Existen lugares en el planeta Tierra donde apenas llega la luz del Sol. Esto quiere decir que en estas ubicaciones son las sombras las que predominan puesto que la luz solar directa se ausenta durante largos periodos de tiempo. Todo ello, además, los convierte en puntos realmente inhóspitos.
Es el caso de la isla de Krúskaya, ubicada en Siberia (Rusia), probablemente uno de los lugares menos soleados de todo el planeta. Esta isla es conocida por ser uno de los sitios más oscuros y con menos tiempo de sol de la Tierra debido a su extrema ubicación en el Ártico.
Concretamente, Krúskaya se encuentra en el archipiélago de las islas Severnaya Zemlya, que está dentro del Círculo Polar Ártico. El hecho de que este lugar remoto sea tan próximo al Polo Norte significa que la isla experimenta largos períodos de oscuridad durante el invierno y días extremadamente cortos durante el verano.
Durante los meses de invierno, que abarcan la mayor parte del año en esta región polar, la isla está sumida en una oscuridad prácticamente constante. Por su condición geográfica, el sol no se eleva por encima del horizonte durante semanas o meses, por lo que casi no llega hasta allí la luz, creando un entorno extremadamente sombrío.
Además, por si esto fuera poco, el clima en Krúskaya es extremadamente frío y severo, incluso en verano. Las nubes y la niebla son frecuentes, lo que reduce aún más la cantidad de luz solar que llega a este territorio durante el breve y casi anecdótico período de verano.
Naturalmente, el aislamiento geográfico y lejanía de Krúskaya hacen que esta isla sea inaccesible para la mayoría de las personas por lo que no está habitada de manera permanente. Ello unido a sus condiciones climáticas extremas convierten a Krúskaya en un lugar verdaderamente desapacible. Asimismo, su ubicación en el Ártico limita cualquier actividad humana que pudiese generar luz artificial.
El lugar habitable más ‘sombrío’
Sin embargo, poniendo el foco en territorios habitables, encontramos localizaciones con escasas horas de luz. En concreto, a unos 173 kilómetros al oeste de Oslo (Noruega), se encuentra Rjukan, un pequeño pueblo donde a duras penas llega la luz del sol. Está ubicado en el fondo de un estrecho valle en el corazón de las montañas de Telemark, un punto con singular geografía y clima. Y es que, debido a su ubicación geográfica, Rjukan experimenta inviernos realmente largos y gélidos.
Durante el invierno, el sol no brilla directamente sobre la ciudad debido a la topografía circundante, lo que deriva en un período prolongado de oscuridad. Enclavada entre escarpadas montañas, la ciudad suele estar a la sombra durante casi seis meses al año, y sus habitantes suelen coger un teleférico hasta la cima de un barranco cercano para tomar una dosis de vitamina D a mediodía.
No obstante, en 2013 los habitantes de Rjukan se las ingeniaron para captar la luz del sol. De hecho, este pequeño pueblo noruego se volvió famoso por instalar tres espejos gigantes en las montañas que rodean la ciudad para reflejar la luz solar hacia la plaza del pueblo.
Estos espejos, llamados “Espejos del Sol”, son paneles reflectantes motorizados que siguen el movimiento del sol a lo largo del día y reflectan la luz hacia la plaza principal. Este proyecto fue una solución innovadora para permitir que la luz solar llegara a Rjukan durante el invierno, mejorando considerablemente la calidad de vida de los residentes.