipo del proyecto Titan sabía que un Apple Car tendría un precio de al menos 100.000 dólares y un margen de beneficio muy reducido en comparación con el que Apple obtiene con los iPhone y otros dispositivos. Y además llegaría a un mercado ya dominado por Tesla. De hecho, Apple se planteó comprar la empresa de Elon Musk y mantuvo conversaciones con él, pero decidió que sería mejor desarrollar su propio vehículo que integrar Tesla en su estructura.

Titan tampoco mantuvo una visión clara de cómo debería ser el Apple Car. Steve Zadesky, primer líder del proyecto, quería un vehículo eléctrico con el que poder competir con Tesla mientras que Jony Ive, diseñador jefe de Apple y una de sus máximas figuras en la época, buscaba un coche autónomo. Sin saber muy bien hacia dónde iba, Apple contrató a más de 2.000 empleados entre los que se encontraban ingenieros de la NASA y de Porsche.

Conducción sin volante

Apple desarrolló una serie de tecnologías para su vehículo que incluían una luna delantera que mostraba las indicaciones de las direcciones a seguir y un techo corredizo fabricado con un polímero especial para reducir el calor del sol.

Pero la idea más llamativa vino de Ive. Su equipo diseñó una serie de conceptos del Apple Car que recordaban al Fiat 600 Multipla, un monovolumen fabricado por la marca italiana en los años 50 y 60. No tenía volante y en su lugar se conducía utilizando el asistente virtual de Apple, Siri. Ive llegó a realizar una demostración a Cook en la que ambos, en los asientos de una cabina simulada, hacían como que conducían el vehículo mientras un actor, desde el exterior, respondía verbalmente a sus peticiones como si fuera Siri.

En 2016, Zadesky abandonó Apple y fue sustituido por Bob Mansfield, quien sumó numerosas start-ups al equipo de Titan y bajo cuya dirección se cambió el enfoque a conseguir un vehículo de conducción autónoma. Posteriormente se puso al frente de Titan a un antiguo ejecutivo de Tesla, Doug Field. Despidió a varios cientos de empleados mientras mantuvo el enfoque de su predecesor y en 2021 fue sustituido por Kevin Lynch, uno de los artífices del Apple Watch.

Lynch volvió a la visión original de un coche eléctrico para competir con Tesla, pero New York Times no tiene más detalles sobre esta última etapa antes de que Apple decidiera cerrar el proyecto y dedicar sus recursos a la IA generativa, tal y como explicó este martes a sus empleados.

Fuente: LA RAZÓN

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