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Don Francisco, a los 82 años: “Le pedí una entrevista a la inteligencia artificial y resultó mucho mejor que las que he dado”

El ‘showman’ de América, chileno residente en Miami, habla sobre el machismo y su momento vital, aunque también confiesa que piensa en la muerte. Prepara un pódcast, sueña con ir a Cuba –que optó por no visitar en los 53 años de ‘Sábado Gigante’– y camina 10.000 pasos diarios. “Soy un ‘workaholic’”, dice

Es uno de los pocos seres humanos que en las casas hispanas no necesita presentación. Todos sienten que lo han tenido dentro de su sala durante años cada sábado. Es Don Francisco, nacido Mario Luis Kreutzberger (Talca, 1940) en una zona campesina del centro-sur de Chile. Célebre presentador de Sábado Gigante, que estuvo 53 años en antena –entre 1962 y 2015–, vive en Miami y está de paso en Santiago de Chile por diversos compromisos. Uno fundamental: entre el 10 y 11 de noviembre se desarrollará la edición 34ª de la Teletón, una obra benéfica que fundó y que desde 1978 recauda fondos para ayudar a los niños y jóvenes con discapacidad motora. Dejó la primera línea de la Teletón, pero no la abandona. Presente en 14 ciudades de Chile, se ha extendido a 12 países de Latinoamérica y pronto sumará a Argentina.

Es viernes 6 de octubre por la tarde en la sede Teletón Santiago y don Francisco se ve envidiablemente lozano. Ha tenido una jornada intensa, pero recibe a EL PAÍS perfectamente bien maquillado para las fotografías y con muchas ganas de conversar pese a ser hora de la siesta. El sitio de encuentro es un centro moderno de 20.000 metros cuadrados que solo el año pasado realizó 297.989 atenciones y 794 cirugías. Es el orgullo de Mario, quizás el chileno vivo de mayor popularidad en el mundo entero. Comunicador de raza, cuenta un secreto a la hora de abordar entrevistas complejas: desconcertar al entrevistado.

Pregunta. ¿Me da un ejemplo?

Respuesta. Con el presidente Barack Obama, en la reelección. Le dije que lo había entrevistado en 2008: “Y entonces, usted tenía todo el pelo negro. Y ahora ya no le queda pelo negro, tiene todo el pelo blanco”, le dije. No estaba en su radar. Y ahí entras en otro campo.

P. No quiero imitar su técnica –faltaría más–, pero allá voy: me

llaman la atención sus manos. Son de un hombre joven.

R. No me lo habían dicho. Pero en el resto creo que represento fielmente mi edad. No me siento mayor, pero cuando me veo, en la pantalla por ejemplo, me sorprendo.

P. ¿Qué le parece este mundo de 2023?

R. Este es otro mundo. Es un mundo distinto al que viví, que cambió de manera muy acelerada. Comencé en la televisión tradicional y por hacer una analogía: como soy, además, técnico modelista, podría decir que, en la televisión, pasé del sastre que no solamente cortaba sino además cosía la ropa para el cliente a, finalmente, hacer trajes de confección por computación. ¡De un extremo al otro! Imagine que empecé con la televisión a blanco y negro.

P. ¿Y ve tele?

R. Veo de todo. Me interesan muchos los noticieros, CNN, Fox. Veo en inglés y en español.

P. ¿Le gusta la televisión que se hace hoy?

R. He seguido la historia de las cosas y suele suceder que uno no se va dando cuenta cómo se producen los cambios violentos. Hoy día, cada persona puede tener un canal de televisión en su casa. Y uno se va acostumbrando a estos cambios profundos. Ahora, imagínese, con la inteligencia artificial. El otro día, yo le p

edí a la inteligencia artificial una entrevista.

P. ¿Y qué pasó?

R. Se preguntaba y contestaba sola. ¡Y resultó mucho mejor que todas las que he dado! Una entrevista hecha por una máquina con mi imagen y voz sin que yo haya prestado ni mi imagen ni mi voz.

P. ¿Le sorprende, le da miedo, le preocupa?

R. Ninguna de las anteriores. Pienso que eso tiene que decantar: debe llegar un momento en que haya un equilibrio en el ser humano, porque o si no, el ser humano se queda sin trabajar. Como cuando comenzaron las cirugías robóticas. La gente pensó: se acabaron los cirujanos. Pero no: los cirujanos hacen las cirugías robóticas, pero con un robot. Por lo tanto, no sé cómo esto se va a equilibrar. Si bien no podemos anticiparnos, sí hay que estar dispuesto a vivir el nuevo mundo. A los casi 82 años, vivir el mundo de la gente de 22 años. A tratar de vivirlo.

P. No lo noto nostálgico, sino interesado y abierto.

R. Si yo estoy nostálgico no podría hacer nada de lo que hago hoy. Tendría que estar en el pasado. Incluso en lo que se comía. Soy de la época en que no había nada envasado, todo era con poruña (pala pequeña). Hasta el aceite se sacaba de un tambor. Pero no me puedo quedar ahí. Hay cosas que, con el avance de la vida, van mejorando. Cuando yo nací, el promedio de vida era de 49 años. Hoy, en Chile, es de 82. Así que estoy sobrado de cariño.

P. ¿Piensa en la muerte?

R. Muchas veces, claro. En la medida que se van acercando los años, uno va pensando más en la muerte. Va pensando en la muerte con quienes lo rodean, con su compañera. Porque no se da siempre que las dos personas se van al mismo tiempo. Y por otro tiempo, porque hay que compartir eso con sus hijos y nietos.

P. ¿Qué le preocupa a sus 82?

R. Para contestar esta pregunta creo que tengo que usar una frase, aunque no me gusta mucho: todo tiempo pasado fue mejor. Este tiempo tiene limitaciones, físicas y algunas intelectuales, y algunas ganancias: no tienes la angustia de nada de lo que tenías antes.

P. ¿Y qué angustia puede haber tenido el exitoso don Francisco?

R. La angustia de hacerlo mejor, por avanzar. Cosas que no resultaron, que uno quiso hacer diferente. Hoy no tienes ciertas angustias, pero te das cuenta de que vas perdiendo cosas. Por ejemplo, para mí fue un honor, algo fantástico en mi vida, haber tenido la oportunidad de participar en la Teletón. Pero hace dos años tuve que dar un paso al costado y fue doloroso. Dar un paso al costado para que tenga futuro, porque la Teletón necesita 45 años más. Si yo pudiera, por ejemplo, quisiera hacer en televisión lo mismo que antes, pero no puedo. Hay que reconocerlo.

P. ¿Le dolió dejar la televisión?

R. Me fui de Sábado Gigante en 2015 muy contento, orgulloso de haber cumplido una etapa. Cuando ya me fui del otro canal [Univisión], ahí no me fui tan contento, porque estaba entendiendo que de ahí en adelante mi ciclo iba a ser distinto. Para contarle la verdad a la gente y no decirle: estoy feliz, estoy cuidando ovejas y tengo un panal de abejas. No, no es verdad. Me gusta lo que hago, tengo una pasión.

P. ¿Es la edad?

R. Es el tiempo. La vida tiene una fecha de término. Vamos a vivir un pequeño tiempo y vamos a estar eternamente muertos.

P. Hablando de tiempo: a usted, uno de sus hijos le regaló para una Navidad una botella vacía con un papelito dentro.

R. Yo tuve que sacar con un alfiler el papel. Y dentro decía: tiempo. Me dijo: “Tú, papá, tienes de todo, menos tiempo”. Afortunadamente, uno no nace sabiendo. Va aprendiendo a lo largo de su vida.

P. ¿Dedica ahora tiempo a la familia?

R. No mucho más que antes.

P. ¿En serio?

R. Es que yo soy un workaholic, un tipo que necesita trabajar. Estoy programado para trabajar. Necesito estar programado durante el día. No puedo decir: mañana me levanto a cualquier hora y almuerzo cuando tenga hambre. Necesito tener un calendario diario. Si no trabajo me siento inútil.

P. Usted no se detiene.

R. Estoy haciendo un documental, hago un programa para CNN en Español los domingos que se llama Reflexiones, hago programas médicos que los pasan en diferentes canales. En lo personal: hago deportes todos los días obligatoriamente y camino 10.000 pasos diarios. Además, voy a lanzar un pódcast en diciembre que se llama ¿Qué dice el público?

