Se desintegrará, pero podrían llegar a la superficie fragmentos de hasta 52 kilogramos. La Agencia Espacial Europea no sabe dónde caerán
La Agencia Espacial Europea, ESA por sus siglas en inglés, lanzó en 1995 lo que entonces era el satélite de observación terrestre más grande y avanzado que había construido, en un cohete Ariane 4. El ERS-2 (European Remote Sensing 2 u Observación Remota Europea) estuvo observando la Tierra a través de sus instrumentos durante 16 años, hasta que en 2011 decidió dar por finalizada su misión después de sufrir una serie de fallos que se iniciaron en 2001.
Entonces realizó una serie de maniobras de desorbitación con las que redujo su altitud de 785 kilómetros a 573 km con el objetivo de que terminara arrastrado hacia la atmósfera y destruido en la reentrada. Esta se producirá, según los cálculos actuales de la ESA, este miércoles 21 de febrero a las 21:53, hora peninsular. La agencia espacial, en cualquier caso, da un margen de precisión de 15 horas, por lo que podría terminar produciéndose antes o más tarde, ya en la madrugada del jueves 22.
El problema es que se trata de un reingreso en la atmósfera no controlado y la ESA no puede predecir dónde caerá. El motivo es que durante las maniobras de desorbitación realizadas hace 12 años se vaciaron sus tanques de combustible. De esta manera, se prevenía el riesgo de que se diera una explosión que destruyera el satélite y generara una gran cantidad de basura espacial. La contrapartida es que ahora no hay combustible para garantizar que ERS-2 caiga en algún lugar remoto del océano. Sus baterías también fueron agotadas por completo y la antena de comunicaciones y los sistemas de a bordo desactivados, con lo que la agencia espacial no tiene ninguna forma de controlar el satélite. Es lo que la ESA también llama una reentrada “natural”, sin intervención humana.
El ERS-2 es, además, un satélite con 2,3 toneladas de masa que, aunque se destruirá durante la reentrada, podrían alcanzar la superficie fragmentos de hasta 52 kg. La desintegración comenzará cuando se encuentre a 80 kilómetros de altura.
La ESA permite seguir el desarrollo de los acontecimientos a través de una web en la que facilita toda la información sobre ERS-2 y el proceso que está siguiendo. Lo más probable, en cualquier caso, es que los fragmentos que puedan llegar terminen sumergidos en el mar.
Durante sus 16 años operativa, ERS-2 estuvo observando la Tierra y recogiendo datos sobre sus mares, continentes y polos. También participó en la monitorización de desastres naturales como terremotos e inundaciones en diversos puntos del planeta.
Sin embargo, en 2001 sus giroscopios dejaron de operar y en 2003 un fallo a bordo llevó a que los instrumentos solo funcionaran cuando el satélite era visible desde alguna estación terrestre de seguimiento. Su sucesor, el Envisat, fue lanzado por la ESA en 2002 y estuvo operativo hasta que se perdieron todas las comunicaciones con él una década después. Actualmente continúa orbitando la Tierra como desecho espacial a casi 800 kilómetros de altitud.
Fuente: LA RAZÓN