Los plátanos no son los únicos productos comunes en nuestra dieta que son radiactivos
Los plátanos son una excepción en el mundo de las frutas. Y lo son por varios motivos: En primer lugar, su forma única se destaca entre las demás frutas. A diferencia de otras frutas, que son redondas para proteger sus semillas, los plátanos no requieren polinización ni semillas para crecer, un fenómeno conocido como partenocárpico. Esto se debe al proceso de domesticación que han experimentado a lo largo de los años.
Hace unos 7000 años, los plátanos estaban llenos de semillas negras y su pulpa era casi incomestible. Durante su domesticación, los plátanos modernos perdieron sus semillas y se volvieron más carnosos y dulces. Algunos incluso son el resultado de la hibridación de dos o más variedades o especies, lo que podría haber contribuido a la pérdida de sus semillas.
Además, los plátanos se diferencian de otras frutas por su característica forma alargada y curva. Originarios de las selvas tropicales, donde la luz solar apenas penetra el follaje denso, los plátanos han adaptado su crecimiento hacia la luz, desafiando la gravedad y ‘escalando’ hacia la copa de la planta. Este fenómeno, conocido como geotropismo negativo, es similar al de los girasoles, que también buscan la luz del sol. Como resultado, los plátanos adquieren su distintiva curvatura hacia arriba.
Finalmente, hay una peculiaridad sobre los plátanos que puede sorprenderte: son radiactivos. Sí, leíste bien, los plátanos son frutas radiactivas.
La radioactividad en los plátanos
Los plátanos son la segunda fruta más consumida en nuestro país, con una ingesta media de casi 12 kilos por persona… una cifra que tan solo es superada por las naranjas. Por lo que es perfectamente normal que nos pongamos un poco nerviosos cuando escuchamos que, en realidad, los plátanos son radiactivos. Sin embargo, no es algo de lo que debamos preocuparnos.
Hay otros muchos alimentos perfectamente seguros e igualmente comunes en nuestra dieta que también son radiactivos. De todos ellos podemos enumerar, por ejemplo, el café, las judías, las zanahorias, la carne roja, el marisco o los aguacates. Todos ellos contienen un elemento llamado potasio 40. Aunque, claro, en una proporción ínfima.
Estamos hablando de que los plátanos contienen un 0,0117% de potasio 40 en su composición. Eso significa que, para comerte una dosis similar a la de una radiografía, tendrías que ingerir unos 50 plátanos y para morirte, unos 80 millones de plátanos. Además, el potasio 40 es el elemento radiactivo más abundante en el cuerpo humano. Así que, poniéndolo en perspectiva, no parece demasiado. Y no hay razón para dejar de disfrutar de esta deliciosa y nutritiva fruta por miedo a la radiactividad.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA