Con un 4-2 definido en el tiempo extra, el Atlético de Madrid se recuperó del 3-5 en la Supercopa y festejó con su gente. Seguí el minuto a minuto en Olé.
El 5-3 fue un cachetazo. Necesario, innecesario, a tiempo o en el peor momento… eso es interpretativo. Lo factual es que la derrota copera ante el Real Madrid fue un golpazo severo para el Atlético de Madrid, uno que dejó sentido a Diego Simeone (“seguramente no estoy trabajado de la mejor manera con el equipo”, llegó a decir) y que lo obligó a reaccionar enseguida. La revancha, inmejorable: contra el mismo rival, el de toda la vida, poniendo en juego el pase de ronda en la Copa del Rey. Y como buena revancha, tuvo un final feliz para el Colchonero, que ganó por 4-2 en la prórroga frente a su gente y dejó afuera al equipo de Ancelotti.
El Merengue estuvo en su versión supercampeona -a días de haber dejado en el camino al Atleti y al Barcelona para ganar un nuevo título, normal-. Tuvo a un Vinícius Jr. picante, a Jude Bellingham encendiendo comparaciones con Zidane (sus desbordes y pie a pie fueron exquisitos) y a un mediocampo todoterreno que consiguió quebrar la resistencia local en pocas maniobras… pero le faltó lo que al equipo del Cholo le sobró: puntería, aprovechamiento de oportunidades y la dósis justa de suerte.
Como en el primer gol, cuando Antonio Rudiger quiso despejar un centro y dejó solo a Samuel Lino para que la cruzara y convirtiera el 1-0. ¿Hubo algo de mala fortuna? Seguro, porque no se puede olvidar que a Jan Oblak se le escapó un centro facilito que terminó en el 1-1 al final del primer tiempo, pero una y otra vez, la moneda volvió a caer del lado albirrojo. El 2-1 de Álvaro Morata, una serie de rebotes madridistas que terminó con él solo debajo del arco, fue una muesta clarísima. No obstante, sería un error decir que la suerte hizo todo el trabajo. Otro factor igual de importante apareció en los momentos clave: la resiliencia.
Porque el Real, bien de gigante, se levantó cada vez que lo sentaron (Joselu, al final de los 90’, pintaba para verdugo). Pero con garra, fútbol y los aportes goleadores de Griezmann y el ingresado Riquelme, el equipo del Cholo se mantuvo de pie. Sobrevivió, gozó ante el que lo hizo sufrir hace una semana y metió un festejo para la historia.
Fuente: OLÉ