Un estudio revela que la causa de estos eventos luminosos puede estar relacionada a la relación de átomos metálicos como el hierro y el níquel
Debido a su naturaleza esquiva, fueron denominados con nombres tomados de ‘Sueño de una noche de verano‘ (Shakespeare), como duendes o elfos. Relacionados con los rayos de tormenta pero ubicados a decenas de kilómetros sobre las nubes, entre ellos se encuentran los ‘fantasmas’, destellos verdosos cuyo origen se atribuía anteriormente al oxígeno. Ahora, el primer estudio espectroscópico de estos eventos, publicado en la revista Nature Communications, los asocia con metales como el hierro o el níquel, que no se habían incluido previamente en los modelos ópticos de los destellos mesosféricos.
Cómo aparecen
Estos eventos no ocurren de forma aislada, sino que se observan en la región superior de los sprites (duendes). Los sprites son eventos luminosos espectaculares que duran apenas centésimas de segundo y muestran una parte superior difusa y una región inferior llena de tentáculos. Los duendes pueden extenderse desde los cuarenta hasta casi cien kilómetros sobre el suelo y, a veces, presentan un fantasma verdoso sobre la parte superior difusa, que persiste cientos de milisegundos después de la desaparición del duende que lo generó.
Hipótesis principal
El destello verdoso aparece sobre algunos duendes más intensos y sugiere la interacción de partículas cargadas (iones) con el oxígeno atómico presente en la atmósfera. Este fenómeno ya se ha identificado en el color verdoso de las auroras. Para confirmarlo, el equipo científico inició una campaña de observación sistemática en junio de 2019 para obtener espectros de la región superior de los duendes.
El espectro reveló por primera vez qué produce los fantasmas, un proceso en el que el oxígeno contribuye muy poco. Este descubrimiento de átomos metálicos implica una actualización de los modelos para los eventos luminosos transitorios, cuya comprensión es fundamental para entender el funcionamiento del circuito eléctrico global del planeta.
Fuente: LA RAZÓN