P. Es su inolvidable frase en Sábado Gigante. ¿De qué tratará?

R. Hace 20 años escribí Entre la espada y la TV. Es un decálogo de las cosas que, en mi opinión, me permitieron llegar donde llegué. En cada episodio del podcast voy a desarrollar cada punto en media hora. El primero será la perseverancia.

P. Usted tiene tres hijos y, de sus nietos y bisnietos, la mayoría son mujeres. Las mujeres que vivimos un nuevo tiempo de lucha contra el machismo.

R. Y me parece muy bien. Eso corresponde al avance de la sociedad.

P. ¿Mucho machismo en la televisión de antes?

R. Éramos machistas, porque nacimos machistas. Mis nietos son muy distintos, porque no nacieron machistas. Pertenecimos a una sociedad machista y actuamos como machistas y nos vamos adaptando a las épocas. Me parece muy justo lo que está pasando ahora.

P. ¿En qué siente que se ha adaptado?

R. Me he adaptado a la mayoría de los cambios. No hay cosas tan graves, pero chistes y cosas que antes uno hacía, hoy no se hacen porque no corresponde.

P. Usted vive en Miami y optó por nunca viajar a Cuba. ¿Por qué?

R. Es el único país que no conozco. Y no viajé a Cuba porque en Miami hay una comunidad cubana muy grande que tiene sus propios problemas y dolores y no quise influir nunca en eso. Nunca me metí en nada político. Ni aquí, ni allá, ni en Estado Unidos, ni sobre Cuba ni sobre ninguna parte. Ahora último no he tenido la oportunidad, pero me encantaría conocer Cuba. Creo que la conozco más que ningún país sin haber ido. La conozco a través de cientos de historias. Mi sueño era un día ir a Cuba con 10 personas que se hayan ido 50 años atrás y volver a los lugares donde fueron niños, donde fueron a la escuela, donde dieron el primer beso…

P. Suena muy bien.

R. Me encantaría, pero no sé si lo voy a poner cumplir.

P. Usted dice que nunca se metió en nada político, pero hace unos años criticó la posición de Donald Trump hacia los inmigrantes latinos en EE UU.

R. Ahí no me consideré político, sino inmigrante. Soy hijo de inmigrante y yo soy inmigrante. Pero no solo lo discutí con Trump, al que no llegué a entrevistar. Yo entrevisté a varios presidentes y candidatos de EE UU y a todos les hice la misma pregunta –cuándo se iba solucionar el problema de los indocumentados–, la respuesta siempre era “que sí, que sí, que sí”, pero nunca se ha solucionado.

P. Pasemos a Chile. Hace cuatro años, para el estallido social del 18 de octubre 2019, usted lloró en un programa de televisión. ¿Por qué?

P. Pasemos a Chile. Hace cuatro años, para el estallido social del 18 de octubre 2019, usted lloró en un programa de televisión. ¿Por qué?

R. Me pareció muy doloroso todo lo que estaba pasando. Pero eso no lo consideré un acto político, sino humano, en el sentido de que era doloroso lo que a este país lo que le estaba ocurriendo. ¿Cómo salíamos de esa situación? Se quemaban cosas, la gente se peleaba. Yo he pasado muchas de estas situaciones. Cuando nace la primera Teletón en 1978, el país estaba quebrado ideológicamente y a punto de un conflicto armado con Argentina.

P. No todo el mundo vivió el estallido de 2019 como algo doloroso.

R. Me parecía que eso podía terminar muy mal, con muertes de personas. Me angustió. Uno no puede sobreponerse a sus emociones.

P. ¿Cómo le gustaría ser recordado?

R. Me siento muy orgulloso de la Teletón. Con respecto al legado, nunca he creído que vaya a dejarlo. Sí sé que mi esposa durante estos 60 años ha guardado todo lo que me han entregado, desde un botón en adelante. Ella hizo un museo y estamos en conversaciones con la Universidad Católica de Chile para dejarlo ahí. Se va a materializar este año o el próximo.

P. ¡Pronto!

R. Muy pronto. Con modestia y orgullo, me he ganado todos los premios que se le puedan dar a un tipo en televisión. ¿Un hombre nacido en Talca con una estrella en el paseo Hollywood? Uno nunca espera eso.

Fuente: EL PAÍS

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