Están fuera de los focos, pero son millones quienes sufren los conflictos y emergencias más desatendidas. En Planeta Futuro han sido protagonistas durante todo el año
Las llaman crisis olvidadas en el argot de la cooperación y la acción humanitaria; son aquellas a las que apenas se destinan fondos y pasan desapercibidas a la mayoría. Lo mismo sucede con las llamadas enfermedades olvidadas o las personas invisibles, los “nadies”, como los llamó el escritor uruguayo Eduardo Galeano ―“Los hijos de nadie / los dueños de nada. / Los nadies: los ningunos, los ninguneados / corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos / rejodidos”―. Son las niñas afganas, obligadas a ocultarse y abandonar la escuela; son los enfermos de úlcera de Buruli en Costa de Marfil, que padecen esta cruel enfermedad sin apenas hacer ruido; son los sudaneses que se organizan para ayudarse cuando la comunidad internacional les abandona en medio del desastre; son los indígenas batallando por su tierra y nuestra Tierra; son los que mueren de neumonía, hambre o pobreza, todos males prevenibles y evitables.
Nos dejamos llevar por el espíritu de Forges, que publicó decenas de viñetas con el lema “No te olvides de Haití” desde el desastre del terremoto de 2010 y hacemos balance de los “No te olvides de…” este 2023. Estas son algunas de esas crisis y personas olvidadas que, sin embargo, han sido protagonistas este año en Planeta Futuro.
Las niñas y mujeres afganas
Afganistán es el único país del mundo donde se priva a la mitad de la población, las mujeres y las niñas, de un derecho humano básico: el de la educación. Fue en septiembre de 2021 cuando los talibanes pospusieron indefinidamente el regreso de las afganas mayores de 12 años a las aulas. ¿Qué ha sido de ellas desde entonces? Así siguen y así lo hemos contado.
Dorothy Estrada Tanck, coautora de un informe de la ONU publicado el pasado agosto sobre la situación de las mujeres en el país, confiaba en que el apartheid de género se convierta en un crimen de lesa humanidad y que quienes lo instigan rindan cuentas. Beatriz Lecumberri la entrevistó.
⇒ “Las afganas no quieren ni una legitimación internacional del régimen talibán ni una nueva intervención extranjera”
Desde la toma del poder, los talibanes también han apartado a las mujeres de la vida pública mediante la promulgación de más de 50 decretos, “y la mitad de la población afgana se encuentra ahora bajo arresto domiciliario”, denunciaba Zahra Joya en una tribuna de la Red de Expertos de Planeta Futuro. Ella es una galardonada periodista afgana, fundadora de Rukhshana Media, un medio de comunicación en persa e inglés que dirige desde el exilio.
⇒ Las olvidadas madres e hijas de Afganistán
En septiembre, Shabana Basij Rasikh visitó Madrid para recoger el premio Unicef España 2023. Ella, que en los noventa se vistió de niño para poder caminar por la calle junto a su hermana y asistir a una escuela secreta, se emocionó al pensar en la “valentía y la resiliencia” de las jóvenes afganas que estudian en su colegio. Lo fundó en Kabul, pero logró trasladarlo a Ruanda en agosto de 2021, cuando los talibanes retomaron el poder en Afganistán y ayudó a escapar hasta el país africano a “toda la comunidad” de su escuela, 256 personas, entre trabajadores, estudiantes y sus familias. Patricia R. Blanco habló con ella.
⇒ “Mi familia se arriesgó y me envió a una escuela secreta vestida de niño”
Enfermedades tropicales desatendidas
Hay un grupo de 21 dolencias que la Organización Mundial de la Salud llama “desatendidas” y que son comúnmente conocidas como “olvidadas”. Lo son las enfermedades ―a las que la comunidad científica y las autoridades no les prestan apenas atención― y lo son sobre todo las personas que las padecen, casi siempre pobres de países pobres. A ellas les hemos dedicado una cobertura especial, específicamente a los pacientes de las que afectan a la piel, como la lepra y la úlcera de Buruli, y que sufren las secuelas físicas y psicológicas de estos males. La firma Alejandra Agudo desde Costa de Marfil.
Ellos se ocultan, el mundo les olvida
Tenemos que reconocer que justo este 2023 las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) han sido un poco menos invisibles de lo habitual, y no solo por la atención que les prestamos en esta sección. El jurado del premio Princesa de Asturias ha galardonado este año, en la categoría de cooperación internacional, a la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDi por sus siglas en inglés). Uno de sus últimos “éxitos”, destacaba Luis Pizarro, director de la organización, ha sido dar con un tratamiento para la enfermedad del sueño ―transmitida por la mosca tsetsé― menos agresivo y doloroso para los pacientes que el que existía, que debido a su toxicidad mataba a uno de cada 20 afectados. El galardón sirvió para poner el foco en el trabajo de esta entidad y las enfermedades (las olvidadas) que investiga.
Todos los enlaces del párrafo anterior llevan a noticias sobre ETD publicadas en 2023. Y hemos publicado muchas más, y algunas muy buenas. Como que Bangladés consiguió ser el primer país del mundo en eliminar la leishmaniasis visceral o que se ha iniciado la última fase de ensayos para una cura rápida de la úlcera de Buruli. También las hubo malas: el Centro de Investigación del Micetoma de Jartum, la única institución enteramente especializada en esta enfermedad olvidada, suspendió sus actividades por el conflicto en el país y miles de enfermos se quedaron sin tratamiento. Y cada día se siguen detectando en el mundo casi 400 nuevos enfermos de lepra.
Donde no hay calma después de la tormenta
¿Sabíais que a principios de octubre un terremoto asoló parte de Afganistán? Y no un terremoto en sentido figurado, sino uno real, un seísmo de los que dejan más de 2.500 muertos y otros tantos heridos. Con todos los focos puestos en ese momento en Gaza, donde acababa de empezar la guerra, la ayuda humanitaria llegaba a Afganistán con cuentagotas. Pero esta no fue la única crisis que quedó opacada por las grandes guerras, otros asuntos de la geopolítica internacional o simplemente por el paso del tiempo.
La tierra también tembló con furia en Nepal. Fue el 3 de noviembre cuando un fuerte seísmo de magnitud 6,4 sacudió la provincia de Karnali, en el oeste del país, y se cobró la vida de más de 150 personas. Pueblos enteros quedaron reducidos a escombros. Con el impacto en los servicios básicos como la salud y el agua, “es probable que el estado nutricional de los menores se deteriore aún más”, advertía Dan Rono, jefe de protección de la infancia en Unicef Nepal.
⇒ Reconstruir la esperanza de nuevo tras el terremoto de Nepal… de 2023
Antes, en septiembre, un terremoto había matado a casi 3.000 personas en Marruecos y había una huella imborrable en el norte de África, una zona ya agrietada por la historia. El fotógrafo Edu León visitó el epicentro del desastre dos meses después. Sus fotos fueron intervenidas por los protagonistas, que posaron frente a los escombros, dibujando y escribiendo cómo imaginaban reconstruir sus hogares.
⇒ La casa que imaginé tras perderlo todo en el terremoto de Marruecos
En Libia, un mes después de las inundaciones que provocadas por la tormenta Daniel, que dejó más de una decena de miles de muertos, las necesidades de los supervivientes eran mayúsculas. Así lo contaba Marie-Consolee Mukangendo, representante adjunta de Unicef en aquel país.
⇒ Libia enfrenta las secuelas de una catástrofe sin precedentes
Hay catástrofes que no son naturales ni inevitables. Son provocadas por los humanos y no se miran mucho porque duelen. Es el caso de la expulsión de migrantes ―casi todos de origen subsahariano― de Túnez y que acabó en tragedia mortal para, al menos, 18 de ellos. Aquí lo contamos.
⇒ Morir de hambre y sed en el desierto tras ser expulsados de Túnez
El cambio climático más allá de la COP28
Hace menos de un mes que concluyó la Cumbre del Clima en Dubái. En el centro del debate estaba el uso de combustibles fósiles y se cerró con un acuerdo histórico. Más allá de los discursos, los despachos, las negociaciones y las palabras están los efectos del cambio climático en la realidad. En Bolivia lo saben bien. Considerado el país de Sudamérica más vulnerable a esta crisis, han visto cómo la sequía ha dejado sus lagos sin agua, no sale una gota de sus grifos y no tienen cómo regar sus cultivos. Sin agua, se muere la vida y el fuego termina por arrasar lo poco queda. Patricia R. Blanco estuvo allí para documentar estas tragedias junto con el fotógrafo Manuel Seoane.
La tormenta perfecta acecha a Bolivia, el país más vulnerable a la crisis climática de América del Sur
En Camerún y Somalia, por citar dos países del África subsahariana, también hemos podido comprobar el impacto de la crisis climática desde el terreno. El primero está particularmente expuesto: sus territorios por el norte se adentran en el Sahel y están cada vez más afectados por la desertificación, mientras que las zonas costeras por el suroeste están amenazadas por el aumento del nivel del mar. En la práctica, varios episodios recientes dan cuenta de esta vulnerabilidad. Por primera vez en más de un siglo, el lecho de la presa en lo alto de la colina en la que se asienta Mbankolo, en Yaundé (al suroeste del país, pero alejada de la costa), está lleno de lodo húmedo en lugar de agua. Las prolongadas e intensas lluvias caídas en la capital camerunesa el pasado 8 de octubre provocaron la rotura del dique de la cuenca de captación, de unos 700 metros cuadrados, liberando sus aguas río abajo, mezcladas con barro y rocas. Arrasaron todo a su paso, incluido medio centenar de viviendas precariamente construidas a base de madera, ladrillos de adobe y láminas de metal.
Somalia, con tres millones de desplazados por la sequía, es un ejemplo del drama de los refugiados climáticos, aún no reconocidos por el derecho internacional. Al campamento de Kaxareey llegan cada día familias que se han quedado sin sustento. La historia de los rebaños menguantes y de las tierras infértiles se repite en cada corrillo de este asentamiento que es el destino de un viaje sin regreso. Falta el agua, falta el sustento, falta la comida.
Vivíamos del ganado, pero ya no había forma de mantenerlo vivo. Cuando se mueren tus animales, mueres con ellos. Por eso nos marchamosHbiba Al, desplazada en el campo de Kaxareey (Somalia)
Casi un año después de las devastadoras inundaciones que sufrió Pakistán, en septiembre de 2022, muchas zonas permanecían todavía bajo el agua y miles de personas no habían recuperado su vivienda ni su modo de vida. Como en tantas otras emergencias olvidadas, las madres y los niños pagan el precio más alto y, en el verano de 2023, 1,6 millones de pequeños sufrían desnutrición severa, según la ONU. Las imágenes hablan por si solas.
“Vivimos con la ansiedad de no saber cuándo será el próximo desastre”
Trabajadores de segunda
Son los que desmontan los barcos inservibles en Bangladés, quienes rebuscan en la basura para encontrar materiales reciclables, los inmigrates que labran la tierra en el Reino Unido, y tantos otros trabajadores en el planeta que realizan labores indispensables, pero en condiciones contrarias a los derechos labores y humanos. Con apoyo de las organizaciones que tampoco se olvidan de ellos, les hemos acompañado al tajo, hemos escuchado sus reclamos y denuncias.
Fuente: EL PAÍS